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Alma y Ciencia. Revista Esfinge

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    UN ENCUENTRO EN LA CUARTA DIMENSIÓN

    La verdadera física es la que llegará, algún día, a integrar al hombre total en una representación coherente del mundo. Theilhard de Chardin

    La Física Cuántica y la Teoría de la Relatividad han roto bastantes de las nociones confortables y aparentemente sólidas de la ciencia del siglo XIX, tanto en el universo de lo pequeño como en el de lo grande.

    En el mundo micro-universal, el concepto de "Interdependencia de fenómenos", por el que un fenómeno sólo se puede definir en relación a otros, nos lleva a nociones filosóficas clásicas, budistas o hinduistas. En efecto, según Bohr y Heisemberg, los átomos y los electrones se encuentran más cerca de lo potencial y virtual que de lo actual y real. El fenómeno ("phainomena: aparecer) que se manifiesta como "partícula" puede en ciertos casos desaparecer cuando el observador deja de atenderlo y reaparece cuando éste le presta atención. En otras palabras, algunas partículas existen cuando alguien se toma el tiempo y la dedicación de dialogar con ellas.

    El péndulo de Foucault ha demostrado ese principio de interdependencia y de "ilusión", puesto que observamos su movimiento (en realidad no se mueve en absoluto) reflejo de la rotación de la Tierra (que es la que efectivamente se mueve), del mismo modo que seguimos imaginando que el Sol recorre nuestro cielo de Este a Oeste, cuando en realidad es la Tierra la que gira en el sentido contrario.

    Esta idea de "movimiento ilusorio" es la que define el principio de la relatividad del movimiento físico, que fue considerada por Galileo por primera vez (que sepamos) y más tarde desarrollada por Einstein: El movimiento no existe en sí puesto que depende siempre del movimiento del otro. El movimiento para nosotros sólo tiene realidad en relación al paisaje que pasa (ventanas en un tren) y deja de existir si cerramos las ventanas.

    El tiempo y el espacio han perdido también su realidad absoluta, puesto que tan sólo se pueden definir relativamente de acuerdo al movimiento del observador y a la intensidad del campo gravitacional en donde se encuentra. Se sabe que un "segundo", en las cercanías de un agujero negro, puede traducirse por la "eternidad" (debido a la gravedad).

    Lo que sí podemos decir sin lugar a dudas es que todo se mueve, todo se transforma, todo se encuentra animado, lleno de "Anima Mundi", todo tiene una historia y participa de un ballet cósmico.

    Y en el mundo subatómico ocurre lo mismo. Todo es pasajero, todo se transforma, todo puede dejar de ser para adquirir otro ser que al mismo tiempo se mueve hacia otro estado, hacia otra existencia: un protón se transforma en neutrón (por emisión de un positrón y de un neutrino), el plomo puede transformarse en oro, la materia puede convertirse en pura energía… Así pues, lo único que verdaderamente existe es el Movimiento, el Verbo o Alma que todo anima.

    EL DIÁLOGO ENTRE LA CIENCIA Y LA RELIGIÓN SE HACE POSIBLE

    Muchos científicos han comenzado a utilizar la orientación propuesta por otras disciplinas como la Filosofía, la Mitología o la Metafísica para poder salir de los numerosos callejones sin salida a los que lleva la investigación científica, en particular cuando se trabaja en lo infinitamente pequeño o en lo infinitamente grande, puesto que con ello nos aproximamos a las fronteras entre lo visible y lo invisible, o entre lo Uno y el Todo.

    En el campo de la Cosmología, por ejemplo, hay científicos que postulan un "pensamiento", una "Idea-conciencia" como origen del Universo. Ello supone una Inteligencia con finalidad, capaz de darle Vida y Alma a su proyecto, y la aparición o forma de un Universo infinito, poblado de infinitos seres, y entre ellos seres con propia conciencia (nosotros, cuanto menos).

    En honor a la verdad, tenemos que decir que el mundo científico sigue siendo muy conservador, y que el materialismo, fundamentado en el "principio del azar", mantiene su predominio pero también es verdad que los disidentes son cada vez más numerosos.

    Lo importante es que la Ciencia también introduce en sus preocupaciones la cuestión del espíritu, de la conciencia, de la vida como parte integrante de la existencia, de lo material y visible por nuestros sentidos.

    Está claro que la Religión con la que la Ciencia puede dialogar no es la religión dogmática que hemos heredado de Occidente a partir de las tres religiones del libro: La religión del futuro será una religión cósmica. Tendrá que trascender la idea de un Dios personal y evitar el dogma y la teología. Deberá interesarse tanto por lo natural como por lo espiritual, tendrá que fundamentarse en el sentido religioso nacido de la experiencia de todas las cosas, naturales y espirituales, consideradas como un conjunto sensato. (Einstein)

    La ciencia puede existir sin espiritualidad. La espiritualidad puede existir sin la ciencia. Pero el hombre, para descubrirse completamente, necesita las dos.

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