- La cabaña del pintor
- La Compañía Cisneros
- La Delfina
- Embeleso
- El chiqui cha del tren
- Las lavanderas
- Don Sabulón –El Sacamuelas-
- Regálame una plegaria
- El clavelito rojo
- Nuestro amigo "Caliche"
- El canto del chamón
- Se fue con el verano
- Pericles
Presentación
En la elaboración de estos cuentos, se puede apreciar en unos, mucha ficción basada en algunos elementos verídicos y, en otros, muchos elementos reales con algo de ficción; pero en todos hay imágenes de diferentes épocas y en distintos lugares. Seguramente, también encontrarán elementos de cuentos tejidos en el imaginario popular; por eso los he denominado "CUENTOS VILLANOS", es decir cuentos de la villa.
En cuanto se refiere a la parte operacional, estos textos tienen, obviamente, las características que les imprimen el sistema de escritura; por eso, para alcanzar el grado de espontaneidad y viveza de la oralidad, se ha tenido que recurrir a todos los medios lingüísticos con mucha paciencia y algo de pericia.
Finalmente, quiero comentarles que la escritura de estos cuentos me ha dado gran satisfacción porque sus personajes, por mucho tiempo, se convirtieron en mis únicos contertulios cuando nos permitíamos recordar esas andanzas por los caminos de la vida. De igual manera yo esperaría que los lectores pudieran encontrarse con ellos para que disfrutaran de su compañía.
EL AUTOR
La cabaña del pintor
Mina frisaba los cuarenta y cinco años con gran dignidad, mantenía su cuerpo esbelto, su elegancia capitalina y una gran facilidad para conversar. Pero insinuaba un aire de nostalgia, a veces de amargura, seguramente porque había dejado a su compañero.
La conocí el día que se presentó a la entrevista para el cargo de profesora de artes y, por sus respuestas, pude conformar una idea sobre su calidad humana y preparación; por eso la recomendé para el cargo.
Ya iniciadas las labores, se granjeó cierta animadversión de sus compañeros debido a que tenía subida la autoestima y, como ellos nunca la aceptaron en el grupo, tenía todo el tiempo para conversar conmigo. Por lo general lo hacíamos sobre asuntos académicos; pero, entre cuento y charla iba entretejiendo sus experiencias de mujer enamorada: de la niña ingenua que fue al altar con un hombre veinte años mayor, con algunas comodidades económicas; pero con deficiencias culturales y humanas.
-Por mi capricho y porque quise revelarme contra los viejos, cometí ese disparate. Pero, después de dos años de encierro, mande todo al carajo y me matriculé en la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Nacional; porque el arte era mi forma de comunicación, mi realización y mi vida.
Luego de haber salido avante en su carrera, pronto se vinculó como profesora de artes en una universidad de provincia; pero resentía el vacío afectivo que le había dejado su profesor con el viaje a Madrid. Entonces, como para ella ya nada tenía sentido, hizo las maletas y con el tiquete de ida y el corazón rebosante de alegría viajó hacia esos lares. Ahora comenta con mucha seguridad que allá vivió los dos años más plenos de amor apasionado.
Después de unos años se enteró que el pintor se había retirado de sus labores, dejado la ciudad y ubicado en el campo, en una cabaña entre frondosos pinos, con cascadas, aire fresco, claridad y luz. Allá se había instalado con su caballete, lienzos, óleos y pinceles. Pero, antes de partir, le había comentado a su amigo, al único que le quedaba, que mantenía vivo su amor por Mina y que si decidiera ir que fuera para quedarse.
Al finalizar nuestras conversaciones me decía que la próxima sería acompañada de un buen vino, queso holandés y jamón serrano. Pero tuvimos que contentarnos con un asado y unos buenos tragos de aguardiente Blanco. Luego salimos en busca de una viejoteca, era la primera vez que íbamos a bailar. Estaba de moda "El Carnaval de la Vida", y la bailamos todas las veces que la colocaron y nos la gozamos. A las ocho de la noche se despidió y le inquirí por la razón de su retiro, que no se fuera y me respondió, con un semblante triste y en tono conmovedor: -Usted no sabe profesor.
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