- Introducción
- Los detalles e irregularidades de la construcción
- Se desata la controversia, las irregularidades se hacen públicas
- Las construcciones controversiales continúan
- Conclusión
- Bibliografía
Introducción
La década del 1990 fue de gran auge para el sector de la construcción en Puerto Rico. Esto se debió, en gran medida, a la "bonanza" económica de los años 90 y a las obras desarrolladas, tanto por el sector privado, como por el gobierno. Esta época se caracterizó por los "mega proyectos" del gobierno, como el superacueducto y el tren urbano, así como por las "implosiones" de estructuras, las cuales se convirtieron en "espectáculos de destrucción masiva para el pueblo"[1]. Estas tendencias eran percibidas por el público como el inicio de una nueva era en la construcción en Puerto Rico.
A pesar de la percepción positiva sobre las construcciones, muchas de estas se vieron envueltas en controversias, que acapararon la atención pública y que generaron intenso debate entre sectores de la política y la construcción. Las "irregularidades" y esquemas de corrupción relacionados con estas obras afectaron su imagen ante el público. El condominio Millennium formó parte de las obras de construcción que marcaron los últimos años del siglo XX y los comienzos del XXI. La edificación de este condominio en la entrada de la isleta de San Juan fue una de las obras más controversiales y emblemáticas de la época. El edificio, "símbolo de una nueva era" como lo indica su nombre, estuvo rodeado de escándalos relacionados con su localización y la forma en que se obtuvieron sus permisos de construcción.
El caso del Millennium es digno de análisis, ya que ésta es una estructura moderna de construcción privada, que contó con toda la "permisología" de las agencias gubernamentales, pero que levantó cuestionamientos sobre la forma en que se obtuvo la misma. En éste trabajo es de mi interés analizar la controversia que rodeó a esta construcción y en lo posible ver cómo se desarrolló la "mala fama" del edificio ante la opinión pública. Para ello, analizo artículos de prensa sobre dicha controversia, así como los documentos de la investigación realizada en el año 2002 por la Comisión Independiente de Ciudadanos para Evaluar Transacciones Gubernamentales.
A mi parecer, es importante considerar el caso del Millennium como representativo de una "modalidad" observada en proyectos posteriores, que reciben aprobación de sus permisos a pesar de que éstos violentan normas y reglamentos gubernamentales de construcción. Ello es importante para ver hacia dónde se encamina el sector de la construcción y el desarrollo urbano en el Puerto Rico del Siglo XXI.
Los detalles e irregularidades de la construcción
El desarrollo y construcción del condominio Millennium se inició con la compraventa del terreno en donde se ubicaría el edificio. Este terreno era un solar de 6,653 metros cuadrados, perteneciente a la Compañía de Fomento Industrial de Puerto Rico (PRIDCO)[2], y que fue vendido a la corporación ROCCA Development en junio de 1995 por la suma de $1, 200,000. De acuerdo con el Plan de Usos del Terreno y Reglamento de Zonificación Especial para la Entrada de la Isleta de San Juan (Reglamento de Planificación Núm. 23), aprobado en 1992 por el gobernador Rafael Hernández Colón, este solar estaba clasificado como de "desarrollo especial". Dicha clasificación implicaba que los terrenos se podían utilizar para fines privados, mayormente residenciales y en menor grado para oficinas, pero siguiendo unas restricciones en el desarrollo, ocupación y uso del terreno. Las restricciones establecidas eran en las áreas de parcelación, servidumbres y puntos de acceso, condiciones de volumen, muro urbano, usos, estacionamientos, accesos vehiculares, elementos arquitectónicos y tratamiento de espacio público.
Al momento de conocerse la adquisición del solar por ROCCA Development, las cosas parecían estar en orden, sin embargo, los rumores de irregularidades en la transacción comenzaron a circular y fueron confirmados años más tarde, cuando se descubrió que el solar se había vendido sin haber sido tasado adecuadamente. Fue por ello que la propiedad se había vendido por debajo de su verdadero valor en el mercado[3]que era de $2, 000,000. Además, salieron a relucir irregularidades relacionadas con la incorporación de ROCCA Development y la forma en que su propietario, el ingeniero César B. Cabrera Morales, se las había arreglado para adquirir el terreno[4]
De acuerdo con la información publicada en la prensa y por la Comisión Independiente de Ciudadanos para evaluar Transacciones Gubernamentales (Comité "Blue Ribbon"), en agosto de 1995 el Departamento de Estado cuestionó a ROCCA su autoridad para dedicarse al desarrollo de terrenos y se negó a registrarla como corporación hasta tanto cumpliese con los requisitos de ley. No fue hasta 4 meses después de comprar el solar para el Millennium, que ROCCA logró registrarse como corporación, y aún así, en los años de 1996 y 1997 la corporación presentó informes como "corporación inactiva".
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