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Neuro-adicción y la neurofisiología del cerebro

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

     

    1. El cerebro adicto, es profundamente diferente al cerebro no-adicto
    2. Primero es el placer.
    3. La neurotransmisión y las adicciones
    4. El rol del síndrome de abstinencia
    5. El gran secreto
    6. Bibliografía

    Esta lección es acerca de la neurobiología del cerebro humano y de cómo este órgano responde al abuso de las drogas, incluyendo el azúcar, y la comida que comemos, cuando la utilizamos como droga.

    El cerebro adicto, es profundamente diferente al cerebro no-adicto

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    Prosencéfalo

    Cambios en la estructura y función del encéfalo es lo que hace de la adicción, fundamentalmente, una enfermedad orgánica. Un interruptor metafórico en este órgano, parece que se dispara como consecuencia del uso prolongado de las drogas.

    La adicción es, ambas, la causa y la consecuencia de esas alteraciones profundas de la función cerebral.

    Entonces, si anomalías físicas están a la raíz de este problema, de ello se colige que todo programa de tratamiento para toda adicción, debe de tomar este factor en cuenta.

    Las adicciones, enfermedades crónicas

    Las adicciones deben de considerarse como cualquier otra enfermedad crónica, como la diabetes y la hipertensión persistente, en lugar de hacerlo — como, se acostumbra — como si fueran una enfermedad aguda, o como si se tratara de una infección bacteriana o de una fractura.

    El problema con las drogas, es que éstas, actúan como resultado de un artefacto defectivo en el diseño básico del cerebro mamífero.

    Las drogas

    El uso de las drogas es instintivo para muchas especies, la nuestra es una de las tantas.

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    Esta tendencia, resulta en que el ser humano, sea extraordinariamente susceptible al abuso de las drogas que alteran la mente donde quiera que éstas les sean disponibles.

    Y, todo esto proviene de una singularidad caprichosa en el diseño de las vías de recompensa del sistema nervioso central.

    Cualquier droga, con el poder de activar estos receptores nerviosos, a su manera, se burla de la Madre Naturaleza.

    Las drogas no son elementos necesarios naturales, aunque muchas son de origen orgánico. Y, lo peor, es que la pulsión de nuestro género para usarlas es dominante.

    Nuestro organismo carece de inmunidad contra las drogas que afectan regiones específicas del sistema límbico, y las vías corticales del placer.

    Primero es el placer.

    El acto de disfrutar de algo, es controlado por medio de las actividades del prosencéfalo y el tronco cerebral.

    Si se recibe una sensación placentera, la reacción es: "me gusta".

    Pero, si en su lugar, se está anticipando una recompensa, y la persona que la espera, se envuelve en comportamientos que la anticipan, puede decirse que esa persona: "la desea".

    El acto de desear algo, es totalmente distinto del acto de gustar de algo. El desear es un fenómeno mesolímbico, dopaminérgico-serotoninergico.

    A todos nos gusta recibir presentes, pero queremos comida, sexo y drogas.

    El sistema "me gusta" es activado por la recompensa recibida, mientras que el sistema "yo quiero", anticipa la recompensa, motivando comportamientos instrumentales para su obtención.

    Cuando ambos sistemas son expuestos a las drogas, el "yo quiero" motiva la búsqueda persistente de drogas que ya nos dan placer, ofreciendo una de las paradojas básicas de las adicciones.

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    Cuando aparece el paradigma bioquímico de un apetito desbocado por una estimulación sin pausa de las vías de recompensa, lo que tenemos es una receta para el desastre.

    El daño resultante es físico, de comportamiento, y fisiológico, como, asimismo, son los síntomas.

    La presión de los amigos, problemas de disciplina, desdén por la autoridad — ninguna de esas condiciones son necesarias para que la adicción florezca.

    Lo que la droga misma hace, con su impacto físico, a quienes son vulnerables biológicamente, es lo suficiente. No se necesitan más alicientes.

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