La Farmacia cristiana, Creaciones perversas y Otros milagros (página 2)
Enviado por Rafael Bolivar Grimaldos
Corre sobre las comidas y embadurnarlas de mugre muerte. Visita y fastidia, amárgale la vida a cualquier ser viviente. No de reposo a nadie, ni en la tumba. Importuna a las pacientes vacas y a todos los animales que trabajan sin recompensa justa y mueren sin esperanza de recibirla en otro mundo. Aflige a burros, mulas, caballos, bueyes y a todos los animales explotados, enfermos y heridos. No perdones a ningún animal salvaje, ni domesticado.
El cumplir estas órdenes es tu retribución y la manera de complacerme y de acrecentar mi gloria, por haberte inventado.
La farmacia cristiana y su práctica médica
El contenido de la farmacia siempre ha permanecido el mismo, la biblia, lo que ha cambiado ha sido su práctica médica. Pero los cambios en 2010 años han sido pequeños, insignificantes. Al comienzo, médicos ignorantes y confundidos atiborraron todos los días y las noches a sus pacientes con abundantes y odiosas dosis de los remedios más repulsivos que encontraban en el almacén de la biblia: eternidades de condenación, castigos e infierno.
La religión ha mantenido enfermos a sus creyentes durante más de 20 siglos. En todo este tiempo no les ha permitido ni un día de bienestar. Jamás ha concedido a sus organismos tiempo de reanimarse, ni a la naturaleza la posibilidad de ayudarlos. En la farmacia de la biblia siempre ha habido sustancias debilitantes y mortales y también medicamentos recostituyentes y sanadores. Pero en las primeras épocas de la religión solo se usaron sustancias que enfermaban a los pacientes.
En algunos sitios del planeta hubo rebeliones que consiguieron cambios en la práctica médica, o el abandono de la farmacia cristiana. Donde no ha habido protestas se sigue aplicando el tratamiento antiguo. En los lugares donde los pacientes cristianos decidieron automedicarse, los médicos bíblicos tuvieron que modificar sus prácticas médicas para no perderlos o recuperarlos. Lo hicieron de mala gana, y sin conceder jamás, más de lo que la presión de las personas obligaba. Las dosis eternas de condenación e infierno, pasaron a ser dosis anuales, semanales y diarias y negociables en dinero.
Con la aceptación gradual por parte de la religión de la filosofía y la ciencia, empezaron a aparecer los doctores eclesiásticos, que empezaron a usar en su práctica médica remedios reconfortantes y sanadores como la imitación de Jesús en su pobreza, su caridad, su entusiasmo y su amor. Para estos médicos eclesiásticos, debido a su ignorancia, sus predecesores durante 20 siglos solo fueron clérigos curanderos.
Las iglesias cristianas y la esclavitud
Las iglesias cristianas de tiempos pasados autorizaron y animaron a sus feligreses a comprar, a vender y a tener esclavos. Ellas también los tuvieron y no fueron precisamente las primeras en liberarlos. Ellas, como sabían con certeza que la esclavitud era lícita, de acuerdo a la voluntad y deseo de Dios, porque eran las depositarias en la tierra de la autorizada e infalible verdad revelada en la Biblia. Esta posición de las iglesias cristianas fue inexpugnable durante siglos, en base a textos de la Biblia, que mostraban para comprobar que no habían malinterpretado su significado. Estaban en lo cierto, la Biblia indicaba con claridad lo que se debía hacer.
Ante la presión del pueblo el papa tuvo que declarar que el comercio de esclavos era ilegal. De nuevo el contenido de la farmacia de la Biblia sigue igual, pero la práctica médica cambia por presión popular. Esta es una de las grandes ventajas de las presiones populares, obligan a cambiar las interpretaciones de la Biblia y a que los teólogos y clérigos pasen a la cola de estas procesiones.
Inglaterra cristiana y esclavista
La Inglaterra cristiana adhirió la esclavitud y la sostuvo durante 25 años. Los ministros cristianos consagrados que no tomaban parte activa en ella, permanecían indiferentes. El negocio de la esclavitud pasó a ser un monopolio de cristianos en países cristianos. Inglaterra tuvo entre ellos un papel preponderante. Los parlamentos ingleses ayudaron y protegieron el tráfico de esclavos. John Hawkins (1532-1595), marinero y corsario, fue el primer cazador inglés regular de esclavos. Por sus grandes éxitos en sorprender y quemar aldeas, en asesinar, mutilar, capturar y vender inocentes personas humanas como esclavos, la reina de Inglaterra lo honró con una de las distinciones de mayor estima y rango entre los cristianos, La orden de Caballero. El nuevo caballero eligió como escudo de armas la figura de un esclavo negro arrodillado y encadenado a su barco que llamó Jesús. El negocio de sir John Hawkins fue un sangriento y macabro monopolio de cristianos durante un cuarto de milenio. Desmembró familias, destruyó hogares, esclavizó hombres y mujeres y destrozó millares de vidas humanas. Todo justificado por su contribución a la construcción de iglesias cristianas, a llevar el evangelio hasta los confines de la tierra, a procurar que las naciones cristianas vivieran con mayor comodidad y prosperidad. La memoria de sir John Hawkins es aún reverenciada en algunos lugares.
Para acabar con el mercado de esclavos el conflicto fue largo y amargo. Los cristianos que se rebelaban contra este mal absoluto y arraigado eran declarados cristianos ilegítimos, miembros de sectas bastardas y despreciadas. Algunos ingleses comenzaron a levantar al cielo sus piadosas manos, horrorizados porque Inglaterra conviviera con la esclavitud, millón y medio de esclavos en Inglaterra y doce millones en sus colonias. Traducían su amargura y desolación con palabrotas contra este estigma. Pero sus lamentos no aumentaban las censuras a las autoridades ni disminuían las lágrimas de los esclavos.
En épocas anteriores, todas las veces que intentaron abolir la esclavitud, los esfuerzos fueron siempre obstruidos, frustrados, derrotados. El pueblo por fin empezó a agitarse, a rebelarse contra la esclavitud, aquí, allá, en cualquier lugar del país. En los púlpitos a oírse señales tímidas de compasión hacia los esclavos.
Finalmente la esclavitud terminó. La iglesia hizo lo de siempre, se unió a la procesión pero en la cola .Los textos sobre la esclavitud en la Biblia continuaron iguales, pero la práctica pastoral de nuevo cambió.
La Biblia dice que las hay y que no se les permita vivir. La iglesia después de cumplir este deber de manera indolente durante 800 años, decidió retomar con saña esta santa obra. Alistó cuerdas, horcas, hogueras y teas. Durante otros 900 años trabajó con odio día y noche, encarcelando, torturando, ahorcando, quemando, hordas enteras de brujas, limpiando el mundo de su sangre diabólica, sanando al cristianismo de este contagio.
En Salem después del exorcismo y la incineración, los laicos abandonaron a sus pastores con lágrimas y remordimiento por las crueldades y crímenes que con textos bíblicos los habían persuadido cometer. En Escocia un pastor mato a una bruja declarada inocente por el magistrado, e imploró con lágrimas e imprecaciones para que la abolición de la ley no entrara en vigor. El pastor quería más brutalidades, más venganza, más sangre.
Más tarde se comprobó que brujas y brujos no han existido jamás. Ante estos hechos no se sabe si reír o llorar. Pero lo que sí sabemos es que esta comprobación no la hizo ningún clérigo. Son los laicos quienes siempre han detenido estas manos criminales
La imagen de la bruja
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La base para la persecución masiva de mujeres por la Iglesia y por la justicia civil, fue la idea extendida por teólogos y juristas, de una conspiración del demonio para acabar con la cristiandad
Puede describirse una serie de características básicas, reiteradas tanto en las actas de los juicios como en la abundante literatura culta sobre el tema.
Se atribuía a los acusados de brujería: un pacto con el diablo y que al concluir, el diablo marcaba el cuerpo del brujo o bruja con un tatuaje, que por una inspección detenida permitía la identificación como hechicera. Mediante el pacto, la bruja o brujo se comprometía a rendir culto al diablo, a cambio de la adquisición de algunos poderes sobrenaturales. Entre estos poderes estaban: la capacidad de causar maleficios de diferentes tipos, tanto a las personas como a la naturaleza, la capacidad de volar en palos, animales, demonios o con ayuda de ungüentos, de transformarse en animales preferentemente lobos. Algunos teólogos de la época atribuían estos poderes a ilusiones o ensueños inducidos por el diablo.
Las brujas y brujos acudían en determinadas fechas a reuniones nocturnas, a las que se desplazaban por medios ordinarios o de forma sobrenatural. Las ceremonias según los inquisidores eran una inversión sacrílega de aspectos de la liturgia cristiana, reinaba la promiscuidad sexual, y se realizaban actividades repulsivas como infanticidio y canibalismo infantil.
Al diablo se le describía de diferentes formas: como humano, macho cabrío u otro animal, era adorado por las brujas y brujos, y a veces se unía a ellas sexualmente en orgías.
No todos los acusados de brujería eran mujeres, hubo un significativo porcentaje de hombres procesados y ejecutados por estos delitos. Pero los misóginos, u hombres que odian a las mujeres, consideraban a la mujer más inclinada al pecado, más receptiva de la influencia del demonio, y, por tanto, más proclive a convertirse en bruja.
El estereotipo negativo de la bruja tiene estrechos contactos con las imágenes igualmente negativas adjudicadas históricamente a herejes y a judíos.
Se extendió la idea de una confabulación de brujas. Se hizo creer que se trataba de una reunión orgiástica en la que se injuriaba a Dios y a su Iglesia. De un secta que amenazaba la existencia de la Cristiandad.
Fue un tratado de demonología y manual para inquisidores. Un tratado filosófico-escolástico desapasionado y racional publicado en 1486 por dos inquisidores dominicos, Heinrich Kramer y Jacob Sprenger. El libro no solo afirmaba la realidad de la existencia de brujos y brujas, sino que afirmaba que no creer en brujas era un delito equivalente a la herejía: La mayor herejía es no creer en la obra de las brujas. El Martillo de las brujas llegaría a ser el manual más utilizado en la caza de brujas en los estados católicos del Sacro Imperio Romano Germánico.
Anatole France (1844 – 1924). Su verdadero nombre fue Jacques Anatole Francois Thibault. Premio nobel de literatura 1921 y enemigo acérrimo del clericalismo francés.
Estrella de los magos
Visión rápida a invidentes
Resurrección
Cuerpo y sangre
Curaciones de medulas
Regeneraciones de piernas
Estrella de los magos
La estrella nueva que vieron unos extraños personajes llamados magos, según cuenta el Evangelio, dejó de ser milagro cuando se comprobó que en el universo nacen y mueren planetas y estrellas con alguna regularidad astronómica.
Visión rápida a invidentes
San Mateo y san Marcos sustentaron las curaciones de ciegos, no como físicos ópticos, ni como oftalmólogos, sino como apóstoles interesados en acrecentar de la gloria de Jesús.
Resurrección
El milagro de la resurrección de muertos no puede sustentarse sin que médicos especialistas determinen con exactitud que la persona resucitada estaba antes realmente muerta y no en algún estado de letargo como el coma.
Cuerpo y sangre
El milagro de Bolsena, contado por Rafael en una de sus estrofas, consistió en que un sacerdote celebrando misa, al comulgar encontró sangre dentro de la hostia. Este hecho dejó de ser milagroso cuando los científicos comprobaron que un hongo microscópico, al que llamaron Micrococcus prodigiosus, daba a la harina de trigo el aspecto de sangre coagulada.
Curaciones de medulas
Las curaciones de médulas sobre la tumba del diácono París y en otros lugares sagrados dejaron de ser milagros al comprobarse que el histerismo presenta, a veces, efectos similares a las lesiones de la médula espinal.
Regeneraciones de piernas
En la gruta de Lourdes se ven colgadas innumerables muletas como muestra de curaciones. Los milagros de regeneración de piernas se evidenciarían mejor, si en lugar de muletas se exhibieran las piernas proteicas reemplazadas. Estas regeneraciones milagrosas serán más creíbles cuando un cirujano, corte alguna de sus piernas a una persona y la haga renacer inmediatamente. La naturaleza nos ofrece hechos esperanzadores de que esto suceda. Las piernas de las langostas, las patas de los cangrejos, el rabo y las extremidades de algunos reptiles empiezan a renacer, tan pronto las pierden accidentalmente.
Aceptar que los milagros son actos directos de un poder divino, superior al de la naturaleza y al de los humanos, es un dogma o una concepción infantil. Dogma cuando la definición del milagro encierra la presunción de una verdad que debe ser aceptada incuestionablemente. Concepción infantil cuando aceptamos racionalmente que todo lo que sucede dentro del universo está dentro de leyes conocidas o por conocer. Cuando algún hecho sucede por causas aún indeterminadas, algunos oportunistas aprovechan la ignorancia de los pueblos y hablan de milagros, de intervenciones directas de sus dioses, para respaldar intereses con los que se hallan comprometidos. Se ha definido milagro, como la violación de alguna ley conocida hasta el momento en que ocurre el hecho extraño. Hay que recordar que donde más se habla de milagros es en campos donde todavía hay leyes aún no bien conocidas, como en la patología interna de las enfermedades nerviosas de las personas. Pero nunca se habla de milagros que violen las leyes básicas y mejor determinadas del universo, como las de la mecánica celeste. Los milagros, por ejemplo, jamás han actuado contra la orbitación de los astros, o los tiempos calculados para los eclipses. Los hechos extraños han dejado de ser milagros, cuando la ciencia ha encontrado los conocimientos para explicarlos.
Autor:
Rafael Bolívar Grimaldos
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