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Políticas económicas en la Argentina en la década del 90

Enviado por Agustín Garrido

Partes: 1, 2

    1. Aspectos sociales
    2. Distintas visiones y conclusión
    3. Fuentes informativas

    DéCADA INFAME

    Las razones para la crisis del 2001 /  La buena calidad de vida ocultaba la situación real de la economía / Ciertos sectores externos se vieron favorecidos

    Para realizar el análisis de las políticas económicas que comenzaron con el primer gobierno de Menem en 1889 hace falta tener en cuenta muchas variables, ya que es un fenómeno que no se puede explicar linealmente. Además de las distintas cuestiones que hay que considerar, la verdad sigue sin ser absoluta. Esto se debe a que existen diferentes corrientes e ideologías que apoyan o condenan distintos regímenes financieros. Dependiendo del autor ciertas decisiones pueden ser criticadas o alabadas. Por esta razón la investigación poseerá fundamentos de doctrinas heterogéneas y se intentará dar la visión más real y abarcativa de lo sucedido.

    Al iniciar esta exploración fue necesario tener en cuenta lo sucedido en etapas anteriores, para poder comprender la situación que se vivía. Desde el gobierno de Raúl Alfonsín se acarreaba una hiperinflación que había resultado difícil de controlar. De hecho hay una frase que pronunciada por Juan Carlos Pugliese, en el momento en que era Ministro de Economía, refiriéndose a una charla que tuvo con agentes financieros: "Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo".

    La situación económica era insostenible y Alfonsín debió dejar el cargo 6 meses antes. La crisis era tal que entre 1989-1990 se asistió a la quiebra definitiva del Estado. Para esto Menem propuso el Plan de Convertibilidad, por el cual, el gobierno justicialista intentó encontrar una salida a la situación de banca rota, con una economía sumergida en una brutal crisis hiperinflacionaria y recesiva. Sin embargo, para Juan Andrino, licenciado en Economía y profesor de Historia Económica y Social Argentina con esto "adaptó sus políticas a los intereses de acreedores externos y de grandes conglomerados locales y extranjeros".

    La trágica experiencia de hiperinflación y recesión, el deterioro de las cuentas fiscales, el elevado endeudamiento, la caída de las reservas y la huida de capitales obligaron a Menem a abandonar sus promesas electorales de "salariazo y revolución productiva", buscando apoyo en los principales agentes económicos. La idea era buscar el retorno a la estabilidad. Para lograrlo, la búsqueda de credibilidad incidió en la elección de su primer  ministro de economía Miguel  Roig y, luego de su deceso, a Rapanelli, que implicaba una alianza con los principales agentes económicos. También nombró como parte de esta búsqueda del aval del poder económico a Álvaro Alzogaray como asesor presidencial en temas de la deuda externa. Se acercó entonces al gobierno un conjunto de organizaciones empresarias representativas de la gran burguesía nacional. Para esto se dejó de lado a muchísimos sindicatos obreros, quienes comenzaban a observar que las promesas de mejores salarios no se concretaban y que el gobierno veía lejos de ellos la solución a la crisis.

    Para que los acreedores externos comenzaran a recuperar la deuda que tenía el Estado con ellos se inició un proceso de privatización de empresas públicas, que según las palabras de Rubén Beremblum, jefe de cátedra de la materia Historia Económica y Social Argentina dictada en la Universidad de Buenos Aires, "marcaría el estancamiento de la economía durante, por lo menos, 30 años".

    Con el fin de complementar el apoyo a ciertos sectores externos e internos se aprobaron dos leyes que fueron esenciales para el viraje de la decisiones económicas. Estas fueron la de Reforma del Estado y la de Emergencia Económica. En definitiva, estas leyes abarcaban temas como la reforma administrativa del Estado, la autorización para privatizar la casi totalidad de las empresas públicas y vender bienes inmuebles, la suspensión de subsidios y subvenciones especiales y la compensación de deudas entre particulares y el sector público. También autorizaba la reforma de la Carta Orgánica del BCRA y la liberalización de las inversiones extranjeras.

    Como vemos la dirección en que se dirigía el rumbo del país era bastante claro, pero para posibilitar todas estas reformas que perjudicaban claramente a los sectores populares era necesario un sistema que ocultara este beneficio hacia el sector externo y cierto grupos nacionales. Por ello, dentro de esta década fue esencial la implementación del Plan de Convertibilidad, creado por el Ministro de Economía, Domingo Cavallo, que implicaba una paridad cambiaria entre el dólar y el peso argentino de uno a uno. "Este plan se planteaba reducir la inflación y profundizar la reforma estructural extendiendo la privatización de empresas públicas y descentralizando las funciones del Estado, equilibrando las cuentas fiscales, flexibilizando el mercado laboral, desregulando y liberalizando la economía, y realizando una amplia apertura comercial y financiera" ("Historia Económica y Social Argentina", Rapoport).

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