Hlin
Hlin, la segunda asistenta de Frigg, era la diosa de la consolación, a la que enviaba para que secara las lágrimas de los que lloraban y derramara bálsamo sobre los corazones encogidos por el dolor y el sufrimiento. Ella también escuchaba con oídos siempre atentos las oraciones de los mortales, comunicándoselo a su señora y aconsejándole a veces sobre el mejor modo de contestarlas y conceder el consuelo deseado.
Gna
Era la veloz mensajera de Frigg. Montada sobre su rápido corcel Hofvarpnir, viajaba con maravillosa velocidad a través del fuego y el aire, sobre la tierra y el mar y por tanto era considerada como la personificación de la brisa refrescante. Viajando de acá para allá de esta manera, Gna veía todo lo que sucedía sobre la Tierra, contándoselo después a su señora.
En una ocasión, mientras pasaba sobre Hunaland, vio al rey Rerir, un descendiente lineal de Odín, que estaba sentado tristemente al lado de la costa, lamentándose de su falta de descendencia. La reina del cielo, que también era la diosa de los alumbramientos, tras oír tales noticias, tomó una manzana (el emblema de la fertilidad) de su despensa privada, se la dio a Gna y le ordenó que se la llevase, al rey. Con la rapidez del elemento que ella personificaba, Gna salió a toda velocidad y, mientras pasaba sobre la cabeza de Rerir, dejó caer la manzana sobre su regazo con una sonrisa radiante.
El rey meditó por un momento acerca del significado de esta repentina aparición y el regalo, tras lo que corrió hasta su palacio, con su corazón latiendo apresuradamente de esperanza y le entregó la manzana a su esposa para que se la comiera. Al debido tiempo, para su gran gozo, ella dio a luz a su hijo Völsung, el gran héroe nórdico, que llegó a ser tan famoso que le dio nombre a toda su raza.
Lofn, Vjofn y Syn
Además de las mencionadas anteriormente, Frigg contaba con otras asistentas en su séquito, como la delicada y elegante doncella Lofn (elogio o amor), cuyo cometido era el de eliminar todos los obstáculos del sendero de los amantes.
El deber de Vjofn era el de inducir al amor a los corazones inflexibles, para mantener la paz y la concordia entre la humanidad y el de reconciliar esposos y esposas tras una disputa.
Syn (verdad) protegía la entrada del palacio de Frigg, negándose abrirla a aquellos cuya entrada no les era permitida. Una vez le hubiera negado la entrada a un intruso, ningún ruego podía cambiar su decisión. Por tanto, ella presidía todos los tribunales y juicios y siempre que algo necesitaba ser vetado, el recurso usual era el de declarar que Syn no estaba a favor de ello.
Gefjon
Gefjon era también una de las doncellas en el palacio de Frigg y a ella le eran confiados todos aquellos que habían fallecido solteros, a los que recibía y hacía felices por siempre. Según algunos estudiosos, Gefjon no era virgen, ya que estaba casada con uno de los gigantes, con el que tuvo cuatro hijos. Esta misma fuente declara que Odín la envió para que visitara a Gylfi, rey de Suecia y le rogara para que le concediese una porción de tierra donde ella pudiera formar su hogar. El rey, divertido ante su petición, le prometió que le concedería tanta tierra como ella fuera capaz de arar en un día y una noche.
Sin desalentarse, Gefjon, transformó a sus cuatro hijos en bueyes, los ató a un arado y comenzó a hacer un surco tan grande y profundo, que el rey y sus cortesanos quedaron estupefactos. Gefjon continuó con su labor sin mostrar ningún signo de fatiga, y una vez hubo arado en círculo una extensa porción de tierra, la arrancó con fuerza, haciendo que sus bueyes lo arrastraran hasta el mar, donde ella lo fijó, llamándolo Selund, hoy Seelandia (tierra del mar). Mientras, el agujero que ella produjo fue rellenado rápidamente con agua para formar un lago, llamado al principio Logrum (el mar), pero que posteriormente fue conocido como el lago Mälar, cuyas mellas corresponden con los promontorios de Seeland. Gefjon se desposó entonces con Skiold, uno de los hijos de Odín y se convirtió en la antepasada raza real danesa de los skioldungs, que vivían en la ciudad de Hleidra o Letra, que ella fundó y que llegó a ser el lugar principal de sacrificio para los daneses paganos.
Eira, Vara, Vor y Snotra
Eira, también asistente de Frigg, era considerada como una doctora extremadamente habilidosa. Ella reunía enfermos de todo el mundo para curar tanto sus heridas como enfermedades y era su competencia el enseñarle a las mujeres su ciencia, que eran las únicas que ejercían la medicina entre las antiguas naciones del norte.
Vara escuchaba todos los juramentos y castigaba los perjuros, mientras que recompensaba a aquellos que guardaban fielmente su palabra. También estaba Vor (fe), que conocía todo lo que estaba por suceder en el mundo y Snotra, diosa de la virtud, que poseía todos los conocimientos.
Con semejante grupo de asistentas, no es de extrañar que Frigg fuera considerada una deidad poderosa. Sin embargo, a pesar del prominente lugar que ocupaba en la religión nórdica, nunca se le dedicaron templos o santuarios, y era venerada sólo junto a Odín.
Tannhauser y Holde
En el sur de Alemania se veneraba a una diosa cuyos atributos eran los mismos que los de Frigg, por lo que evidentemente, eran las mismas deidades aunque con nombres distintos. Entre estos nombres estaba el de Holde (Hulde o Frau Holle), que indulgentemente repartía muchos generosos regalos. Ya que ella controlaba el tiempo. La gente solía decir que cuando caían los copos de meve, estaba agitando su cama y cuando llovía, que se encontraba lavando sus vestidos, señalando a menudo las nubes como la ropa que ella había puesto a blanquear. Cuando grandes tiras de nubes grises surcaban el cielo, se decía que ella estaba tejiendo, pues se suponía que también era una tejedora muy diligente, además de hilandera y ama de casa. Se dice que fue ella quien le dio el lino a la humanidad y le enseñó cómo usarlo.
Según la tradición medieval, Holde vivía en una cueva en Horselberg, en Turingia, donde era conocida como Frau Venus y considerada como una hechicera que seducía a los mortales hasta su reino, donde los retenía por siempre, saturando sus sentidos con toda clase de placeres sensuales.
La más famosa de sus víctimas fue Tannhauser, quien, tras vivir bajo su hechizo durante una temporada, experimentó una revulsión en sus sentimientos que aflojó las cadenas de Frau Venus sobre su espíritu e indujo pensamientos inquietos acerca de su alma. Él logró escapar de su poder y corrió a Roma para confesar sus pecados y obtener la absolución. Pero cuando el Papa oyó de su relación con una de las diosas paganas, de las que los sacerdotes afirmaban que eran demonios, declaró que el caballero tendría tantas esperanzas para el perdón como el de ver en su bastón crecer brotes y flores.
Abatido de dolor ante tal declaración, Tannhauser huyó y, a pesar de los ruegos de su fiel amigo Eckhardt, no transcurrió mucho tiempo antes de que regresara a Horselberg, donde desapareció dentro de la cueva. Sin embargo, tan pronto como hubo desaparecido llegó el mensajero del Papa, proclamando que había sido perdonado, pues el bastón marchito había florecido milagrosamente, probando ante todos que no existía un pecado demasiado horrible como para no ser perdonado, siempre que el arrepentimiento fuera sincero.
Eastre, la Diosa de la Primavera
La diosa sajona Eastre u Ostara, diosa de la primavera, cuyo nombre ha sobrevivido en la palabra inglesa "Easter" (pascua) y en la alemana "Ostern" (pascua), es también idéntica a Frigg, pues también ella era considerada como la diosa de la Tierra, o más bien de la resurrección de la naturaleza tras su prolongada muerte durante el invierno.
Esta indulgente diosa también fue muy querida por los antiguos teutones, tanto que incluso después de la introducción del cristianismo guardaban un recuerdo tan agradable de ella que rehusaron degradarla a la categoría de demonio, como muchas otras de sus divinidades, y le dieron su nombre a la gran festividad cristiana. Durante mucho tiempo fue costumbre celebrar este día con el intercambio de huevos coloreados, pues el huevo representa el comienzo de la vida, por lo que los primeros cristianos continuaron con este hábito, declarando, sin embargo, que el huevo era también simbólico de la resurrección.
En varias regiones de Alemania se pueden ver todavía altares de piedra, conocidos como Osternsteine (piedras de Pascua), pues habían sido dedicados a la hermosa diosa Ostara. Los jóvenes los coronaban con flores y danzaban alegremente a su alrededor, a la luz de grandes hogueras, una especie de juego popular practicado hasta mediados del siglo XX, a pesar de las denuncias de los sacerdotes y de edictos publicados repetidamente en su contra.
Bertha, la Dama Blanca
En otras partes de Alemania, Frigg, Holde o bien Ostara, es conocida también por el nombre de Brechta, Bertha o la Dama Blanca. Se la conoce mejor bajo este calificativo en Turingia, donde se supone que vivía ella en una montana ahuecada, velando por los Heimchen, las almas de los niños aún no nacidos y de aquellos que habían muerto sin ser bautizados. Allí, Bertha velaba por la agricultura, cuidando de las plantas, que su escuadrón de infantes regaban cuidadosamente, pues se suponía que cada bebé transportaba una pequeña jarra para tal propósito.
Mientras la diosa fuera debidamente respetada y su refugio no molestado, permanecería donde estaba. Pero la tradición relata que abandonó en una ocasión su país, junto a su séquito de niños arrastrando su arado, para asentarse en algún otro lugar y continuar con sus bondadosos servicios. Es la antepasada legendaria de varias familias nobles y se supone que es la misma que la diligente reina del mismo nombre, la mítica madre de Carlomagno, cuya época se ha convertido algo proverbial, pues cuando en Francia y en Alemania se habla de la Edad de Oro, es costumbre decir "en los días en los que Bertha tejía".
Como se supone que esta Bertha había desarrollado un pie muy grande y liso, de presionar continuamente sobre el pedal de su rueca, se la representa a menudo en el arte medieval como una mujer con un pie plano y de ahí que se la conozca como la "reine pédauque".
Como antepasada de la casa imperial de Alemania, se supone que la Dama Blanca se aparece en palacio antes de que suceda una muerte o una desgracia en la familia. Esta superstición es aún tan común en Alemania, que los periódicos en 1884 relataron el informe oficial de un centinela, que declaró que la había visto pasar rápidamente en uno de los pasillos del palacio.
Ya que Bertha era célebre como hilvanadora, fue naturalmente referida como la patrona especial de tales trabajadoras femeninas y se decía que pasaba corriendo a través de las calles de cada pueblo, durante las doce noches que mediaban entre el día de Navidad y el seis de enero, mirando de cerca por cada ventana para supervisar el hilvanado de cada familia.
Las doncellas cuyo trabajo había sido realizado con esmero eran recompensadas con un regalo consistente en una de sus propias hebras de oro, o una rueca llena de lino de la más alta calidad. Pero dondequiera que se encontrase una hilvanadora descuidada, su rueda era rota, su lino ensuciado y si había olvidado honrar a la diosa comiendo una gran cantidad de pasteles horneados durante aquella época del año, era cruelmente castigada.
En Mecklenburg, esta misma diosa era conocida como Frau Gode o Wode, la versión femenina de Woden u Odín y su aparición siempre era considerada como la precursora de gran prosperidad. También se suponía que era una gran cazadora y que encabezaba la Cacería Salvaje, montada sobre un caballo blanco y acompañada de sus asistentas transformadas en sabuesos y toda clase de animales salvajes. En Holanda se la conocía como Vrouelde y los holandeses conocen a la Vía Láctea, por ella, como Vroueldenstraat. En algunas regiones del norte de Alemania se la llama Nerthus (Madre Tierra). Su carro sagrado se guardaba en una isla, presumiblemente Rugen, donde los sacerdotes velaban cuidadosamente hasta que llegaba ella para emprender su viaje anual a través de sus dominios y bendecir la tierra. La diosa, con el rostro completamente cubierto bajo un espeso velo, se sentaba entonces en su carro, que era arrastrado por dos vacas y era respetuosamente escoltado por sus sacerdotes. Cuando ella pasaba, la gente le rendía homenaje interrumpiendo todas las guerras y dejando a un lado sus armas. Se vestían con atavíos festivos y no reanudaban sus luchas hasta que la diosa hubiese regresado de nuevo a su santuario. Entonces, tanto el carro como la diosa eran bañados en un lago secreto, el Schwarze See, en Rugen, que se tragaba a los esclavos que habían asistido al baño, y los sacerdotes reanudaban de nuevo su vigilancia sobre el santuario y la arboleda de Nerthus o Hlodyn, hasta su próxima aparición.
En Escandinavia esta diosa era también conocida como Huldra y se enorgullecía de su séquito de ninfas del bosque, las cuales buscaban a veces la compañía de los mortales, para disfrutar de un baile en las praderas de los pueblos. Sin embargo, se las podía reconocer siempre por la punta de una cola de vaca que sobresalía por debajo de sus largos vestidos blancos. Esta gente de Huldra era la protectora especial del ganado de las montañas y se decía que a veces sorprendían al viajante solitario con la maravillosa belleza de las melodías que cantaban para entretenerse durante las horas que duraban sus tareas.
Autor:
Allan Alvarado Aguayo, MSc
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