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La escritura femenina ante la violencia


Partes: 1, 2

    1. Armadura de piedra
    2. Sangre
    3. A manera de conclusión
    4. Bibliografía consultada por orden de libros citados

    Di tu palabra. Si nadie te escucha, habla con los astros, con la sombra que pasa .Elige un sitio de resplandor oculto. Antonia Palacios

    La poesía es la conciencia más fiel de las contradicciones humanas, porque es el martirio de la lucidez (…) María Zambrano

    Cuatrocientos años antes de Cristo, Aristófanes, dramaturgo griego y maestro en el análisis del comportamiento humano, escribe la obra Lisístrata, cuyo nombre significa "la que dispersa los ejércitos". Ella es la mujer de un soldado ateniense, que agotada por las continuas guerras entre Atenas, Esparta y otras regiones griegas, reúne a las mujeres de distintos bandos y les propone iniciar una huelga de abstinencia sexual. En un principio las mujeres manifiestan su desacuerdo, pero ella logra convencerlas de que no tengan relaciones íntimas con sus esposos hasta que éstos firmen la paz. Los hombres, frustrados por la veda sexual, resuelven dejar la lucha, firman la paz y ponen fin a la huelga de sus mujeres.

    Esta obra es un ejemplo extraordinario del esfuerzo pacífico y organizado por oponerse a los desafueros de la guerra. Cabe advertir que no estoy de acuerdo en otorgar el poder a un solo grupo de la sociedad. Sobre un gobierno de mujeres con exclusión de los hombres es pertinente mencionar la obra El Parto, farsa en dos tiempos de Helena Sasssone, que obtuvo la Mención de Honor del Premio de Dramaturgia José Ignacio Cabrujas otorgado por el Círculo de Escritores de Venezuela. Esta obra dramática penetra en las contradicciones de una sociedad regida solo por mujeres, que por natural reacción ante los atropellos sufridos por la predominancia del varón, ha caído en los mismos vicios que conlleva el abuso del poder.

    La violencia armada y los regímenes totalitarios son el peor azote de la humanidad, fuente inagotable de sufrimiento y de miseria. Aún hoy agobia a pueblos enteros, algunos de ellos por motivos religiosos, étnicos, culturales, económicos, generalmente a causa de la ambición de poder como razón fundamental. Y a propósito de las perversiones que acarrea el poder absoluto, deseo centrar este trabajo en tres libros muy recientes, que coinciden en una conciencia histórica notable acerca del drama del totalitarismo y la violencia.

    Se trata de los poemarios Armadura de piedra de Edda Armas (Fondo editorial Pequeña Venecia, 2005), Cuerpos de resistencia de Magaly Salazar Sanabria (Círculo de Escritores de Venezuela, 2006) y Sangre de Anabelle Aguilar (Grupo Editorial Eclepsidra, 2002). Sin que así haya sido, estas mujeres venezolanas parece que hubieran llegado a un acuerdo para escribir estos libros. Es como si la sensibilidad ante los desmanes del poder y la escalada de injusticias en el mundo que nos rodea, hubiese golpeado la sensibilidad de estas tres mujeres como el restallar de un latigazo:

    Armadura de piedra

    Volver al escalpelo / abrir el pecho del hombre / interrogarlo. Edda Armas

    El poemario Armadura de piedra abre página con un epígrafe de Walt Whitman: "Dios maldiga las guerras, todas". En el poema I se escucha la voz de la poeta, Al descampado que dice: "Volverán, / Ahora son fantasmas, seres / inanimados, nombres apenas / La historia los destruye / les quema las alas / van con el alma desprovista / en la orfandad de una vigilia / encadenada sin día ni noche." (…).

    Evoco de inmediato una figura de carne y hueso, una mujer pálida, y exánime por la ausencia de amor y de cuidados. Se trata de Ingrid Betancourt, convertida junto con otros ciudadanos en escudo humano de una guerra perversa, de la cual tuve lejana noticia a través de la prensa hace ya tiempo, pero que ahora se me prende al alma en las madrugadas y la encomiendo a la Madre de Jesús de Nazaret, para que la guarde en su Amante Corazón. Ella junto a sus compañeros de cautiverio, es ciervo indefenso, objeto de canje para sus guardianes, esclavos de la sinrazón, capaces de jugar con las vidas humanas como si fuesen muñecos, por conservar sus posiciones de poder. Imagino también el frío, el miedo, las heridas de los jóvenes en Irak, en Gaza, en Kenia, y sus mujeres abandonadas en desesperación, sin saber donde están sus maridos o los hijos de sus entrañas. O el pueblo de Ruanda, a quien dejan morir de hambre los gobiernos mientras la gente tira las sobras de comida en la basura. Ante todos estos males, los versos de Edda Armas, de una terrible lucidez,, vienen a tocar a las puertas de los corazones de los seres humanos que andan sin armadura, a pecho descubierto: Una desgarradura en la tiniebla : "(…) somos esta circunstancia /este cielo eclipsado / este olvido de lo humano / (…) /una inexactitud en el dolor / que nos aflige sin retorno."

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