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Confrontando nuestros problemas

Enviado por Felix Larocca


  1. Nunca evitemos el contacto
  2. ¿Qué hacer ante los "insufribles"?
  3. El querer atacar
  4. Cuando no hay solución
  5. Siempre nos queda el escape
  6. En resumen
  7. Nuestra solución
  8. Bibliografía

"¿Quién no ha tenido experiencia de lo que es un conflicto? Se habla de personas conflictivas y de situaciones conflictivas, pero el conflicto es la esencia misma de la vida". FEFL en Conflicto: Solución y Lecciones.

edu.redHasta el individuo más simple intuye que la calidad de vida no depende sólo de cosas materiales (salud, trabajo, estudios, dinero, tiempo de ocio…), ya que hay otros factores que inciden en nuestro bienestar emocional. Uno de ellos es cómo nos va en el, a menudo espinoso, ámbito de las relaciones personales. Ya dentro de este espacio tan amplio, no es el menos importante cómo nos desenvolvemos ante esas personas a las que, por la razón que sea, no soportamos, ni podemos ni ver.

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Sólo la muerte anuncia el fin del conflicto. Y el principio de la paz por Frida Kahlo

"Me irrita", "no lo aguanto", "me hace la vida imposible", "me desquicia" son afirmaciones que no por enfáticas y aparentemente desmesuradas son menos representativas de una realidad que puede acabar por descomponernos.

Cada uno es como es, sin duda, y hemos aprendido, mal que bien, a llevarnos, al menos medianamente, con la gente con que congeniamos poco pero que, a nuestro pesar, vemos con cierta frecuencia.

Pero, ¿qué podemos hacer cuando la incompatibilidad es manifiesta, cuando alguien que aparece en nuestra vida con regularidad nos resulta literalmente insoportable?

Exceptuando a esos seres angelicales incapaces de llevarse mal con nadie y que tienden a ver sólo lo positivo en los demás, somos mayoría quienes nos encontramos, en espacios que no dominamos (trabajo, estudio y parientes, principalmente) con gente insufrible, ya sea por su vanidad, soberbia, egocentrismo, autoritarismo, egoísmo… cada uno tiene sus idiosincrasias, pero parece evidente que algunas personas tienen el dudoso mérito de granjearse antipatías por doquier.

Cada uno de nosotros es un ser único e irrepetible, se ha dicho de más, ahora bien, todos debemos esforzarnos en que nuestra relación con los demás, y especialmente con quienes tratamos a menudo, discurra por unos cauces, si no afables, al menos apacibles.

Pero, a pesar de todo, hay personas con las que no nos sentimos a gusto, o con las que no tenemos nada en común. Incluso hay hombres y mujeres con quienes nos sentimos realmente mal: nos es desagradable tan sólo pensar que tenemos que compartir unos minutos con ellos.

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Venadito por Frida Kahlo

El temor preside este tipo de relaciones y puede bloquearnos de forma que no podamos afrontar la relación de forma satisfactoria.

Esta aprensión nos crea cierta dependencia, ya que si estamos en contra de alguien por su comportamiento hacia nosotros, estaremos siempre dependiendo de esa persona, de lo que haga o diga.

Nunca evitemos el contacto

Una cosa es que existan personas que intentan hacernos la vida imposible, y otra bien distinta, es que nosotros aceptemos el juego y accedamos como nuestro, el papel de ser víctimas.

Las situaciones donde sufrimos la derrota son las que abandonamos sin luchar. Demos la cara y luchemos. Seamos francos y dejemos que los otros sepan que sus agresiones no nos intimidan.

¿Y si no podemos hacer otra cosa que aguantar?

En la mayoría de los casos en que mantenemos relaciones con personas que nos resultan insufribles, el motivo de que no tomemos la decisión más lógica (cortar por lo sano, y dejar de tratarlas) es que, sencillamente, no podemos. O no nos conviene, que viene a ser lo mismo.

Un jefe o la compañera de enfrente en el trabajo, una profesora o un colega de estudios en la universidad, un pariente que vemos cada semana, un amigo al que los demás aprecian y que la tiene tomada con nosotros…

Aceptemos, por esta vez, de que el culpable es el otro.

¿Qué hacer para convivir en una mínima armonía con esa persona?

Ignorar el problema y mirar a otro lado es como pensar que, porque no las vemos, las cosas no están ocurriendo. La realidad existe y, si es problemática y atenta contra nuestro bienestar emocional, hay que plantarle cara y mirarla de frente.

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Allá cuelga mi vestido por Frida Kahlo

Podemos hacer algo también ante ese tipo de personas: abordar la situación de tal manera que consigamos no sentirnos mal y por tanto que no se nos agolpen tantos sentimientos que pueden minar nuestra autoestima e incluso aumentar nuestra agresividad.

¿Qué hacer ante los "insufribles"?

Caben varios tipos de actitudes: la más sencilla, repetimos, evitar el encuentro. No arreglaremos el mundo, pero es una medida práctica aunque no siempre posible. Queda lejos de la solución óptima, porque nos podría quedar la insatisfacción de haber sido débiles, indolentes, o indebidamente tolerantes con la persona en cuestión.

Hay otra opción: el ataque, que cuenta con fieles adeptos entre quienes ven a los demás como culpables de todo lo malo que les ocurre.

Pero, el ataque no siempre resulta en victoria.

Lo peor que, para esas personas podemos hacer, es encontrar su talón de Aquiles y usarlo — pero, para lograr eso tenemos que conocerlas mejor, lo que implica una contradicción, ya que para conocerlas mejor tenemos que dejar que se nos acerquen, lo que envuelve coraje de parte nuestra.

El querer atacar

Esta actitud se elimina porque se razona que es la más frecuente en personas con escasa capacidad de autocrítica, aún menos sentido del humor y con ciertos atisbos de paranoia: personas que ven agresores por todas partes.

Pero no es más defendible la postura contraria, la de quienes se sienten culpables de todo, incluso de la estupidez o malos modos ajenos.

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Como dicen que no se goza por Frida Kahlo

Normalmente, se trata de personas que han crecido en la baja estima personal y en el miedo a quienes ejercen cualquier tipo de poder.

Ante cualquier conflicto interpersonal, se hunden y se perciben impotentes y culpables.

Mala cosa.

Otra opción es la negación del problema, la favorita de los falsos optimistas, que dan así con "su" solución pero sin afrontar (y, mucho menos, resolver) el problema. Normalmente, se lo endosan a los demás.

El ataque es una solución, para muchos, muy desconcertante (que no aborda las circunstancias que originan las dificultades de relación, y que nada hace para cambiarlas) y poco consistente: porque, como corolario, espera a que sean los otros quienes resuelvan el problema — por eso y por temor, todos la evitan.

Otra alternativa: el pacto. Siguiendo el lema "si no puedes vencer a tu enemigo alíate con él", hay quienes intentan alianzas con esa persona que le hace la vida imposible.

No es un mal camino, a veces resulta, y pueden producirse sorpresas positivas, pero es muy probable que el otro, al no haber pedido él mismo esta negociación, quede en posición de vencedor y vuelva a las andadas.

Cuando no hay solución

Si se sopesan todas las alternativas y se llega a la conclusión de que no hay nada que hacer (y las circunstancias nos lo permiten) habrá que romper con la relación. No siempre uno puede despedirse del trabajo, pero si no podemos evitar coincidir y tratar con esa persona que nos amarga la vida, y si razonablemente es posible, habrá que hacerlo.

Lo mismo cabe decir de una relación de pareja irreversiblemente insoportable: la solución menos mala, para todos, es la separación.

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La columna rota por Frida Kahlo

Otra opción sencilla, que sirve para todo, como también sirve ante la gente insoportable, es buscar otros apoyos. Siempre hay alguien que nos puede entender. Tratemos de contarle lo que nos pasa, y comprobaremos que el mundo no se acaba en esa relación conflictiva. Siempre encontramos alguien que nos quiere y comprende, y que está dispuesto a escucharnos y asistirnos — aunque al final, nada se logre y todo siga igual.

Será redundante decirlo, pero, "cuando no hay solución — no hay solución…"

Siempre nos queda el escape

Las técnicas de relajación, por su parte, ayudan a soportar las situaciones desagradables. Que no cambiarán, porque seguirán ahí. Pero sí lo hará, y a bien, nuestra actitud ante ellas. Utilizar la inteligencia y reflexionar nos servirá para percatarnos de que, increíblemente, hay personas que disfrutan haciendo daño a los demás. Ignorémoslas y compadezcámoslas, aunque seamos nosotros los perjudicados. Porque ellos son los realmente desgraciados.

De esta manera huimos, como cobardes, y nos felicitamos porque somos "superiores" de quienes nos atormentan — ¡gran cosa!

Pero, prosigamos con este tema

Me resulta insoportable, ¿qué hacer?

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Frida y Diego por Frida Kahlo

  • Preguntarnos si las cosas son tal y como las percibimos, cuestionarnos si no nos estamos dejando llevar emocionalmente y ello nos impide hacer un análisis racional y preciso de lo que ocurre. A veces se mezclan la rabia, el odio, la rivalidad, la impotencia, la incapacidad o la desvalorización personal y esta mezcolanza conduce a que distorsionemos la realidad, la percibamos parcialmente y, por tanto, la vivamos mal.

  • Discernir desapasionadamente qué parte de responsabilidad de esta mala relación es la nuestra. Es un buen momento para saber más de nosotros mismos — que, dicho sea de paso, lo será siempre, en toda oportunidad que se nos presente.

  • Si es posible, hablemos con la persona que tanto desagrado nos causa sobre los sentimientos y las reacciones que nos producen sus actitudes o comportamientos. Intentemos llegar a acuerdos sensatos y prácticos. Es difícil cambiar a los demás. Démonos por satisfechos si conseguimos que la relación se torne llevadera — lo que, probablemente no pasará y lo empeorará todo, ya que el "otro" será testigo gratuito de nuestras debilidades.

  • Seamos realistas: no podemos armonizar con todo el mundo, ni falta que hace. Pero las reglas de convivencia con esas personas, con las que no nos llevamos bien, deben de ser al menos correctas. Si no, nuestro bienestar emocional se resentirá — sigamos siendo pacientes y continuemos viviendo.

  • Por mucho que alguien quiera hacernos daño, casi nadie tiene sobre nosotros esa facultad si no se lo permitimos. Pero no se trata de "pasar", ni de "fortificarme" con un escudo manteniendo una actitud beligerante, sino en "fortalecerme": saber más de mí, qué quiero, qué siento y dónde estoy respecto a esa persona. Desde ese punto, tomar una decisión sobre cuál será mi comportamiento con ella, que me lleve a estar bien y en paz conmigo mismo — pero, sin ofenderla — así nada lograremos.

  • Puede haber momentos en que nos topemos con alguien que parece pretender hacernos la vida imposible. Pero soy yo quien tiene la primera y la última palabra de que mi vida sea como quiero que sea. Es mi vida y son mis circunstancias, y tan sólo depende de mí el que deje que alguien esté por encima de mí. ¿Pero cómo lo cambio… cómo lo detengo? — no lo sé…

  • Finalmente, es bueno presentar la "otra mejilla" — pero, ¿constantemente?…

Así es como se pierden todas las batallas.

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El marxismo dará salud a los enfermos por Frida Kahlo

En resumen

Cuando concibiera este trabajo, lo hice para que lo usaran unas hermanas de la orden de la Santa Providencia en Missouri. El énfasis deseado por las superiores del convento fue el de "presentar la otra mejilla" y promover la paz, aunque ésta fuera resultado directo de nuestra auto-inmolación social y personal.

Desde entonces he entrenado en la US Navy y en otros lugares un "ejército" de seres humanos que se defienden y viven sus vidas sin dejar que otros les malogren las propias.

Nuestra solución

Aquí es la solución, por mí preferida, y basada en la aplicación de los conocimientos técnicos y más rigurosos de las varias Teorías Humanas de la Comunicación:

  • 1. Estudiemos detalladamente, cómo es precisamente, que nos hace la otra persona la vida imposible

  • 2. Identifiquemos las técnicas que ésta usa para hacernos sentir mal y adoptémoslas — sí, adoptémoslas…

  • 3. Cuando dominemos sus tácticas. Empleémoslas de modo implacable, utilizando sus mismas estrategias, imitando sus jugadas y derrotándolo en éste, su juego de voluntades opuestas

  • 4. Adelantémonos a sus maniobras, antes de que éste haga sus movidas — atacando, antes de que llegue nuestro "turno", y antes de que nos toque jugar, para responder — eso lo sorprenderá y lo confundirá — El oponente confuso es oponente desmoralizado e inefectivo

  • 5. Cuando, eventualmente, estemos ganando — lo que será inevitable, nosotros nos constituiremos en la persona que ellos desean evadir a todo costo. Entonces, apliquemos aún más presión psicológica para que ellos se rindan y nos imploren que cejemos en nuestros propósitos precisos

  • 6. En aquel momento, cuando ellos estén exhaustos y aplastados, nosotros seremos quienes dictarán los términos del armisticio final — si es lo que, entonces nos conviene…

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Autorretrato por Frida Kahlo

Fin de la lección.

Bibliografía

  • Larocca, FEF: Conflicto: Solución y Lecciones en monografías.com

  • Larocca, F. E. F: (2007) Fantasías de Rescate y la Experiencia del Romance Familiar en monografías.com

  • Larocca, F. E. F: (2007) El Triángulo de las Relaciones Humanas… La Trigonometría Aplicada del Destino en monografías.com

  • Larocca, FEF: El Escotoma Moral y el Enjuiciamiento de los Jueces en monografías.com

  • Wright, R: (1994) The Moral Animal Pantheon

  • Cronin, H: (1991) The Aunt and the Peacock Cambridge

  • Lemonick, M: (1997) Young, single and out of control. Time 150-68

  • Larocca, F. E. F: (2007) La Ley Natural, y los principios básicos de nuestras actividades mentales lógicas y emotivas en monografías.com

  • Larocca, F. E. F: (2007) El temor al castigo corporal — El caso difícil Número 11 en monografías.com

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El dolor de mi nacimiento por Frida Kahlo

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca