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El sueño de una cultura libre de presiones


Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Desarrollo

    RESUMEN

    La cultura moldea el comportamiento humano. Y, a su vez, la cultura es el resultado de la relación dinámica entre la sociedad y su historia, la economía y el individuo. ¿Cuál factor es primero o cuál tiene más peso?. Independientemente de la respuesta que demos, lo importante es reconocer que cada persona tiene –o puede tener- un grado importante de autonomía. Y si esa autonomía es posible, y si en un momento histórico la cultura se transforma en un elemento que limita la realización del ser humano, es posible que la acción consciente de un grupo social sea capaz de lograr transformaciones que conduzcan a la generación de elementos culturales liberalizadores para el individuo.

    DESARROLLO

    Que la cultura moldea al ser humano es una afirmación que hoy en día nadie cuestiona. Desde la familia hasta los medios de comunicación, pasando por toda la gama de agentes socializadores, van formando al adulto que todos terminamos siendo. Esta es una condición que a muchos hace sentir incómodo. Los que creen en la posibilidad de la absoluta soberanía individual, buscan los mecanismos que le permiten a cada persona liberarse de las trabas que impone el pensamiento y el quehacer colectivos. Los que piensan que el ser humano nace lleno de imperfecciones –los que han leído "El señor de las Moscas" de William Golding entenderán de qué hablamos- ven en la cultura la posibilidad de perfeccionamiento del ser humano. Pero más allá de la incomodidad que pueda causar, la afirmación respecto del condicionamiento cultural de la conducta individual es incuestionable.

    Es por ello que quizás nos resulte útil escudriñar en los procesos que hacen surgir, consolidarse y cambiar cualquier expresión de una cultura determinada. Repasemos algunas de las escuelas de pensamiento que propusieron respuestas a esta interrogante.

    Los psicologistas –Freud entre ellos- plantean que los fenómenos culturales derivan de factores psicológicos basados en los impulsos sensitivos. Siguiendo esta línea de análisis, esta escuela explica, por ejemplo, la cultura propia de una sociedad capitalista como consecuencia del erotismo anal, y el desarrollo de la cristiandad primitiva como resultado de la ambivalencia frente a la imagen paterna.

    Pero veamos más concretamente que plantea Freud. El parte de la analogía entre los fenómenos individuales y los fenómenos socioculturales. A la patología psíquica individual le corresponde una patología colectiva; las pulsiones personales de vida y de muerte -Eros y Thanatos- son pulsiones presentes en las sociedades y que, necesariamente, crean instituciones. Consecuentemente, por ejemplo, el complejo de Edipo tiene su correlato social e histórico. Este correlato, lo expresa Freud de la siguiente manera en su libro Tótem y Tabú, escrito en 1912:

     

    «La teoría darwiniana supone la existencia de un padre violento y celoso que se reserva para sí mismo todas las hembras y expulsa sus hijos a medida que van creciendo. […] Los hermanos expulsados se reunieron un día, mataron al padre y devoraron su cadáver poniendo así fin a la existencia de la horda paterna. Unidos, llevaron a cabo aquello que, individualmente, no habría sido posible realizar. Puesto que se trataba de salvajes caníbales fue natural que devorasen el cadáver. El banquete totémico, tal vez la primera fiesta de la humanidad, sería la reproducción conmemorativa de este acto criminal y memorable, que constituyó el punto de partida de las organizaciones sociales, de las restricciones morales y de la religión".

    Cambiando radicalmente de perspectiva, los economicistas –como los marxistas ortodoxos- explican los fenómenos culturales a partir de los intereses económicos que se generan sobre la base de la estructura de clases de la sociedad. La cultura dominante es especificada a partir de la cultura y de la ideología de la clase económicamente dominante la cual, además, utiliza los elementos culturales para proyectar y mantener su dominación. Y al hacerlo impregna el conjunto de la cultura de la sociedad con aquellos rasgos que son estratégicos para conservar el sistema que le permite asegurar la estructura de poder. Esta explicación da origen, por ejemplo, al planteamiento de que el protestantismo fue una respuesta a las necesidades históricas del desarrollo económico de la burguesía.

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