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El puesto del hombre en el cosmos


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Max Scheler y su filosofía
  3. Biografía de Max Scheler
  4. El hombre y el mundo
  5. Lo particular del hombre
  6. Conclusiones
  7. Bibliografía

INTRODUCCIÓN

El hombre siempre será el ser más digno de estudio, por el mero hecho de que es el único capaz de autoestudiarse, pues los demás seres no tienen tal facultad.

Max Scheler fue consciente de esto y por ello durante toda su vida, y especialmente en su obra el puesto del hombre en el cosmos, se preocupó por la cuestión antropológica.

Este título me llamó mucho la atención y surgió en mí esta pregunta ¿Cuál será el puesto del hombre en el cosmos, según Max Scheler? Por eso realicé mi investigación sobre esta obra, precisamente con ese mismo objetivo: descubrir en qué puesto ubicaba este filósofo al hombre dentro del cosmos, cuál sería esa diferencia que tendría éste con el reino vegetal, y con el reino animal.

Con este objetivo inicié mi investigación, donde paulatinamente lo fui desarrollando. Para poder llevar a cabo este objetivo tuve que ubicar a Max Scheler dentro de su propio contexto histórico, y así mirar qué lo había llevado a hacer filosofía y especialmente a escribir esta obra; luego procedí mostrando, según el autor, qué tiene de común el hombre con los demás seres vivos y cuál es la diferencia existente entre ellos; con el fin de descubrir cuál era realmente el puesto del hombre en el cosmos.

MAX SCHELER Y SU FILOSOFÍA

Para proceder con la investigación de la obra: El puesto del hombre en el cosmos, es necesario ubicar a su autor: Max Scheler, dentro de su propio contexto histórico; pues "Ninguna filosofía, por abstracta que se quiera, puede separarse del mundo en el que surge…Toda época plantea al intelectual determinados problemas y de un modo dado, el pensamiento recoge ese reto y procura dar una solución con el bagaje intelectual que le aporta su época y con todas las conquistas y posibilidades que le ofrece el pasado recuperado."[1]

BIOGRAFÍA DE MAX SCHELER

Max Ferdinand Scheler nació en Munich, el 22 de agosto de 1874 y murió el 19 de mayo de 1928. Hijo de un campesino bávaro y de una mujer judía, por lo cual abrazaron dicha religión. Max creció en un ambiente desagradable de un matrimonio lleno de conflictos, lo cual explica su natural sensibilidad para los problemas y dramas íntimos. Cuando inició su formación superior tuvo encuentros con personas que influyeron fuertemente en su pensamiento; dentro de estos personajes está Dilthey, quien manejaba una filosofía de la vida, pero el término es ambiguo, pues vida en él recubre el término griego bios, que significa lo que la vida humana tiene de peculiar frente a la vida vegetal y animal. Esta influencia fue durante su estadía en Berlín; y ésta se ve claramente en la obra que estoy tratando: el puesto del hombre en el cosmos. Luego pasó a Jena, donde encontró a O. Liebmann, Scheler lo oyó, pero no se puede hablar de éste como su maestro. Quien merece ser llamado maestro de Scheler es R. Eucken, profesor suyo en la misma ciudad. Eucken es conocido como un filósofo vitalista, su filosofía es integral, donde se ve la necesidad de una nueva visión del hombre en la cual, sin desconocer su enraizamiento en la vida natural, alcance su libertad. El encuentro en Halle de Max con Husserl, también fue decisivo para su filosofía; pues Husserl es el padre de la fenomenología, método que utiliza Scheler para llegar a la esencia del cosmos. Este método, desarrollado por Husserl, pretende ir a las cosas mismas, sin supuestos previos; el cual llama cosa a todo lo que está patente a la conciencia; éste lo que hace es mostrarla y esclarecerla, por eso llega a la esencia. La fenomenología tiene tres puntos bases: a) su punto de partida es la vivencia, definida esencialmente como intencionalidad; b) el criterio de verdad y certeza es la evidencia, presente en la intuición esencial; c) el procedimiento metodológico concreto es la reducción, es decir, parte de lo que le ofrece la cosa a primera vista y coloca lo que va descubriendo de ese ente entre paréntesis, y así sucesivamente llega a su esencia. Este método puede ir a la esencia porque no parte de supuestos ni de prejuicios; tiene una mirada crítica con respecto a lo que han dicho los demás de esa cosa acerca de la cual se está reflexionando.

Cabe aclarar que Scheler no fue nunca discípulo de Husserl, sino que cuando lo conoció en 1901 tenía ya formadas muchas de sus convicciones filosóficas, a las que no estaba dispuesto a renunciar; si se acercó a la fenomenología fue porque ésta se le presentó como un método seguro y fecundo, que le ofrecía la posibilidad de aclarar sus ideas que traía desde sus estudios en Jena. Una de las originalidades de la concepción scheleriana de la fenomenología es hacer de ella, más allá de un método puramente intelectual, una actitud ante la vida y ante la realidad, de este modo sirve como arma crítica frente a otras actitudes distintas, pues este método no parte de prejuicios.[2]

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