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Nuevas estrategias terapéuticas en Hidatidosis (página 2)

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Actualmente existen tres opciones terapéuticas para el tratamiento de la hidatidosis: cirugía, aspiración con guía ecocardiográfica y quimioterapia. Cada una de estas modalidades terapéuticas presenta limitaciones dependiendo de cada caso en particular. La quimioterapia es el tratamiento de elección cuando los quistes son inoperables, demasiado numerosos o el paciente se niega a la realización de la cirugía (3,4). Este tratamiento también es aplicado en combinación con la cirugía como profilaxis contra la diseminación del contenido quístico y para minimizar la recurrencia de los quistes (3). Los agentes más exitosos aprobados son los benzimidazoles mebendazol y albendazol. Para el tratamiento de la hidatidosis humana el mejor agente farmacológico disponible es el albendazol (2,5). Tanto éste como el mebendazol actúan uniéndose a la beta tubulina parasitaria inhibiendo la polimerización de la tubulina y el transporte de glucosa microtúbulo dependiente (3), causando depleción del glucógeno, alteraciones degenerativas en el retículo endoplásmico y mitocondrias de la capa germinal, incrementando el número de lisosomas y produciendo autólisis celular (4). La toxicidad selectiva depende de que la unión específica muy ávida con la beta tubulina parasitaria se produce a concentraciones mucho menores de las necesarias para unirse a proteínas de mamíferos (5). Aparentemente estos fármacos primero actuarían sobre las capas externas del quiste, llevando a una marcada reacción inflamatoria que alteraría la homeostasis parasitaria provocando la pérdida gradual de vitalidad de los protoescólices y la capa germinal (4).

Si bien se había sugerido que el praziquantel podía resultar efectivo en el tratamiento de la hidatidosis, hoy se considera que el efecto no es significativo y se prefiere el uso de albendazol (5).

La mayor parte de los estudios indican que la eficacia del albendazol medida por la desaparición de los quistes es menor del 30% en circunstancias ideales. Pero un 60% de los quistes muestran alguna respuesta en el curso de la farmacoterapia (disminución del tamaño, despegamiento de componentes del quiste de la pared). Este fármaco debe ser administrado diariamente por cuatro a seis semanas y este ciclo debe ser repetido dos o tres veces más para evitar las recidivas (2,5). Se observó, utilizando control ultrasonográfico, que luego de tres meses de tratamiento se producía una mayor pérdida de viabilidad de los quistes que en aquellos tratamientos realizados por un mes (6). En otro estudio se comprobó gran eficacia en el tratamiento de la hidatidosis hepática luego de tres meses de tratamiento ininterrumpido (4). En la mayor parte de los pacientes estudiados se observó interrupción del crecimiento de los quistes pero no una completa resolución (3).

Los factores críticos para que la droga resulte adecuada en el tratamiento parecen ser la capacidad que posea para penetrar la pared del quiste y la persistencia de niveles adecuados de droga activa en el sitio de acción (o metabolitos activos). En ciertos estudios se comprobó que resultaba más importante el tiempo de exposición a la droga que la concentración alcanzada (6). La mayor eficacia del albendazol comparado con el mebendazol o el prazicuantel se relaciona con la mayor penetración y absorción que posee el primero (2). Comparado con el mebendazol, el albendazol presenta una mayor biodisponibilidad oral y su metabolito hepático – sulfóxido de albendazol – presenta actividad antiparasitaria, mientras que la metabolización del mebendazol transforma a la droga en inactiva (5,7) y las concentraciones alcanzadas en los quistes resultan mucho menores (4). El albendazol alcanza en los quistes concentraciones del 20% de la concentración plasmática (5).

El albendazol, de acuerdo a los estudios realizados, resulta bien tolerado en la mayor parte de los pacientes. El efecto adverso más frecuentemente notificado fue la elevación de las transaminasas hepáticas (6,8) debido probablemente a complicaciones colestásicas (8,9). Esta droga resulta teratógena y embriógena en animales, por lo que se prefiere evitar su uso en embarazadas (5).

Un punto aún no resuelto es el efecto parasitostático o parasiticida logrado por estos fármacos (4,7,8). Si resultaran ser solamente parasitostáticas entonces el tratamiento debería prolongarse el mayor tiempo posible (8). No puede descartarse el desarrollo de fármacorresistencia como causa de la disminución o el fracaso en la respuesta terapéutica (4). Una de las mayores dificultades a resolver es la definición de criterios que permitan identificar el efecto parasiticida y la determinación de la duración adecuada del tratamiento para que resulte exitoso (10). La realización de estudios comparando el efecto de la farmacoterapia aislada contra la cirugía o la aspiración resulta éticamente incorrecto pues se están limitando las posibilidades terapéuticas, únicamente puede realizarse en quienes no es aplicable otro tipo de terapia y los resultados obtenidos en estos casos resultan muy limitados.

Una droga que se propone como candidata para el tratamiento es el oxfendazol. Pertenece también al grupo de los benzimidazoles, pero posee una vida media mucho mayor que el albendazol y también resulta efectiva contra el estadío adulto de E. granulosus. Aún no se ha realizado un estudio en el que se compare la eficacia de ambas drogas ni tampoco se ha probado su uso en humanos, pero los estudios realizados en animales demuestran gran actividad de la droga (97% de los protoescólices presentes en los quistes fueron eliminados) (2).

En resumen, la terapia farmacológica no debe considerarse en oposición sino complementaria a la cirugía o la punción de los quistes y la droga que hoy se prefiere es el albendazol (4).

Cirugía

En la actualidad, las técnicas quirúrgicas siguen siendo la herramienta terapéutica de elección para los casos de hidatidosis humana. Según recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) este tipo de tratamiento es el recomendado en las siguientes situaciones (11):

  1. Quistes hepáticos de gran tamaño y con numerosas vesículas hijas.
  2. Quistes hepáticos únicos de localización superficial y susceptibles de ruptura espontánea.
  3. Quistes infectados.
  4. Quistes que posean comunicación con la vía biliar.
  5. Quistes que ejerzan una presión importante, generando un efecto de masa ocupante, sobre los órganos vecinos.

Asimismo, las técnicas quirúrgicas se encuentran contraindicadas en las siguientes situaciones (11):

  1. Quistes múltiples
  2. Quistes de difícil abordaje o localización no accesible
  3. Quistes no viables
  4. Quistes parcialmente o totalmente calcificados
  5. Quistes de muy pequeño tamaño

Los métodos quirúrgicos para el tratamiento de la Hidatidosis humana incluyen la remoción del quiste intacto, o bien la evacuación del contenido quístico seguido de la excisión del quiste o su drenaje externo.

A continuación describiremos brevemente las alternativas de técnicas quirúrgicas para hidatidosis humana (12):

Las vías de abordaje son esencialmente cuatro, y dependen principalmente de la ubicación anatómica del quiste. Son las siguientes:

  • Laparotomía subcostal derecha: Para quistes ubicados en la región anteroinferior del hígado.
  • Incisión mediana supraumbilical: Para quistes ubicados en el lóbulo hepático izquierdo.
  • Toracofrenotomía posterolateral derecha a nivel de la octava costilla: Para quistes de localización posterosuperior.
  • Toracofrenolaparotomía derecha: Para grandes quistes que comprometen la mayor parte o todo el lóbulo hepático derecho. Su uso es excepcional.

Una vez localizado el quiste, se aísla el campo quirúrgico con compresas a fin de evitar la contaminación por el liquido hidatídico. Realizado esto se procede a punzar el quiste para descomprimirlo. Se procede luego a la abertura de la adventicia evacuando las membranas hidatídicas por aspiración o con el empleo de un instrumento tipo cuchara. Completado el proceso de evacuación se inspecciona la cavidad en busca de recesos o comunicaciones con la vía biliar. En el caso de que las mismas no existan se procede al lavado con agentes escolicidas. La membrana adventicia o su cavidad residual pueden ser tratadas con técnicas de drenaje o por técnicas de resección (12). Comentaremos brevemente las mas significativas:

  1. Técnicas de drenaje: Están destinadas a drenar la cavidad adventicia una vez evacuado el quiste (12).
  • Marzupialización directa: Se fijan los bordes de la adventicia a una incisión para que quede la cavidad abocada al exterior. Su indicación es poco frecuente (12).
  • Marzupialización indirecta: Se procede a drenar con tubos la cavidad adventicia luego de evacuar el quiste (12).
  1. Técnicas de resección: Son aquellas en las que se practica la extirpación parcial o total de la membrana adventicia (12).
  • Resección de la adventicia emergente: Evacuado el quiste, se extirpa la membrana adventicia que sobresale en la superficie hepática, quedando el resto abierto a la cavidad peritoneal. Indicado para quistes periféricos pequeños y sin comunicación con la vía biliar (12).
  • Periquistectomía total: Resección de toda la membrana adventicia en el plano existente entre ésta y el parénquima hepático. Puede realizarse una vez evacuado el quiste, y en ciertas oportunidades, sobre todo en quistes no muy grandes, sin apertura previa de estos. Es la técnica de elección (12).
  • Resección hepática: Se reseca el quiste con el parénquima circundante. Su indicación es poco frecuente y se emplea cuando existe muy escaso tejido en torno a la lesión (12).

Cabe destacar que las técnicas de resección tienen menos complicaciones postoperatorias que las de drenaje, por tal motivo siempre que sea posible se optará por las primeras (13). Las complicaciones a las que hacemos referencia son las siguientes: infección de la cavidad resultante, colangitis esclerosante aguda, septicemia y fístulas biliares. Asimismo las técnicas quirúrgicas de resección requieren menor tiempo de hospitalización que las de drenaje (13). Con respecto a la mortalidad perioperatoria, estas técnicas presentan un porcentaje muy bajo (menor al 5%); el porcentaje de complicaciones postoperatorias se encuentra entre el 10% y el 80% y el riesgo de recurrencia es del 2% al 10% para las técnicas de resección, aumentando este valor para las de drenaje (14, 15, 16). A largo término, los procedimientos mas radicales están asociados con menores complicaciones postoperatorias que las técnicas conservadoras.

En resumen, las técnicas quirúrgicas hoy en día son la herramienta terapéutica de elección. Con las mismas se logra la cura del 90% de los casos de hidatidosis, dependiendo del número de quistes y del adecuado tratamiento médico. Algunas de las complicaciones postoperatorias (ruptura del quiste con riesgo de hidatidosis secundaria, etc.) pueden evitarse empleando el siguiente esquema de profilaxis con benzimidazoles : 4 días preintervención y de 1 a 3 meses postintervención (11). Las metas de la terapia quirúrgica son básicamente tres: 1) erradicación del parásito; 2) prevención de la ruptura del quiste con el consecuente riesgo de diseminación de los elementos viables de E. granulosus y 3) extirpación de la cavidad residual con preservación del tejido del órgano afectado (15).

Drenaje percutáneo

  • Punción, aspiración, instilación, reaspiración (PAIR): Además de la cirugía y el tratamiento farmacológico con benzimidazoles, una tercera opción para el tratamiento de casos de hidatidosis hepática es la técnica PAIR. Las siglas de esta técnica derivan de los pasos involucrados en este procedimiento y que a continuación detallaremos brevemente:

P: Punción del quiste bajo monitoreo ultrasonográfico.

A: Aspiración del contenido quístico.

I: Instilación de agentes escolicidas dentro de la cavidad del quiste.

R: Reaspiración de la solución luego de aproximadamente 10 minutos sin recurrir al drenaje.

Esta técnica, poco invasiva, ha demostrado tener excelentes resultados en pacientes en los cuales la cirugía no era posible o estaba contraindicada (16,17). Los agentes escolicidas utilizados son: solución de nitrato de plata al 20%, solución salina hipertónica al 30% o etanol al 95%. La instilación de estos agentes se encuentra contraindicada en pacientes que presenten fístulas biliares o en los casos en los que se detecte bilis en el líquido aspirado en primera instancia, ya que existe un riesgo muy alto de producir colangitis esclerosante. Otras contraindicaciones de este tratamiento son quistes superficiales (riesgo de escape del contenido del quiste con el riesgo de hidatidosis secundaria o reacciones de hipersensibilidad) así como quistes inactivos o lesiones calcificadas (11).

Según normas de la OMS para el tratamiento de hidatidosis, previo a la realización de la técnica PAIR se debe administrar por el lapso de 4-7 días benzimidazoles, como así también durante 1 mes (albendazol) o 3 meses (mebendazol) luego de concluido el procedimiento (11, 14, 16, 18). Sin embargo, en ciertos estudios la duración del tratamiento ha sido menor a la recomendada (17) o el mismo no se ha realizado (17,19). El objetivo de la terapia con benzimidazoles es fundamentalmente profiláctico, es decir, está destinado a proteger al paciente en caso de que se produzca escape del contenido del quiste.

Con respecto a las complicaciones del tratamiento, las más comunes son menores, tales como fiebre, urticaria o hipotensión, remitiendo las mismas en un plazo menor a las 24 hs. (19). En los estudios realizados no se han reportado casos de mortalidad y de diseminación abdominal o de reacciones anafilácticas (16,17,18,19). La tasa de recurrencia es menor al 10% (16,17,19). El principal beneficio de este procedimiento es el de ser mínimamente invasivo y mucho menos riesgoso que la cirugía (11,13). También resulta útil como herramienta diagnóstica y permite remover un gran número de protoescólices y de antígenos parasitarios con el líquido aspirado. Además, el tiempo de hospitalización es menor, lo que conlleva un menor gasto en comparación con la cirugía (11).

En resumen, la técnica PAIR ofrece una posibilidad de tratamiento para aquellos pacientes en los cuales la cirugía no es posible o está contraindicada. Posee muy bajo porcentaje de complicaciones y recurrencias, además de ser una técnica poco invasiva y de menor riesgo que la cirugía. Conjuntamente con una terapia profiláctica con benzimidazoles se obtienen excelentes resultados a largo plazo. Aún es una técnica poco estandarizada y requiere de personal entrenado en este tipo de procedimientos.

  • D-PAI: Esta técnica es una modificación de la técnica PAIR. La misma consta de dos etapas. En un primer paso se procede de la misma manera que en la técnica PAIR: bajo monitoreo ultrasonográfico se realiza la punción del quiste, se aspira su contenido, se instila un agente escolicida, se lo deja actuar por aproximadamente 10 minutos y se reaspira el contenido quístico (18).

El segundo paso de esta técnica se repite a los tres días y contempla las mismas etapas, salvo que luego de instilado el agente escolicida no se vuelve a reaspirar.

En un estudio (18) se usó como agente escolicida etanol al 95%. La decisión de no reaspirar en la segunda etapa se debe principalmente a tres causas, a saber (18):

  1. El alcohol ha demostrado ser un agente escolicida efectivo (por deshidratación de los organismos viables) y con pocos riesgos de desarrollo de colangitis esclerosante.
  2. No se registraron casos de alcoholemia luego de la instilación del escolicida.
  3. Un contacto prolongado entre el parásito y el agente escolicida aumenta las posibilidades de destrucción de los escólices viables.

Cabe destacar que en esta técnica se aplicó el esquema profiláctico con benzimidazoles: 4-7 días pretratamiento y 1-3 meses post-tratamiento.

Los resultados obtenidos fueron excelentes, con muy bajo riesgo de complicaciones, no habiéndose registrado casos de reacciones de hipersensibilidad, diseminación abdominal o mortalidad. Esta técnica mantiene los beneficios de ser poco invasiva, de bajo riesgo para el paciente y de ser menos costosa (18). Posteriores estudios de seguimiento a largo plazo serán necesarios para determinar la efectividad esta técnica.

Terapéuticas alternativas en estudio

Se realizaron experiencias utilizando INF gamma como adyuvante de la terapia farmacológica convencional observándose disminución del crecimiento de los quistes (20,21). Aparentemente lo que se lograría con esta terapia es estimular la respuesta inmune celular del hospedador, controlando el desarrollo parasitario (21).

Por otro lado, se comprobó la efectividad de la inmunización de ovejas con homogenatos de las oncósferas o con sus secreciones. La inmunidad generada en estos animales persistía por 12 meses. Esta vacuna podría ser utilizada para controlar la transmisión de E. granulosus en sus hospedadores intermediarios naturales (particularmente los ungulados domésticos) (22).

Conclusión

Luego de haber expuesto las diferentes estrategias terapéuticas, consideramos que el tratamiento de elección continúa siendo la cirugía. A pesar de su tasa de complicaciones post operatorias esta técnica ofrece un elevado porcentaje de cura parasitológica (90%) y una baja tasa de recidivas (14, 15, 16). La combinación de esta técnica con la terapia farmacológica aumenta la efectividad de la técnica quirúrgica y disminuye el porcentaje de complicaciones y recidivas (4,23).

La técnica PAIR asociada a la terapia farmacológica con benzimidazoles ha demostrado ser tan efectiva como la cirugía y además presentar una menor tasa de complicaciones, ser menos invasiva y menos riesgosa para el paciente (11,23), hechos que la postulan como una de las principales herramientas terapéuticas en el futuro. Resta para esto perfeccionar y estandarizar la técnica.

En cuanto a la terapia farmacológica, se considera al albendazol la droga de elección (4) y si bien el oxfendazol ha demostrado ser más efectivo en modelos animales (2), debe comprobarse su efectividad en humanos (2). Aún no están establecidos los resultados a largo plazo de la terapia farmacológica.

En los últimos años, han surgido líneas de investigación para desarrollar nuevas herramientas terapéuticas para el tratamiento de la hidatidosis (20,21,22). La más promisoria de éstas es el desarrollo de una vacuna para controlar la infección de los hospederos intermediarios naturales del parásito. Aún no se ha desarrollado una vacuna para aplicarse en humanos.

En conclusión, creemos que si bien la terapia quirúrgica continúa siendo la elección, se debería tender a perfeccionar y estandarizar otras estrategias terapéuticas que resulten más efectivas, menos invasivas, menos riesgosas y de menor costo, como ser fármacos, técnicas de drenaje percutáneo y vacunas.

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