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Aislamiento de Listeria monocytogenes en un hospital de tercer nivel

Partes: 1, 2

    Publicación original: Colombia Médica, 1999; 30: 89-98 – ISSN 1657-9534, Reproducción autorizada por: Corporación Editora Médica del Valle, Universidad del Valle, Cali, Colombia

     

    RESUMEN

    La Listeria monocytogenes es un cocobacilo Gram positivo de amplia distribución en la naturaleza y que causa bacteremia y meningitis en pacientes inmunosuprimidos. Sin embargo, desde 1981 también se ha implicado en individuos inmunocompetentes asociada con brotes entéricos por alimentos contaminados particularmente quesos y leches. A pesar de su importante morbilidad y mortalidad en países industrializados, son pocos los informes de infección invasiva en países en desarrollo. En la Fundación Clínica Valle del Lili (FCVL) se ha visto desde 1994 la aparición cada vez más frecuente de listeriosis en pacientes inmunosuprimidos y en neonatos, razón por la cual, se decidió realizar un análisis descriptivo de los casos. De un total de 19 casos confirmados bacteriológicamente 10 se presentaron en adultos inmunosuprimidos, 2 en mujeres embarazadas, 6 en neonatos y una adolescente, la mayoría con septicemia. Los aislados obtenidos fueron muy sensibles a ampicilina y penicilina (97.3%), mientras que la sensibilidad a T. sulfametoxazol uno de los antibióticos de primera línea, sólo fue 82.9%. Del total de casos, 5 murieron a causa de la listeriosis. A continuación se describen los casos y las connotaciones de tipo terapéutico, epidemiológico y de prevención de la infección por Listeria. Este enfoque está dirigido a un mayor conocimiento y diagnóstico de la infección, la cual debe ser incluida dentro del amplio rango de infecciones que afectan pacientes inmunosuprimidos, también a establecer la necesidad urgente de mecanismos de control de alimentos potencialmente contaminados tipo leche y quesos (no pasteurizados), para evitar el aumento de casos y de posibles brotes entéricos en la población inmunocompetente.

    Palabras claves: Listeria monocytogenes. Bacteremia. Meningitis. Septicemia.

    La Listeria es un cocobacilo Gram positivo que constituye una causa importante de infección, en especial en mujeres embarazadas, recién nacidos e inmunosuprimidos. Esta bacteria se encuentra ampliamente distribuida en la naturaleza. Puede encontrarse en el suelo, los vegetales y haciendo parte de la flora fecal de muchos mamíferos. Asimismo, la Listeria se ha aislado de vegetales crudos, leches, pescado, pavo y carne ya sea fresca o procesada, pollo o res. El porcentaje de aislamientos oscila entre 15% a 70%, por lo que se considera que la exposición a alimentos contaminados es relativamente alta. Dentro del género Listeria existen 7 especies pero sólo las especies L. monocytogenes y L. ivanovii se consideran patógenas; sin embargo, sólo L. monocytogenes es de importancia a nivel de salud pública1-3. También se han descrito diferencias en el potencial patógeno dependiendo de las características genéticas de los aislados de L. monocytogenes. Se han caracterizado tres tipos de cepas por análisis alélico, entre las cuales el tipo Y es el que se ha relacionado con los brotes de Listeriosis, mientras que el tipo II se encuentra en animales y se considera de bajo potencial patógeno4-8.

    En el hombre L. monocytogenes se encuentra implicada principalmente como causante de bacteremia y meningoencefalitis. También se han descrito casos de infecciones gastrointestinales en individuos inmunocompetentes que han consumido alimentos contaminados con un alto inóculo de la bacteria.

    En países como los Estados Unidos, aunque no se trata de una infección de informe obligatorio, los datos de una vigilancia activa muestran unas tasas de infección anual entre 1982 y 1986 de 7.4 casos por millón de habitantes, correspondientes a 1,850 casos anuales con 425 muertes atribuibles por año1. La mayoría de los casos se concentran en la población menor de un mes y mayor de 60 años. Sin embargo, es preocupante la descripción de brotes alimenticios desde 1983 donde se afecta población general y los cuales se han asociado más frecuentemente con el consumo de quesos blancos y de leche2,9.

    La meningitis o meningoencefalitis es la forma clínica más común en personas mayores de 40 años. Muchas veces la meningitis listérica ocurre como complicación en individuos debilitados, alcohólicos, en pacientes con neoplasias o que reciben corticosteroides10.

    La importancia de los alimentos contaminados en los brotes ha sido documentada en dos estudios realizados por el CDC en donde se demostró la alta prevalencia de alimentos contaminados en el refrigerador de las personas afectadas durante un brote y en las cuales se encontraron cepas con patrones electroforéticamente similares. El nivel de contaminación más alto se encontró en carnes y pollos precocidos y 32% de los casos en general pueden ser atribuidos a esta clase de comida1.

    La transmisión hombre a hombre no ha sido documentada excepto en los casos de transmisión vertical madre-hijo y por contaminación nosocomial en la sala de recién nacidos. La infección comienza después de la ingestión del microorganismo; aunque el inóculo exacto para producir enfermedad es desconocido, se cree que por lo menos se necesitan más de 109 microorganismos, sumados a otros factores que pueden aumentar la susceptibilidad, tales como el uso de antiácidos y bloqueadores H2. El período de incubación de la infección invasiva es desconocido pero se cree que va de 11 a 70 días con un promedio de 31 días. La Listeria atraviesa la barrera mucosa del intestino por endocitosis activa de las células endoteliales; una vez en el torrente sanguíneo, el organismo se disemina a otros sitios, en especial el sistema nervioso central (SNC) y la placenta1.

    El inicio de la meningoencefalitis puede ser repentino, con fiebre, dolor de cabeza, náuseas, vómito y signos de irritación meníngea o puede ser subaguda particularmente en inmunocomprometidos o ancianos. En pacientes normales o inmunocompetentes, la infección se manifiesta como endocarditis, lesiones granulomatosas en el hígado y otros órganos, lesiones cutáneas papulares, pústulas o abscesos internos y puede manifestarse con síntomas agudos con fiebre y similares a los de la influenza o dengue. Los neonatos afectados pueden nacer con septicemia o desarrollar meningitis aunque la madre sea asintomática. La tasa de mortalidad en estos casos es de 30% y puede aumentar a 50% cuando ocurre en los primeros 4 días de vida8,11.

    El reservorio de la bacteria son los animales domésticos y los mamíferos salvajes. Tiene un amplio espectro de huéspedes animales: 37 especies de mamíferos y 17 de aves. Los más susceptibles son los ovinos, los caprinos y bovinos. Se encuentra en las heces de hombre y los mamíferos y las mujeres pueden ser portadoras asintomáticas de la bacteria en la vagina. El microorganismo puede vivir libremente en el agua. En varios países latinoamericanos se han descrito brotes en ovinos; en el Perú se comprobó la enfermedad en pollos y en Argentina y Uruguay en canarios12.

    En las mujeres embarazadas, los síntomas que preceden algunos días o semanas al aborto o al parto pueden ser escalofríos, con aumento de la temperatura corporal, cefalea y mareo. Estos episodios se pueden repetir o no antes de dar a luz un feto muerto o a un niño a término agudamente enfermo. Esta infección se informa poco en países en desarrollo; la descripción de casos y brotes es más frecuente en Europa y EE.UU., debido básicamente al aumento de individuos susceptibles, tales como los inmunosuprimidos. Sin embargo, en países en desarrollo es cada vez más frecuente esta infección lo que hace pensar en la necesidad de establecer medidas de diagnóstico y control al respecto1.

    Desde 1994 en la FCVL se ha observado con frecuencia el aislamiento de L. monocytogenes particularmente en pacientes inmunosuprimidos; por este motivo a continuación se describen las principales características clínicas de los casos así como el comportamiento in vitro de esta bacteria con el fin de señalar la importancia de esta infección en Colombia y la necesidad de orientar conductas dirigidas al mejoramiento del diagnóstico, tratamiento y prevención de la entidad.

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