El problema de la subjetividad en el diagnóstico y la intervención psicológicas
Enviado por Joaquín Márquez Pérez
RESUMEN:
La presente monografía presenta las reflexiones del autor sobre la cuestión histórica del acoso del fantasma de la subjetividad al dato con que opera la Psicología. Precisa como las frágiles posiciones de la Psicología de la conciencia fueron gradualmente superándose en los postulados del Psicoanálisis primero, del Conductismo luego, hasta llegar a la claridad de comprensión filosófica del problema por la Psicología soviética (a pesar de su incapacidad de teorizar en categorías propiamente psicológicas). Se precisa como las estrategias aportadas por cada escuela en aras de obtener un conocimiento psicológico lo más confiable y objetivo posible, redimensionadas por las posibilidades de la informática digital moderna, terminaron exorcizando el estigma de la subjetividad. Luego se evalúa este antiquísimo dilema desde la perspectiva de la esencia contradictoria de la personalidad: ¿individualidad o socialización?
El trabajo termina revisando este problema desde la arista de la psicoterapia y la necesidad de trabajar con modelos genéricos de tratamiento que obedezcan a las generales de los desórdenes a tratar o de adecuarse a las irrepetibles características de la individualidad de cada persona aquejada por un trastorno psicológico.
INTRODUCCIÓN
Cuando en lo que podía reconocerse como una escuela de pensamiento propiamente psicológico Wundt ( en su afán por explorar lo que consideraba objeto de su ciencia: la conciencia y sus atributos o propiedades psicológicas internas) desarrollaba el método introspectivo (Reuchlin M,1963), legaba a la Psicología su primer procedimiento particular de investigación y abría las puertas, inevitablemente, al estigma mayor con que desde entonces ha cargado todo investigador o profesional de esta ciencia: la falta de credibilidad por la objetividad del dato obtenido ante el acoso del fantasma de la subjetividad.
Sea pues ese un tema obligado para la reflexión dada su importancia teórica y su innegable presencia en el quehacer profesional.
DESARROLLO
El método introspectivo que preconizaba Wundt obligaba al individuo a volcarse hacia si mismo en una mirada interior como única vía para conocer la conciencia y su contenido. Pobre recurso para aquel que pretendiese, a partir de esos datos, generalizar conclusiones objetivas.
Lo endeble del procedimiento no resistía ni siquiera el indiferente escepticismo de otros profesionales no psicólogos y sucumbía a los rigores del método científico con un estertor prolongado: la Psicología como ciencia se negaba a ser abortada a pesar de lo ineficaz de su primer procedimiento. Esa resistencia dejó un resultado poderoso.
La Viena de fínales del pasado siglo fue testigo del hecho más importante hasta la actualidad para el pensamiento psicológico. De la experiencia clínica de un médico con entrenamiento en Neurología surgía el primer pilar de la Psicología moderna: el Psicoanálisis (Márquez,1998).
Freud desarrolló una teoría psicológica y elaboró un modelo coherente con su método de investigación y su quehacer terapéutico.
En su opinión la conducta humana era una función dominada decisivamente por mecanismos inconscientes cuya eficacia reguladora dependía del rejuego interactivo de los tres niveles estructurales del funcionamiento de la personalidad: el Ello, el Yo y el Super Yo (Id, Ego y Super Ego), de lo que se desprendía la necesidad de explorar dichas instancias y, precisamente aquí se abría el gran abismo ante los planteamientos de Wundt. Para el autor del Psicoanálisis la autoexploración (autoanálisis) era imposible. Él mismo lo intentó por más de 40 años con resultados nulos.
En su opinión el terapeuta podía explorar el inconsciente de su paciente con la seguridad que le daba estar "fuera", pero cuando esa decisión la volvía hacia sí mismo la activación de las resistencias del Yo arruinaban el intento (Weiten, Lloyd, Lashley, 1991); así pues, el Psicoanálisis echaba por tierra el método creado por la Psicología de la Conciencia: primero la exploración de la conciencia carecía de sentido si no era en ella, si no en su antípoda, el inconsciente, donde radicaban los contenidos, mecanismos y conflictos que regulaban la conducta, y segundo, la autoexploración del inconsciente resultaba imposible.
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