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La necesidad imperativa de una Iglesia Evangélica con expresión latinoamericana

Enviado por Alexander Cabezas


Partes: 1, 2

    1. Nuestros orígenes
    2. Nuestros desafíos
    3. Bibliografía

    Hablar de identidad evangélica en Latinoamérica, es ver un poco más allá del acelerado crecimiento de lo que están experimentando muchas iglesias y denominaciones de nuestro contexto. Es intentar interpretar tanto nuestro "ser como el hacer" en el desempeño de nuestra misión hacia la sociedad contemporánea.

    Tal como diría Valentín González, escritor y misionero con respecto a la identidad: "debemos explorar con mayor profundidad las relaciones entre evangelio y sociedad, iglesia y cultura y el lugar que le corresponde como una significativa presencia socio-religiosa dentro del proceso histórico del continente" (Valentín, I).

    Sin duda alguna, la construcción de nuestra identidad representa en gran medida un proceso histórico heredado, en donde hemos sido partícipes; pero solamente revisando nuestros orígenes, nuestra misión y los desafíos que tenemos, podremos considerar nuestra pertinencia como iglesia evangélica en América Latina y el Caribe.

    Nuestros orígenes

    El surgimiento de la iglesia protestante bajo el contexto de la conquista española.

    La historia es amplia, sombría, y a veces controversial cuando exploramos los principales acontecimientos de la llegada de los conquistadores a nuestras tierras. En muchos aspectos esta empresa respondía más a intereses personales que a nobles ideales. Es sabido que las leyes de la corona en defensa de los indígenas, tenían como objetivo, no la defensa de ellos, si no que se ajustaban a los propósitos políticos y económicos de los soberanos, que temían que, si los españoles no se limitaban en su explotación con los indígenas, se pudiesen volver "señores feudales con el mismo espíritu independiente de los grandes de España."(González, 1980, p. 41).

    Lo cierto es que nuestros antepasados, en sus primeros contactos con el cristianismo, ya poseían su cultura, valores, e identidad propia, que fue diluyéndose progresivamente en gran medida por los métodos de evangelización de los conquistadores basados en "la cruz y la espada".

    En ese momento de la historia, el catolicismo español predominó desde el sur del subcontinente norteamericano hasta Tierra del Fuego, incluyendo las principales islas del Caribe; mientras que la presencia protestante se estableció en algunas partes de lo que hoy es Canadá, los estados sureños de Estados Unidos y algunas islas del Caribe.

    Es importante reconocer que antes de la segunda mitad del siglo XIX, América Latina no fuese considerada territorio apto para las misiones o para la diseminación de las ideas protestantes por parte de muchas sociedades misioneras europeas o norteamericanas; incluso, se nos dio el título de: "el continente abandonado"(Piedra: 200:2-4).

    Dentro de las principales razones para este "abandono protestante" están:

    • La fuerte herencia de la iglesia Católica Romana en América Latina haría imposible el éxito de cualquier actividad protestante no católica.

    • La oposición a la Reforma protestante; recordemos que en el siglo XIV, el Concilio de Trento condenó las ideas de los reformadores; por lo que cualquier pensamiento en contra del catolicismo en América Latina, era considerado como una práctica herética muy fuertemente castigada.

    • Las incipientes ideas de los protestantes del primer mundo no contemplaban explícitamente un plan de evangelización.

    Por esta y otras razones, el modelo misionero de entonces respondía a esfuerzos individuales y no colectivos, que procedían de las naciones protestantes tales como, Inglaterra, Francia, Holanda, Escocia y, más tarde, los Estados Unidos.

    Estos primeros grupos venían con el fin de hacer proselitismo entre las colonias católicas españolas y portuguesas, lo que generó varios conflictos y muertes por intereses económicos de tierras y poder, más que por asuntos relacionados con la fe cristiana.

    La indiferencia y la falta de conciencia misionológica por parte de las naciones protestantes, no solamente era evidente con nuestros nativos, sino también con otras poblaciones que fueron marginadas. Para finales del siglo XVI, el Caribe sufrió una disminución casi total de la población indígena.

    Las colonias inglesas trajeron negros y los instalaron en las antillas para que hicieran labores de campo. Pero ellos no fueron evangelizados porque esto hubiese representado una seria amenaza para los intereses comerciales; pues hablarles del amor de Dios, era exponerles también al conocimiento de un Dios liberador, y los colonos no podían correr el riesgo de perder a sus esclavos por sublevamientos.

    Esto nos da una idea clara de que la penetración protestante inició por aspectos geopolíticos y económicos. Fue hasta finales del siglo XVIII, cuando surgieron los "grupos pietistas", como los moravos, con una conciencia de "ir y hacer discípulos a todas las naciones", dedicaron sus esfuerzos a una evangelización más amplia.

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