- Despedida
- Casualidad
- Confesión
- Distancia
- Dualismo
- Estereoscopio
- Final
- ¿Intentas otra vez reñir?
- Pantalla
- Post-Scriptum
- Post-Scriptum 2
- Serenidad
- Su carta
- Ternura
- Pasado
Paul Géraldy (Nace en París el 16 de Diciembre de 1.885 y Muere en Francia el 30 de Agosto de 1.983) Seudónimo de Paul Lefevre, poeta y dramaturgo francés, autor de un estilo intimista y sentimental. Paul Géraldy tomó el seudónimo "Géraldy" del apellido de su madre. Paul Géraldy fue un poeta muy popular en la etapa que transcurre entre la primera y segunda guerra mundial, especialmente por su libro de poemas "Tú y yo" (1913). Entre las obras más famosas de Paul Geraldy figuran "Bodas de plata" (1917), "Amar" (1922), "Robert y Marienne" (1925), "Christine" (1932) y "El hombre y el amor" (1951).
Su padre el periodista Georges Lefèvre tuvo cierto renombre por la traducción de "Romeo y Julieta" en 1890.
Despedida
Conque entonces, adiós. ¿No olvidas nada?
Bueno, vete… Podemos despedirnos.
¿Ya no tenemos nada qué decirnos?
Te dejo, puedes irte…Aunque no, espera,
espera todavíaque pare de llover… Espera un rato.
Y sobre todo, ve bien abrigada,
pues ya sabes el frío que hace allí afuera.
Un abrigo de invierno es lo que habríaque ponerte…
¿De modo que te he devuelto todo?¿No tengo tuyo nada?
¿Has tomado tus cartas, tu retrato?
Y bien, mírame ahora, amiga mía;
pues que en fin, ya va uno a despedirse.
¡Vaya! No hay que afligirse;¡vamos!,
¡no hay que llorar, qué tontería!
¡Y qué esfuerzo tan grandenecesitan hacer nuestras cabezas,
para poder imaginar y vernosotra vez los amantesaquellos
tan rendidos y tan tiernosque habíamos sido antes!
Nos habíamos las vidas entregado
para siempre, uno al otro, eternamente,
y he aquí que ahora nos las devolvemos,
y tú vas a dejarme y yo voy a dejarte,
y pronto partiremoscada quien con su nombre, por su lado…
Recomenzar… vagar…vivir en otra parte…
Por supuesto, al principio sufriremos.
Pero luego vendrá piadoso olvido,
único amigo fiel que nos perdona;
y habrá otra vez en que tú y yo tornaremos a ser como hemos sido,
entre todas las otras, dos personas.
Así es que vas a entrar a mi pasado.
Y he de verte en la calle desde lejos,
sin cruzar, para hablarte, a la otra acera,
y nos alejaremos distraídosy pasarás ligera
con trajes para mí desconocidos.
Y estaremos sin vernos largos meses,
y olvidaré el sabor de tus caricias,
y mis amigos te darán noticiasde "aquel amigo tuyo".
Y yo a mi vez, con ansia reprimidapor el mal fingido orgullo,
preguntaré por la que fue mi estrella
y al referirme a ti, que eres mi vida,
a ti, que eras mi fuerza y mi dulzura,
diré: ¿cómo va aquella?
Nuestro gran corazón, ¡qué pequeño era!
Nuestros muchos propósitos, ¡qué pocos!;
y sin embargo, estábamos tan locos
al principio, en aquella primavera.
¡Te acuerdas? ¡La apoteosis! ¡El encanto!
¡Nos amábamos tanto!
¿Y esto era aquel amor? ¡Quién lo creyera!
De modo que nosotros -aún nosotros-,
cuando de amor hablamos¿somos como los otros?
He aquí el valor que damos
a la frase de amor que nos conmueve.
¡Qué desgracia, Dios mío que seamos
lo mismo que son todos! ¡Cómo llueve!
Tú no puedes salir así lloviendo.
¡Vamos!, quédate, mira, te lo ruego,
ya trataremos de entendernos luego.
Haremos nuevos planes,
y aun cuando el corazón haya cambiado,
quizá revivirá el amor pasado
al encanto de viejos ademanes.
Haremos lo posible;se portará uno bien.
Tú, serás buena,Y luego… es increíble, tiene uno sus costumbres;
la cadenallega a veces a ser necesidad.
Siéntate aquí, bien mío:recordarás junto de mí tu hastío,
y yo cerca de ti mi soledad.
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Casualidad
Y pensar que pudimos no habernos conocido!
¿No meditas cuán buena nuestra fortuna ha sido
para que al fin estemos uno del otro al lado,
para que seas mía, para ser yo tu amado?
"El uno para el otro nacimos… Así dices.
Pero ¡qué coincidencias para ser tan felices!
Antes de que en la vida, con un amor profundo,
la suerte unido hubiera tu corazón al mío
-siendo el tiempo tan largo, siendo tan grande el mundo-
;vivimos separados, solos, con hondo hastío…
¡Y pudimos entonces, por capricho del hado,
en el haz de la tierra no habernos encontrado!
¿No has pensado, en el arduo sendero recorrido,
en los peligros graves y azares que ha corridonuestra dicha
-esa dicha, manantial de ilusiones,
que el mundo entero ahora nos hace ver hermoso-
cuando el uno hacia el otro, con poder misterioso,
gravitaban callados nuestros dos corazones?
¿No sabes que ese viaje no tenía certeza,
el viaje hacia una noche por mí no presentida,
de que un capricho apenas o un dolor de cabeza
han podido apartarnos para siempre en la vida?
Nunca te había dicho, ¡cosa muy rara!,
quecuando por vez primera te vi,
no me fijéen que eras tú bonita;
lo digo francamente:
te miré aquella noche con aire indiferente.
Con su risa, tu amiga mi tedio distraía;
fue más tarde cuando ambos cruzamos la mirada,
y si algo sentí entonces que hacia ti me atraía,
tú no lo comprendiste… Mas no me atreví a nada.
Si esa noche tu madre te hubiera conducido
más temprano a su casa, ¿qué habría sucedido?
¿Y si el rubor no hubiera de pronto,
cuando el mantote coloqué en los hombros, a tu rostro subido?
.Porque ésa fue la causa de todo lo ocurrido.
Aquella noche, aquélla de inolvidable encanto,
un retardo cualquiera, cualquier inconveniente
que en ese viaje hubiera surgido de repente,
esta embriaguez de ahora ninguno sentiría,
ni este placer sin nombre que absorbe nuestra mente.
En mi alma, que es otra, tu amor no existiría,
y tu vida, en mi vida nada… nada sería!
Corazoncito mío, que me apartas lo tristede la vida,
y alegras con luz mi porvenir…
Pienso en aquellos días cuando enferma estuviste
y creíamos todos que te ibas a morir.
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Confesión
Sé que soy irritable, celoso, imperativo,
infeliz, exigente, que razones no escucho;
que siempre estoy buscándote querellas sin motivo;
¡y crees que no te quiero.. y es que te quiero mucho!
Te busco, te regaño, y hago tu vida triste…
Serías más dichosa, por todos consentida,
si para mí no fueras cuanto en el mundo existe,
y si este amor no fuera todo el bien de mi vida.
¡Si tú me amaras, y si yo te amara,cuánto te amaría!
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Distancia
Turbóme como a un niñotu cita telefónica.
Una hora antes dijeque nadie me entraríaal cuarto,
donde todaslas luces extinguíapara esperarte a oscuras.
Zumbábanme las sienes.
Dudaba si en la sombracargada de promesas
fragantes de tu vozquizás no sentiría el soplo de tu aliento.
De pronto el llamamiento.
Yo creo que mi pulsose detuvo un momento.
Hablaste. Yo te oía.
Las voces que dijistevenían de otro mundo.
De un sólo único impulsotu pobre voz debía
saltar colinas, llanosciudades, campos, selvas,
correr por las riberasde ríos y a lo largode rutas y de sendas.
Por eso me llegabatu voz disminuida,
tan tenue y tan cambiadaque quien me conversaba
aquí en el aposentoya no era tu persona,
más bien era una sombra,fantasma de tu voz.
Díjeme antes, amada,que yo te sentiría
en mí como inclinadasobre mi boca ardiente
y que si no presenteal menos te hallaríamil veces acercada.
Así no fue; al contrario,se me hizo ese instante más largo.
La distanciacrecía inmensamente.
Y luego, de repente,surgiste al fin de ese hiloengañador,
más lejos,horriblemente lejos,
y me encontré delantedel aparato,
triste,más lúgubre e intranquilo,
más solitario que antes.
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Dualismo
Explícame por qué dices "Mis rosas",
y "mi piano", y por qué frecuentemente "Tus libros" y "tu perro",
indiferente;y di, por qué con aire placentero me dices:
"Unas cosas voy ahora a comprar con mi dinero".
Lo mío es siempre tuyo, eso es sabido.
¿Por qué dices palabras que entre los dos han sido
y serán siempre odiosas?
"Mío y tuyo"… ¡Qué extrañas tonterías!
Si me amaras, "los libros" tú dirías, y "el perro", y "nuestras rosas".
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Estereoscopio
No quiero verlos, oye.
Llévate esos clisésque copian,
según dices, nuestra vida y su historia.
Mis recuerdos más bellos están en mi memoria.
como evocarlos quieres,
tanto tiempo después,habrás de evaporarlos…
llévate esos clisés,donde todo se achica,
se esfuma, y el pasadosi surge,
es despojadode su color y música,
de su encanto y su aroma,
mientras que impertinente detalle
vida tomacon visible importancia de relieve cruel.
Mi memoria es más fielaunque a veces olvida.
Tal vez ha confundidolas líneas,
o un contorno no está bien definido;
pero siempre el recuerdo, que a veces trae llanto,
le ha dado a mi memoria como imborrable encanto;
conserva mis placeres, cuanto ha sido mi anhelo,
y al menor llamamiento, con toda su dulzura,
ante los ojos míos los tiende,
con la alturade su radiante cielo.
Y las horas felices que revivir ansío
me las da, si lo quiero, pues todo lo ha guardado:
el acre olor del bosque, de aquel bosque sombrío
de pinos en la playa,
que nos dejó embriagadoel corazón;
el viento que se llevó en la dunanuestros besos,
al claro de la naciente luna;
la aldeita, el estrecho recodo del camino
en donde disputamos al fulgor vespertino;
nuestro largo regreso;
y cómo yo con modos fingidos o realeste regañaba,
el tiempo que empleaste ex-profeso
comprando bagatelas y tarjetas postales;
después perdón y llanto,
la entrada en la capillacon aroma de incienso;
nuestra casa sencilla;en tardes de verano,
bajo cielo violeta,
nuestros largos paseos en veloz bicicleta;
nuestros cantos y gritos, nuestras horas sombrías;
y por el campo, aquellas alegres correrías…
Todo eso es mi memoria,
con imborrable acopiode recuerdos,
me vuelve, recuerdos de otros días…
¿No piensas que ella vale más que tu estereoscopio?
¿No piensas que lo tuyo semeja cosa trunca,
esos blancos y negros, conjunto deslustradode ataúdes en donde vivo quedó el pasado,
y de donde a la vida no ha de salir ya nunca?
Habrás de mostrar esos sarcófagos sombríos
en donde nuestros días se encuentran prisioneros,
y dirán tus amigos con rostros placenteros:
"¡Qué grande vuestra playa, qué campos y qué ríos,
y qué árboles teníais! ¿Solos en esta aldeavivísteis?"
Para luego reír a costa míade mi torpe apostura.
¡Que eso tu encanto sea!
Tú, diviértete, y hazlos que vivan nuestro viaje;
mas todos esos sitios y muros y paisaje
que tan feliz me hicieron y que guardo en la mente,
cuadros en donde surges con aire diferente,
siempre aire placentero,
guárdalos sin mostrármelos,
porque verlos no quiero.
De otras bellas imágenes mi mente está repleta,
y me interesan más…Tus clisés no me importan.
El recuerdo es poeta,pero ¡por Dios! no lo hagas historiador jamás.
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Final
Adiós, pues. ¿Nada olvidas? Está bien. Puedes irte.
Ya nada más debemos decirnos… ¿Para qué?
Te dejo. Partir puedes. Pero aguarda un momento…
está lloviendo. Espera que deje de llover.
Abrígate. Está haciendo mucho frío en la calle.
Ponte capa de invierno. Y abrígate muy bien.
¿Todo te lo he devuelto? ¿Nada tuyo me queda?
¿Tu retrato te llevas y tus cartas también?
Por última vez mírame. Vamos a separarnos.
Óyeme. No lloremos, pues necedad sería…
¡Y qué esfuerzo debemos los dos hacer ahora
para ser lo que fuimos… lo que fuimos un día!
Se habían nuestras almas tan bien compenetrado,
y hoy de nuevo su vida cada cual ha tomado.
Con un distinto nombre por senda aparte iremos,
a errar, a vivir solos… Sin duda sufriremos.
Sufriremos un tiempo. Después vendrá el olvido,lo solo que perdona.
Tú, de mí desunida,serás lo que antes fuiste.
Yo, lo que antes he sido…Dos distintas personas seremos en la vida.
Vas a entrar desde ahora por siempre en mi pasado;
tal vez nos encontremos en la calle algún día.
Te veré desde lejos con aire descuidado,
y llevarás un traje que no te conocía.
Después pasarán meses sin que te vea.
En tanto,habrán de hablarte amigos de mí.
Yo bien lo sé;y cuando en mi presencia te recuerden,
encantoque fuiste de mi vida, «¿Cómo está?» les diré.
Y qué grandes creímos nuestros dos corazones, ¡y qué pequeños!
¡Cómo nos quisimos tú y yo!¿Recuerdas otros días?
¡Qué gratas ilusiones!Y mira en lo que ahora nuestra pasión quedó.
Y nosotros, lo mismo que los demás mortales,
en promesas ardientes de eterno amor creyendo.
¡Verdad que humilla! ¿Todos somos acaso iguales?
¿Somos como los otros? Mira, sigue lloviendo.
Quédate. ¡Ven! No escampa. Y en la calle hace frío.
Quizá nos entendamos. Yo no sé de qué modo.
Aunque han cambiado tanto tu corazón y el mío,
tal vez al fin digamos: «¡No está perdido todo!»
Hagamos lo posible. Que acabe este desvío.
Vencer nuestras costumbres es inútil.
¿Verdad?¡Ven, siéntate! A mi lado recobrarás tu hastío,
y volverá a tu lado mi triste soledad.
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
¿Intentas otra vez reñir?
¿Intentas otra vez reñir?
Ya escuchollanto y explicaciones.
Sí mucho amamos, regañamos mucho,
y así termina todo en discusiones.
Por esta sola vez quiero que calles,
mientras, yo con cariño,
sin recordar disputas y detallesdesato tu corpiño…
Lo que intentas decirme de antemano
te digo que lo sé;explicarte,
reñir, hablar en vano,y todo … ¿para qué?
Cuando luego el vestido desabroche,
te sentirás mejor sin ese velo…
¡Además, sin recelos,mucho más te querré toda la noche!
No hagas mohines. Mírame sin celos,
y desde ahora, estrechamente unidos
amémonos de verasponiendo en ello todos los sentidos.
Ven hacia mí, que haré lo que tú quieras.
Bien sabes que nos unen fuertes lazos
que el juramento anuda.
Apura, ¡vamos!, échate en mis brazos
así… ¡toda desnuda!
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Pantalla
Me preguntas ahora por qué estoy tan callado?
Porque llegó el momento,
el gran momento,la hora de los ojos y las dulces sonrisas…
¡La noche….y esta noche cuánto amor por ti siento!
Contra tu pecho apriétame. Necesito caricias.
Si tú supieras todo lo que en mí está subiendode deseo,
de orgullo, de ambición, de ternura y de bondad.
Más oye: tú no puedes saberlo.
Bájate la pantalla,mejor así estaremos.
En la sombra en donde los corazones hablan;
cuando en torno las cosas se empiezan a ver menos;
te amo mucho esta noche para hablarte de amor.Apriétame a tu pecho…
Sobre tu pecho estoy. Cuánta dulzura mi amor halla!
Y para acariciarte, cómo ansíoque llegue el turno mío….Baja más la pantalla…
Pero no hablemos más. Tengamos juicio,estemos quietos.
Dicha no hay ninguna, en este instante de pasión ferviente,
como sentir tu piel cerca a mi frente….
Pero, ¿qué es eso? ¿Quién nos importuna?
¡El café! Ponlo allá. Cierra la puerta.
¿De qué te estaba hablando?¿Tomamos el café? ¿Después…? ¿Ahora?
¡Ah! Te gusta caliente; lo estaba yo olvidando.
¿Quieres que te sirva yo mismo? ¿Eso prefieres?
Está fuerte. ¿Azúcar? ¿Un terrón no más quieres?
¿Quieres que lo pruebe? ¿Será un terrón bastante?
Esta es la taza tuya. Toma el café al instante, que se te enfría.
Y calla y nada más hablemos.
Pero, ¡qué oscuridad! Si nada vemos…
Alza un poco, amor mío, la pantalla.
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Post-Scriptum
Me escribiste ayer tarde dos hojas solamente.
¿Estarás tan contenta que me olvidas así?
Sin duda te fatigas y ves a mucha gente;
repósate. Y escríbeme. Y piensa siempre en mí.
Y tu vestido nuevo no te lo pongas tanto;
qué bien te va. Celoso no soy, y nunca fui.
Puede el aire dañártelo. ¿Para qué nuevo encantoa tu belleza?
Guárdalo para ti y para mí.
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Post-Scriptum 2
He bebido tu carta con febril impaciencia.
Y tú, cuando estas líneas recibas, estarás en un grupo dichoso.
Y entre la concurrencia,"Léela pronto", un amigo junto a ti te dirá.
Y en tanto, abanicándote con mi carta cerrada, y viendo el sobre apenas,
distraída tal vez,dirás, no interrumpiendo tu charla comenzada:
"No es nada, sí… no es nada. La leeré después".
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Serenidad
¿Qué fue lo que dijistecuando adiós me dijiste?
¿Que ya no nos amábamos?…Pero, sí, nos amamos.
¿Lloraste? ¿Serás siempre la que yo he conocido
desde que en nuestra vida los dos nos encontramos?
Y sé perfectamente que bien me has comprendido.
Sé más franca. Las cosas siempre están complicando,
y por ese motivo nos vemos disputando;
di, pues, que en nuestra época siempre es afectación,
y que siempre resulta ridículo y vulgar,
cuando de amantes finos muchos la quieren dar,
escribir con mayúsculas Amor y corazón;
palabras que de nada nos sirven empleamosy que son fastidiosas,
y, además, peligrosas,e importancia con ellas en la vida nos damos.
Mi corazón, repiten. Tu corazón también,
y nuestros corazones. Es costumbre corriente.
Y podría jurarte que de todo eso, bienprescindir se podría,
sin gran inconveniente,y arreglarse al momento
las cosas fácilmente.
¿Nuestros dos corazones?
Hay tan sólo "tú y yo","tú y yo" no más: de raro no hemos tenido nada,
pero con las palabras siempre nos embriagamos,y aquí, desde la tierra,
dándonos cuenta vamosde que lo real no llega nunca a la altura soñada.
Te suplico, es prudente, que los dos prescindamosde hablar de Corazones,
y que tú y yo seamoslo que nosotros somos.
Cuando los dos nos vemosno nos turbamos mucho,
pues bien nos conocemos;ya todo no es como antes,
en días de ventura;cuando nos encontramos,
no veo en ti locura;me pasa a mí lo mismo…lo mismo.
¡Bien! ¿Y qué?Es esto que aquí ocurre, tragedia no se ve.
¿Nos sentimos calmados?… Esto es muy natural, es la costumbre.
Estamosya con ella habituados, ha tiempo, bien o mal;
y cuando ambos creemos que ya no nos amamos,
cada uno se fastidia si el otro se halla ausente.
No hallamos gusto en nada. todo es triste en redor.
Nos vemos desdichados, con aire displicente.
Pero ¿un bien no es esto ya?
Pues bueno: así es mejor.
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Su carta
Ella me escribe: "Un día como tantos, perdido.
¿Sabes? La primavera muy hermosa ha venido;
mas durante tu ausencia, siempre en cosas chiquitasse va el tiempo;
en las tiendas y en algunas visitas.Hoy, temprano, a la casa llegué, pues recibí.
¡Qué cansancio! La vida muy horrible es sin ti.
Triste, en este momento, de la alcoba,
y aprisa,me vine junto al fuego, descalza y en camisa.
En el tardío instante, desde el alba esperado, en que puedo,
de lejos, fundirme en ti, mi amado.
Todo tu amor me envuelve -porque sé que me amas-
y más calor me infunde que el calor de las llamas.
Imaginar no puedes cuánta tristeza siento.
-Contra los vidrios ¿ no oyes allá gemir el viento?-
Por el salón anduve. Sintiéndome cansada,
a la alcoba me vine y arreglé la almohada;
me quité la camisa, que doblé con esmero;
después, collar y anillos puse en el joyelero
con todas las pulseras;
y en la mesita, al lado,junto al retrato tuyo,
por mí siempre besado,dejé el corsé…
sonrío en tantas nochesen que febril,
inquieto, sufrías con los broches;
y recuerdo tu cólera, que olvidar nunca puedo,
cuando al soltar un broche te lastimaste un dedo.
Libre ya de apreturas, ¡qué alivio el que hubo en mí!
mi desnudez, entonces, blanca y nerviosa
vicopiada en el espejo del armario.
Y sintiendohorror por este cuerpo que creo inútil,
tiendocon la mente los brazos a ti, mi asilo amado;
y ¿para qué negártelo?, lo confieso: he llorado.
¡Sí!Sobre las rodillas estas líneas te escribo.
En la mesa de laca que en el rincón percibo,
tus guantes, y tus libros están,
y todos ellosme recuerdan ahora muchos instantes bellos y otros tristes: ¿te acuerdas?
porque de vez en cuandohemos ambos reñido… Tú sin razón…
Regando la bujía luz pálida, bajo pantalla lila,
va extendiendo en las sábanas una sombra tranquila.
-¡Cómo contra los vidrios está soplando el viento!-
¡Si junto a mí estuvieras, aspirando mi aliento,
para que me miraras feliz, inanimada,
y sollozar me hicieras al verme por ti amada!…
¡Porque hace mucho tiempo para ti sólo vivo!
¿Sabes? Ya casi, casi no veo lo que escribo,
Adiós, pues; duerme mucho. Me acuesto de amor loca.
¡Ah! recibe mil besos, más de mil en la boca."
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Ternura
¿Me amas? ¿Qué estás haciendo?
Ni una palabra dices.Aproxímate a mí.
Deja por un momento
lo que te ocupa ahora.Ven a sentarte aquí.
Tendré mucho cuidado. Trataré que tu falda no se vaya a arrugar.
Quitemos los cojines, si acaso te incomodan,y vente aquí a sentar.
Picaroncita. Dame las manos. Que tus ojosse fijen bien en mí.
¡Si a comprender llegaras cuánto es lo que te quiero!…Mírame más… Así…
Debes ver en mis ojos que te entregué a ti solaentero el corazón.
¿No lo estás comprendiendo? Tan grande es esta noche,¡tan grande es mi pasión!
Pero no lo comprendes, no puedes comprenderlo…¿Cómo que dices " sí"?
¡Qué corazón tan bueno! ¡Qué amable! Y qué ternurasiento ahora por ti.
Sólo es para que puedas ahora darte cuenta…Pero ¿oyéndome estás?Sólo es para que sepas…
En fin… De que te quierobien te convencerás.
Vuelve hacia mí los ojos. Mírame enternecida porque llorando estoy.
Nada como tus ojos y tu frente… ¡Qué dicha, pues de ellos dueño soy!
Inclina la cabeza del lado de la lámpara…así te quiero ver.
¡Y déjame las manos, como si banda fueran, en tu frente poner!
Gran ternura condensan tus ojos y tu frenteen mi triste vivir.
¿Dices que es cierto… es cierto? Te adoro, y bien quisierahoy hacerte sufrir.
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Pasado
Tres años han pasado desde que fuiste mía…
¡Estabas tímida y ruborosaentre mis brazos aquel día!
Ahora no eres ya la mujer pudorosa-perdóname esta verdad cruda-;
ahora te presentas desnuda,anundas tu cabello y tu cuerpo me ofreces…
Así no eras entonces. Recuerda cuántas veces, al decirte: "Ven, chiquilla…",
te ocultabas tímidamente,miedosa de la luz, tras de una silla.
En nuestras horas más ardientesnunca eras mía por entero.
Me enojabas. Yo estaba ansiosode sentir que tu beso,
tan tímido y ligero,respondiera al mío ardoroso.
¿Recuerdas? Te decía suavemente:
"Tan tímida usted no seríasi me amara completamente."
¡Ay, sin embargo, ahora qué feliz yo sería
y amaría como un poetaa la niña de faz de raso
que para hacerse más secretacubría sus ojos con un brazo!
Paul Géraldy (París, 1885 – París 1983)
Autor:
Edgar Tovar