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El delincuente y sus jueces desde el punto de vista psicoanalítico

Enviado por carmen andreu


Partes: 1, 2

    1. Tentativa de homicidio de un neurótico a la luz del psicoanálisis
    2. Índice de contenidos del libro

    RESUMEN GENERAL

    Un médico y un jurista escribieron el libro pretendiendo la comprensión del delincuente mediante el psicoanálisis, dirigiéndolo especialmente al ámbito jurídico.

    Es el resultado de una investigación psicoanalítica de casos criminales.

    En principio el delincuente representa un peligro para la sociedad, la valoración psicológica del mismo es necesaria para el conocimiento de los móviles, ya que en función de los mismos sus actos se condenan o encomian.

    Parten de la idea de que comprender al delincuente permitirá que el juicio sobre el mismo se sienta como justo en general, con lo que su trabajo redundará en el interés social ya que el sentimiento de justicia pertenece a los fundamentos psicológicos de toda formación social.

    Para llevarlo a cabo se basan en tres preguntas:

    • a) ¿Qué es el sentimiento de la justicia conocido por el jurista como sentimiento jurídico y cuál es su transcendencia social?

    • b) ¿Qué es la criminalidad y quién el criminal?

    • c) ¿Qué hemos de hacer con el criminal?

    Como iremos viendo es una revisión del sistema punitivo, que escrito en los años treinta, resulta no sólo avanzado, también de absoluta actualidad.

    En el Capítulo I "La lucha por el derecho" abordan el efecto psicológico de las sentencias injustas.

    La respuesta popular cuando se condena a un inocente o hay una desproporción evidente entre el delito y la pena impuesta, es de hostilidad al ordenamiento jurídico, de rebeldía. Suponen una conmoción en el mecanismo de las inhibiciones que el hombre se ha impuesto en consideración a la sociedad, se siente como propia la injusticia cometida contra una persona del mismo nivel social "a cada uno de nosotros podría ocurrirnos lo mismo", por lo que se rompe el equilibrio entre las inhibiciones y los instintos, a favor de éstos, hasta ese momento frenados.

    Esa regresión la explican desde la teoría del desarrollo del Yo, las limitaciones del instinto se basan en temores de desplacer o en esperanzas positivas de placer, significan la adaptación de las exigencias subjetivas del instinto a los datos de la realidad objetiva, formándose un equilibrio entre la renuncia al instinto por cada uno de nosotros y las satisfacciones, equilibrio que se perturba cada vez que se exige al instinto una nueva renuncia.

    La educación se basa en ello, ya que representa una adaptación dirigida sistemáticamente de las exigencias primitivamente asociales del instinto del niño, a las exigencias del educador.

    La necesidad de cariño o el miedo a perderlo del niño, como forma de castigo, enlazado con el sentimiento de seguridad, explican las limitaciones del instinto a modo de comercio amoroso, desde la niñez más remota.

    Todo estado social de derecho implica el equilibrio descrito, siendo el regulador más sensible el sentimiento de justicia, que funciona instintivamente.

    La susceptibilidad del sentimiento jurídico, cuya lesión es capaz de enardecer a las masas, se explica más fácilmente por la naturaleza del pacto, hecho entre una parte débil y otra fuerte: el Yo, renuncia en espera de una prestación recíproca por parte de la sociedad (equivalente aquí al ser querido), reconocimiento, respeto, libertades.; el trato injusto por el Estado-sociedad, le defrauda, entendiendo que el instinto se ha frenado a cambio de nada y surge la rebeldía.

    Así, muestran que el defensor a ultranza del orden establecido, es un defensor de su libertad, sólo espera que la otra parte (la sociedad) sea la primera en infringir el contrato social y le posibilite el retorno, la regresión, al individualismo primitivo no renunciado del todo, a pesar de su muy limitada libertad personal.

    En el II capítulo "La crisis de la Justicia oficial en nuestros días" admitiendo el sentimiento jurídico como un elemento básico de la convivencia social cuya función es mantener autolimitaciones individuales y cuya lesión produce una regresión que acaba en rebeldía, entienden que el mantenimiento del orden social, llegado este punto, sólo es posible mediante la coacción, ya que el hombre no se presta voluntariamente a seguir inhibiendo sus instintos.

    Pero la crisis de la justicia oficial existente obliga a revisar los fundamentos sobre los que descansa y dado que sólo es posible el recto enjuiciamiento de un acto si junto con el conocimiento del hecho se examinan los móviles que impulsaron al autor, se inicia la participación en el proceso de peritos médicos, dando paso a la llamada Psicología científica.

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