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Indios y gauchos en la literatura argentina

Enviado por Liliana Baldo


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Los ríos y la selva
  3. Valles y punas del noroeste
  4. El ámbito chaco – salteño
  5. Cuyo y sus huarpes
  6. Pehuén Mapu, la tierra de los pinares
  7. Los gigantes patagones
  8. Las islas australes
  9. Las pampas
  10. Civilización y barbarie
  11. Bibliografía

¿Dónde están nuestros hijos ahora que viento los barrio?

¿Dónde nuestros maizales de oro meciéndose en el sol?

¿Qué fue de nuestras huacas sagradas que fue de nuestra paz?

Víctor Heredia, Taky Ongoy

Introducción

La tragedia que a la cual guachos e indios fueron sometidos por los blancos, recopilada por Augusto R. Cortazár, resuena, todavía, sobre memoria colectiva del pueblo conquistado, esculpido por Víctor Heredia, casi medio siglo después, en las dolorosas líneas de Taky Ongoy:

"Hubo un tiempo en el que todo era bueno. Un tiempo feliz en el que nuestros dioses velaban por nosotros. No había enfermedad entonces, no había pecado entonces, no había dolores de huesos, no había fiebres, no había viruela, no había ardor de pecho, no había enflaquecimiento. Sanos vivíamos. Nuestros cuerpos estaban entonces rectamente erguidos. Pero ese tiempo acabó, desde que ellos llegaron con su odio pestilente y su nuevo dios y sus horrorosos perros cazadores, sus sanguinarios perros de guerra de ojos extrañamente amarillos, sus perros asesinos."

"Bajaron de sus barcos de hierro: sus cuerpos envueltos por todas partes y sus caras blancas y el cabello amarillo y la ambición y el engaño y la traición y nuestro dolor de siglos reflejado en sus ojos inquietos nada quedó en pie, todo lo arrasaron, lo quemaron, lo aplastaron, lo torturaron, lo mataron."

"Pero no nos han vencido, hoy, al igual que ayer todavía peleamos por nuestra libertad."

"Casi cinco siglos de destrucción sistemática y de obliteración cultural han contribuido a la desaparición de tumbas, centros religiosos, poblados y también a la extinción de las artes. No hay excusa para quienes pudieron desde sus lugares tratar de frenar ese proceso de involución cultural, no hay excusa porque vastas generaciones hemos crecido en la equivocada creencia que nuestros indios eran seres bárbaros y sin inteligencia alguna."

"Podemos todavía, sin embargo, tratar de reconstruir desde las tinieblas la historia de los pueblos de los que ni siquiera sus huesos han sido respetados."

"¿Qué hubiéramos sido, si hubiéramos podido ser en toda nuestra plenitud?"

Desarrollo

LOS RÍOS Y LA SELVA

El ámbito comprendido entre las islas del Delta y los confines chaqueños por el Norte; y desde el Paraná hasta la banda oriental del Plata y el Uruguay fue el escenario de los memorables dramas y cruentas tragedias sucedidas entre los primeros contactos y la penetración de los blancos en los dominios aborígenes(1). Esto dio material fértil para comedias de intriga y pasos de sainete, y cierta hazaña épica que incentivó la fantasía y la inspiración de los escritores:

• Los guaraníes, dieron material a Leopoldo Lugones para El imperio jesuítico.

• Los charrúas aparecieron sorprendente y trágicamente ante el blanco en Mar Dulce de Payró. Aunque tres siglos más tarde aún acompañaban a los gauchos en Montaraz, la novela histórica de Martiniano Leguizamón.

• Los timbúes fueron los más favorecidos en lo literario debido a la tradición, desde el Siripo de Laverdén hasta Lucía Miranda de Hugo Wast,

• Los guaycurúes tienen su historia en el libro del P. Florián Paucke, Hacia acá y para allá, pero que constituye una crónica y no un texto literario.

• Los mocovíes entran lejos de su esplendor, "degenerados y misérrimos", en La tierra del agua y el sol, de Mateo Booz, o en Viento norte, de Alcides Greca.

• Los pilagáes fueron recordados por Crisanto Domínguez en: Rebelión en la selva.

• Los tobas estarán representados a través de cinco libros: Los amores de una india, de Filiberto de Oliveira Cézar, en algunos capítulos de Huellas en el quebrachal, de Eduardo A. Dughera; Desde el fondo de la tierra, de Ernesto L. Castro; Naatuchic, el médico, de Fausto Burgos y Tradiciones y

leyendas de los indios del Norte, de Lázaro Fluir.

• Los charrúas fueron citados por Payró en Mar Dulce y por Hugo Wast en Myriam la conspiradora; Juan B. Ambrosetti, reflejó lo visto en su Viaje de un maturrango

• Los abipones aparecen en un folletín de Carlos O. Bunge, en la lucha con Estanislao López en Santa Fé.

• Los matacos fueron reflejados en el libro En tierras de Magú Pelá (Zorro Blanco) de Federico Gauffin.

En algunas de estas obras, "junto o frente" a los indios, se nos muestran típicas figuras de gauchos: la de Apolinario Silva, el Montaraz, en las cuchillas entrerrianas, la de Pancho Argamonte, cuatrero a la fuerza y noble gaucho salteño en realidad, de la estirpe de los que pintó Juan Carlos Dávalos en el libro Los gauchos. Los gauchos fueron también avanzada de una civilización incomprendida e ingrata para la vanguardia blanca pues, mediante la guerra o el comercio, con clamor o la pacífica convivencia, ellos afianzaron las fronteras de la Patria.

Partes: 1, 2
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