Carta sobre las exigencias del pensamiento apologético y sobre el método filosófico en el estudio del problema religioso
Enviado por Edison Tamayo Castaño
- Introducción
- Carta sobre las exigencias del pensamiento contemporáneo en materia de apologética y sobre el método de la filosofía en el estudio del problema religioso
- El punto precisamente filosófico en el problema religioso y el método propio para abordarlo
- La mutua renovación de las perspectivas filosóficas y religiosas por la acción plenamente consecuente del pensamiento moderno
- Bibliografía
Carta sobre las exigencias del pensamiento contemporáneo en materia de apologética y sobre el método de la filosofía en el estudio del problema religioso
INTRODUCCIÓN
La carta es resultado de la necesidad de Blondel de dar respuesta o aclarar la crítica que ha considerado su estudio sobre "L Actino" como un conducir la apologética cristiana al terreno psicológico. Frente a esta situación, en la primera parte de la carta, Blondel rechaza los anteriores intentos de la apologética que no resisten una crítica radical. El autor se muestra firme al afirmar que no se ha dedicado a restringir el problema religioso al campo de la psicología, por eso, introduce su intervención diciendo: "contra esta impugnación que afecta a todo el método de la filosofía religiosa y contra esta interpretación que transforma todo mi pensamiento protesto y me explico"[1].
El interés de Blondel está en la utilidad que encuentra en examinar con rigor y sin acepción alguna las exigencias legítimas del pensamiento moderno en materia de apologética. Bajo este punto de vista inicia Blondel su discusión con los métodos de argumentación que, a la vista de la crítica racional le parecen "falsos o defectuosos o insuficientes o excesivos o incompletos".[2] Creo que la genialidad de Blondel al momento de abordar estos métodos, consiste en que no los toca como él mismo dice "por la vana satisfacción de despreciarlos" sino porque, ellos mismos le ofrecen una utilidad, por lo cual, las objeciones a esos métodos las convierte en pruebas esclarecedoras. La intención del autor responde, además, a un orden de búsquedas que le permitan llegar a una convicción estricta "y, si es posible, técnicamente racional."
CARTA
SOBRE LAS EXIGENCIAS DEL PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO EN MATERIA DE APOLOGéTICA Y SOBRE EL MéTODO DE LA FILOSOFÍA EN EL ESTUDIO DEL PROBLEMA RELIGIOSO
La carta está dividida en tres partes: en la primera parte "LOS DIVERSOS MéTODOS DE APOLOGÉTICA Y SU ALCANCE", Blondel precisa mostrar por qué estos tipos de apologética no son filosóficos en sentido propio y técnico de la palabra. A estos métodos los llama "falsa filosofía" señalando que el vicio al que se llega es: "hacer a la verdad solidaria de un error de método o de una insuficiencia de argumentos"[3].
Además, considera Blondel que las razones de quienes siguen este método son vanas e inútiles; "es un servicio que hay que prestar a la verdad el privarla de tales apoyos y el desenmascarar su debilidad"[4]. Blondel se refiere a los conflictos de la ciencia, la metafísica y de la religión y al esfuerzo que ha hecho el hombre para restablecer la armonía turbada frente a lo cual, nuestro autor, no encuentra una justificación al hecho de buscar en teorías científicas enseñanzas directas para un filósofo. Pero añade Blondel: "sin embargo, sería erróneo creer que las ciencias no tienen ninguna relación fundamental con las cuestiones vitales o ningún papel en la solución de los grandes problemas que atañen a nuestro destino"[5].
Según Blondel otros apologistas "descartan las objeciones del racionalismo contra lo sobrenatural, y frecuentemente se limitan en este aspecto negativo, a rechazar las pretensiones del naturalismo", sostiene que además se considera al cristianismo como un hecho histórico principalmente, sometido a las reglas propias de la crítica del testimonio, que, "la filosofía no tiene virtualidad en el terreno específico de su competencia, para señalar la presencia, de hecho, de lo sobrenatural y que la filosofía debe mucho más en el dominio de las ideas y menos en el dominio de los hechos".[6] Por lo tanto, esta llamada "apologética histórica" aunque con valor para el hombre y para el historiador, no tendrá el mismo valor "para cualquier espíritu que lleve hasta un extremo legítimo las exigencias del filósofo" y, Blondel llega aún más lejos afirmando: "ya que, por hipótesis, la fe permanece un don gratuito, ninguna apologética, por demostrativa que se la suponga, puede comunicarla o producirla"[7]. Haciendo esta afirmación se llega a una distinción entre filosofía y teología refiriéndose a la cuestión de hecho sobre la que no puede pronunciarse la filosofía, que a su vez no puede negar, por ejemplo, la acción divina en acontecimientos habituales, es incompetente al afirmarlos, lo cual prueba cómo en el caso de los milagros aparece "un testimonio escrito en una lengua distinta de aquella en que es juez la filosofía"[8]. Aún criticando estos métodos de apologética considera que tratándose de la manifestación "del acuerdo entre las enseñanzas y la disciplina de la Iglesia con las necesidades de nuestra razón y voluntad, todos estos argumentos son persuasivos, están fundados; y, en modo alguno, quisiera menospreciar su saludable eficacia"[9].
Página siguiente |