Como todo pueblo primitivo, en su afán por encontrar una solución a los problemas que para ellos representaban las fuerzas de la naturaleza y que no comprendían, aunque si sentían sus efectos benéficos o dañinos, las adoraron y formaron una religión llena de temores y de esperanzas en torno a ellas.
La existencia del pueblo azteca giraba en torno a su religión, en la cual su DIOS principal y todopoderoso era TONATIUH (el Sol) al que atribuyeron las bondades y los defectos de los humanos, pero con un gran poder sobrenatural. Según la religión azteca TONATUIH necesitaba que lo alimentaran con la sustancia mágica: la vida del hombre, (la sangre y el corazón humanos) para tener la vitalidad y las fuerzas necesarias con las cuales poder enfrentarse y triunfar en su lucha contra la Luna, las estrellas y la noche y emerger nuevamente por el horizonte al día siguiente. El sacrificio humano que los antiguos mexicanos hacían de sus semejantes no era por satisfacer crueldades innatas ni instintos bárbaros, sino por una de esas cosas inexplicables del pensamiento humano de que están plagadas las páginas de la historia de las religiones en todos los instantes y en todas las latitudes del globo.
Los aztecas construyeron también muchos monumentos dedicados a venerar y a honrar al SOL, entre los cuales el más importante fue la PIEDRA DEL SOL, conocida también con los nombres de CALENDARIO AZTECA o JICARA DE AGUILAS (Cuauhxicalli).
El Calendario Azteca es una de las obras de arte precortesianas más hermosas de esta cultura y es un monolito de los más admirados universalmente. Está esculpido en una roca de basalto de olivino conocida también como peridoto. El basalto de olivino presenta la característica de ser granujiento o cristalino, de estar formado de silicato de magnesio y de hierro, y de tener una dureza un poco menor que la del cuarzo. Este tipo de formaciones geológicas generalmente se encuentran entre rocas de origen volcánico. Se
supone que esta escultura la empezaron a labrar en el año de 1449, durante el reinado de Axayácatl, y que la terminaron treinta años después, en 1479, dato que puede leerse en caracteres nahoas en la parte superior y central de dicho monolito, correspondiendo al año MATLACTLI HUAN YEI ACATL (13-caña), que fue la décimo tercera caña de la medición del tiempo azteca. Se cree también que durante la época precortesiana este monolito estuvo colocado sobre una plataforma frente a un edificio que se llamaba Cuauhcuauhtenchan (morada de las águilas).
El 17 de diciembre de 1790 se encontró el monolito, cuya cara esculpida estaba vuelta hacia abajo, en la Plaza de Armas, hoy Zócalo de la Ciudad de México. Posteriormente lo trasladaron al pie de la torre occidental de la Catedral Metropolitana y en 1885 lo colocaron en una de las salas del Museo Nacional de Historia, situado entonces en la calle de Moneda. En Agosto de 1964
nuevamente fue trasladado para ponerlo definitivamente en el sitio de honor en la sala Mexica del Museo Nacional de Antropología en el Bosque de Chapultepec, en la misma Ciudad de México, donde se encuentra hasta ahora.
El Calendario Azteca tiene un diámetro de 3.54 metros y un peso de más de 24 toneladas. Es una de las mejores expresiones del arte azteca y demuestra el grado de adelanto cultural y científico que este pueblo alcanzó en la astronomía, en la matemática, en la
medición del tiempo y en el arte lapidario, conocimientos que los aztecas heredaron de las civilizaciones que los antecedieron y que después desarrollaron hasta este punto por ellos mismos.
Las figuras grabadas en este imponente monolito representan los datos correspondientes a la formación del Sol, al orden del Sistema Planetario, a la creación de la Tierra en sus distintas eras hasta la aparición de una pareja divina que llamaron OZOMOC y CIPATONATH, figuras que están representadas en la parte central del Calendario alrededor de la figura de TONATIUH (el Sol).
El Calendario Azteca en su relieve presenta ocho círculos concéntricos esmeradamente labrados, siete de los cuales están en su cara frontal y el octavo y último se encuentra labrado en el canto de la escultura.
CIRCULO CENTTRAL
El círculo central representa la cara de TONATIUH, el Sol, dios que en la mitología tenochca, nahoa, azteca o mexica era el amo y señor de los cielos y el hacedor de todos los fenómenos de la naturaleza.
Bajo su mando giraban todos los demás dioses aztecas, pues en torno a él ocurrían todos los fenómenos diarios y periódicos. TONATIUH es el protector de todo lo creado, es el señor de los guerreros que perecieron en combate y de las madres muertas al nacer su primer hijo.
Una de tantas tradiciones sobre TONATIUH cuenta que el Sol ha tenido cuatro edades anteriores a la presente, en las que la humanidad ha perecido por completo salvándose solamente una pareja de hombre y mujer. La época actual está alumbrada por el QUINTO SOL según esta leyenda.
En la cara de TONATIUH se pueden apreciar los siguientes signos:
- La corona
- El pendiente nasal que tiene la forma de una mariposa
- Los aretes
- El collar
Todos estos adornos son extraordinariamente lujosos y característicos de la deidad.
Debido a la apariencia del Sol, los cabellos de TONATIUH son de color dorado. En su rostro se notan las arrugas que son característica de una persona de edad avanzada y que, según la cultura azteca, demostraban la madurez y la sabiduría de los actos y de las decisiones, así como la firmeza del carácter.
Por último se encuentra la lengua en forma de cuchillo de obsidiana, expuesta hacia a fuera, y que indica la necesidad de ser alimentada con la sustancia mágica, que era la sangre y el corazón humanos.
Esta lengua simboliza el rayo de luz y la sabiduría perfectas.
TONATIUH, en esta forma, es el representante del nacimiento del tiempo, el creador de la cronología, el señor de la Tierra y del Cielo, el hacedor del Sistema Planetario y el generador del Universo.
SEGUNDO CIRCULO.
En este segundo círculo, aparte de los símbolos de las eras Cosmogónicas (épocas o edades por las cuales atravesó la raza azteca) y que más adelante se explican, se aprecian los siguientes signos:
- En la parte superior derecha está la figura de CE TECPATL (1-cuchillo de obsidiana) que es el símbolo del Norte y a su vez es el geroglífico con el que se identifica al dios TEXCALTIPOCA (Espejo Humeante).
- Del lado izquierdo, y también en la parte superior, está la figura de XIUHUITZOLLI (pluma de codorniz azul), que es el símbolo del Oriente y la representación del dios QUETZALCOATL (Serpiente Emplumada o el Gemelo Divino) cubierto con las armas que se colocaban sobre los cadáveres de los nobles y de los bravos guerreros en sus funerales.
- En la parte inferior derecha está el símbolo CHICOME OZOMATLI (7-mono) que representa al poniente.
- Hacia la izquierda, también en la parte inferior, se encuentra el símbolo CE QUIAHUTLI (1-lluvia) que representa al punto cardinal del Sur.
Si se trazan dos líneas rectas, la primera que una a las figuras CE TECPATL y CE QUIAHUTLI y la otra que una a los símbolos XIUHUITZOLLI y CHICOME OZOMATLI, se forman dos ángulos opuestos por el vértice.
La abertura de estos dos ángulos, según algunos autores, señala el curso anual del Sol en su marcha hacia uno y otro lado de la línea
de los equinoccios. Estos ángulos miden aproximadamente veintitres grados y medio.
En la parte central superior de este círculo está un símbolo de "V" invertida que representa la llama divina del Sol y de la creación.
En la parte inferior se aprecia un pectoral ricamente adornado con piedras preciosas de chalchihuites.
Distribuidos dentro de este segundo círculo hay cinco puntos que corresponden a los cinco días complementarios o de descanso absoluto y considerados aciagos entre los nahoas y que se aumentaban al final de cada año que constaba de dieciocho meses de veinte días cada uno.
ERAS COSMOGONICAS.
En la cultura y en la religión aztecas había cuatro épocas o edades
desde el principio de su existencia como raza, es decir, desde su
remoto establecimiento en el continente americano.
Según sus leyendas y sus tradiciones, en cada una de esas cuatro
edades había perecido casi totalmente la humanidad salvándose
solamente una pareja para perpetuar la raza.
Estas cuatro edades están también representadas en este segundo
círculo del Calendario Azteca:
PRIMER SOL O PRIMERA ERA COSMOGONICA.
A la derecha del símbolo del Norte aparece un rectángulo con la
figura que representa a la primera edad de la Tierra y que es el
signo de OCELO TONATIUH, o sea, el Sol Jaguar o el Sol Tigre. Esta figura es la cabeza de un jaguar adornada con "el Espejo Humeante", emblema de TEZCALTIPOCA. Esta edad fue la primera y la más remota de las cuatro eras cosmogónicas durante la cual vivieron unos gigantes que habían sido creados por los dioses. Estos seres de enorme tamaño no cultivaban la tierra, moraban en cuevas y su alimentación constaba de raíces y frutos silvestres. Finalmente los primeros hombres fueron atacados y devorados por los jaguares.
Los fundamentos para esta primera época cosmogónica de los aztecas se remonta a la Era Cuaternaria, pues estos encontraron fósiles de animales prehistóricos enterrados en profundas grietas. Los indígenas al descubrir estos fósiles los confundieron con los restos de hombres de gran tamaño a los que dieron el nombre de QUINAMETZIN o HEYTLACCAME. El final de esta era ocurrió el día NAHUI OCELOTL (4-jaguar).
SEGUNDO SOL O SEGUNDA ERA COSMOGONICA.
Hacia la izquierda del símbolo del Oriente hay otro rectángulo que
representa la segunda edad cosmogónica que es el Sol de Viento
llamado EHECATONATIUH, época que llegó a su final con fuertes
vientos que destruyeron a la humanidad. Los dioses convirtieron a
los hombres en simios y monos para que pudieran trepar a los árboles y no fueran arrastrados por los huracanados vientos.
Con esto explican los mexicas la similitud entre los monos y los seres humanos.
Esta época fue presidida por QUETZALCOATL, que entre sus atributos está el de ser dios del aire y de los vientos. El símbolo de esta era es una cabeza de la que sobresale notablemente un pico de pato por el cual este dios sopla los vientos y barre los campos antes da la siembra.
La idea de los fuertes vientos se originó entre los aztecas por los
grandes bosques destruidos por las tempestades que encontraron y por la abundancia de simios que había en esos lugares.
La humanidad en esta era sucumbió el día NAHUI EHECATL (4-viento).
TERCER SOL O TERCERA ERA COSMOGONICA.
Hay un tercer rectángulo en la parte inferior del lado izquierdo
que es el símbolo del tercer Sol cosmogónico al que le dieron el
nombre de QUIAUHTEONATIUH o TLETONATIUH, que fue el Sol de Lluvia de Fuego. La figura representa la cabeza del dios TLALOC, deidad de la lluvia, que presidió esta época y que los antiguos aztecas relacionaron con el Sur donde para ellos estaba la región del fuego. En esta tercera época que finalizó el día NAHUI QUIAHUITL (4-lluvia) la lluvia de lava y de fuego lo destruyó todo. Los dioses transformaron entonces a los hombres en aves para salvarlos de esa manera del sacrificio. Los aztecas justificaron esta creencia al ver los muchos signos de actividad volcánica que hay en nuestro territorio y también al descubrir restos de chozas y de esqueletos humanos bajo las formaciones de lava y ceniza de origen volcánico.
CUARTO SOL O CUARTA ERA COSMOGONICA.
El cuarto símbolo de los soles cosmogónicos que está esculpido en
el Calendario Azteca evoca a ATONATIUH o Sol de Agua y representa a la diosa CHALCHIHUTLICUE (la de la falda enjoyada), esposa de TLALOC y patrona de los mares, de los ríos, de los lagos y de esta cuarta época. La humanidad por cuarta vez es destruida, ahora en el día NAHUI ATL (4-agua), a causa de tempestades terroríficas y de lluvias torrenciales que inundaron toda la tierra firme cubriendo hasta la cima de las montañas más altas. Los dioses transformaron entonces a los hombres en peces para salvarlos del diluvio.
Los descubrimientos que los aztecas hicieron en el altiplano
mexicano de diferentes especies de fauna marina fosilizada dió
origen a esta leyenda.
Tanto del lado derecho como del lado izquierdo, en la parte media
de este sgundo círculo, aparece una garra enjoyada con chalchihuites
aprisionando a un corazón humano; la del lado derecho representa a
CIPATONATIUH y la del lado izquierdo a OXOMOCO, deidades masculina y femenina respectivamente, creadoras de un calendario que entregaron sus siervos humanos. Ambas figuras son las garras con las que el Sol está suspendido en el espacio. Los aztecas consideraban al Sol como un águila que cuando por la mañana aparecía en el firmamento le daban el nombre de CUAUHTLEHUANITL (el águila que asciende) y, por la tarde, cuando se ocultaba, lo llamaban CUAUHTEMOC (el águila que
desciende).
QUINO SOL, NUESTRA ERA
Para los aztecas el mundo había ya pasado por cuatro edades o soles
en los que el hombre había sido destruido. Entonces los dioses
decidieron crear una nueva Epoca que es la del QUINTO SOL y en la cual vivimos ahora.
Dice la leyenda nahoa que al ocurrir la última catástrofe ocasionada
por la abundante lluvia que inundó la Tierra, el CUARTO SOL se
perdió. Los dioses, consternados, se reunieron en Teotihuacan con el
fin de crear un nuevo Sol que diera vida a la Tierra. Para lograr el
nacimiento del QUINTO SOL había necesidad de que se sacrificara un dios, para lo cual se ofrecieron dos de ellos; uno era rico y
poderoso y el otro era pobre y enfermo. Ambos le hicieron ofrendas
al padre de los dioses: el rico dió bolas de copal y liquidambar y
espinas hechas de coral; el pobre sólo ofreció bolas de heno y
espinas de maguey tintas en su propia sangre. Ayunaron cuatro días y al quinto todos los dioses formaron dos hileras al borde del
precipicio donde estaba el brasero sagrado con un gran fuego. El
dios rico fue el primero que pasó entre las dos hileras formadas por
los demás dioses e intentó lanzarse al fuego por tres veces pero,
temeroso, se arrepintió todas de hacerlo. Entonces tocó su turno al
dios pobre y este en el primer intento, cerrando los ojos, se lanzó
al fuego. Cayó en el centro del brasero y se levantó una flama
enorme en la que se consumió. El dios rico, apenado, se arrojó
detrás a la pequeña hoguera que quedaba, donde se consumió en
seguida.
El dios pobre se convirtió en el QUINTO SOL y el rico en la Luna,
pero ambos brillaban en el firmamento con igual intensidad.
Indignados, los demás dioses, tomaron un conejo y se lo arrojaron en la cara a la Luna para quitarle brillo. Desde entonces una sombra
parecida a la silueta de un conejo se ve en el disco de nuestro
satélite.
Como el sol no se movía, preguntáronle a éste los demás dioses que
deberían hacer para que cruzara por el firmamento, y la respuesta
fue terrible: debían sacrificarse todos los dioses arrojándose
también a la hoguera. Cuando al fin se sacrificaron los demás dioses
se convirtieron en las estrellas que pueblan el firmamento, y el Sol
emprendió su camino seguido por la Luna.
Este QUINTO SOL está bajo el dominio de TONATIUH y se encuentra representado en la Piedra del Sol por el círculo central que es la cara de TONATIUH, por el símbolo CE TECPATL, por la figura
XIUHUITZOLLI, por las fechas CHICOME OZOMATLI y CE QUIAHUTLI, por la llama divina, por el pectoral enjoyado, por los cinco puntos querepresentan los días complementarios, por los cuatro cuadrantes que simbolizan las edades cosmogónicas y por las garras enjoyadas. Todo lo anterior, es decir, el círculo central y el segundo círculo juntos, forman la figura NAHUI OLLIN (4- movimiento), fecha en que terminará el QUINTO SOL que está presidido por el dios XOLOTL (dios movimiento).
La destrucción de la Tierra al final del QUINTO SOL será por
explosiones y terremotos que tendrán origen al final de una unidad
cíclica azteca de 52 años, como cuentan las leyendas que sucedió en
los otros cuatro soles anteriores; por esto, en la noche del último
día del ciclo azteca se apagaban todos los fuegos, hasta el de la
más humilde choza. Los sacerdotes se reunían en un templo situado en la cumbre del Cerro de la Estrella, en Ixtapalapa, D.F., y todo el
pueblo, diseminado por las faldas de la elevación, esperaban
sobrecogidos de temor hasta media noche temiendo que sobreviniera la destrucción general al no aparecer el Sol al otro día; pero la
aparición de una estrella determinada en el centro del firmamento
significaba que los dioses se habían apiadado de los hombres una vez más, que el Sol saldría a la mañana siguiente y que la Tierra
tendría otro ciclo de 52 años de vida sin ser destruida.
Los sacerdotes, después de un ritual especial en el que había
sacrificios humanos, encendían nuevamente el fuego que el pueblo
lleno de alegría llevaría más tarde a los templos y de ahí a sus
hogares, dando así principio la gran festividad del FUEGO NUEVO.
TERCER CIRCULO.
En este círculo que es el tercero contando del centro a la
periferia, se distinguen veinte espacios, correspondiendo cada uno
de ellos a uno de los veinte días del período que se puede
considerar como el mes azteca.
El año civil en este pueblo contaba con trescientos sesenta y cinco
días, que se formaban de dieciocho meses de veinte días cada uno
(360) y de la suma de los cinco días que se agregaban al terminar el
décimo octavo mes. Estos últimos cinco días, además de considerarse como complementarios, eran de descanso absoluto y se les consideraba como aciagos, pues los aztecas creían que durante ellos podían acaecer las mayores calamidades, hasta la destrucción de la Tierra, que según una leyenda sucedería al final de un ciclo de cincuenta y dos años.
Los cinco días finales del año eran nombrados NEMOTEMI, no teniendo un signo especial ni un dios tutelar cada uno de ellos, sino que, en la piedra del Sol, solamente están representados por medio de cinco puntos distribuidos en el segundo círculo.
En el transcurso del ciclo azteca de cincuenta y dos años, los sacerdotes iban haciendo correcciones indispensables a su calendario para que no se retrasara trece días su ciclo debido a la diferencia de un día que existe entre el año común (365 días) y el año bisiesto (366 días).
Cada día del mes lo presidía un dios o una diosa que tenía
influencia por su naturaleza propia en las actividades de los
humanos, lo que originaba que antes de emprender una actividad se
consultara con el calendario para ver si el día era propicio para
ello.
Como el significado de los signos calendáricos y la interpretación
de ellos era sólo del conocimiento de la clase sacerdotal, al nacer
un niño se mandaba traer a uno de los sacerdotes para que, según el
signo del día en el que había nacido el ser y el dios patrono de esa
fecha, dijera cual sería el destino de ese recién nacido. En caso de
que el signo y el dios patrono le fueran a ser adversos, se efectuaban ritos y conjuros indispensables para deshacer ese mal sino.
La cuenta de los días comenzaba en el casillero superior de la
izquierda de la punta de la flama divina, que está en el círculo
anterior, y continuaba en el sentido inverso al movimiento normal de
las manecillas de un reloj, hasta terminar del lado derecho de la
punta de la mencionada flama divina.
Los antiguos mexicanos, en la cuenta de su ciclo, utilizaron sólo
los signos ACATL (caña), TECPATL (cuchillo de obsidiana), CALLI (casa) y TOCHTLI (conejo) que los contaban de trece en trece, pero intercalados: 1 ACATL, 2 TECPATL, 3 CALLI, 4 TOCHTLI, 5 ACATL, 6 TECPATL, etc., hasta volver a 1 ACATL después de cincuenta y dos años transcurridos.
Símbolo, Nombre del Día, Dios Tutelar.
Día 1
CIPACTLI
Cocodrilo TONACATECUHTLI
Señor de Nuestra Subsistencia.
Dios creador.
Día 2
EHECATL
Viento QUETZALCOATL
Serpiente Emplumada.
Dios del Cielo. Dios del Saber.
Día 3
CALLI
Casa TEPEYOLLOTL
Corazón de las Montañas.
Uno de los Dioses de la Tierra.
Día 4
CUETZPALLIN
Lagartija HUEHUECOYOTL
Coyote Viejo. Chismoso.
Día 5
COATL
Serpiente CHALCHIUHTLICUE
Señora del Manto Enjoyado.
Diosa del Agua.
Día 6
MIQUIZTLI
Cabeza de Muerto TECCIZTECATL
Dios del Caracol Marino.
Dios de la Luna.
Día 7
MAZATL
Venado TLALOC
Dios de la Lluvia.
El que Hace Gemir las Cosas.
Día 8
TOCHTLI
Conejo MAYAUEL
Diosa del Pulque.
La de la Planta del Maguey.
Día 9
ATL
Agua XIUHTECUHTLI
Señor del Año. Dios del Fuego.
Día 10
ITZCUINTLI
Perro MICTLANTECUHTLI
Señor de la Región de los Muertos.
Dios de los Muertos.
Día 11
OZOMATLI
Mono XOCHIPILLI
Príncipe Flor.
Dios de la Primavera y de las Flores.
Día 12
MALINALLI
Hierba PATECATL
Dios de la Medicina.
El de la Tierra de las Medicinas.
Día 13
ACATL
CañaI TZLACOLIUHQUI
Dios del Frío.
TEZCATLIPOCA
Espejo Humeante.
Cuchillo de Obsidiana Grabado.
Día 14
OCELOTL
Ocelote o Tigre TLAZOLTEOTL
Diosa de la Inmundicia.
Madre de la Tierra.
Día 15
CUAUHTLI
Aguila XIPE
Nuestro Señor el Desollado.
Dios de las Siembras.
Día 16
COZCAQUAUTLI
Zopilote ITZPAPALOTL
Mariposa de Obsidiana.
Diosa Estelar.
Día 17
OLLIN
Movimiento XOLOTL
Dios Monstruo. El Doble.
Gemelo de Quetzalcoatl.
Día 18
TECPATL
Cuchillo de Pedernal CHALCHIUHTOTOLIN
Gran Dios Ave Enjoyada.
TEZCATLIPOCA
Espejo Humeante.
Cuchillo de Obsidiana Grabado.
Día 19
QUIAUITL
Lluvia CHANTICO
Diosa del Fuego Doméstico.
Día 20
XOCHITL
Flor XOCHIQUETZAL
Diosa de las Flores. Flor de Plumas.
CUARTO CIRCULO.
En este círculo están representados los doscientos sesenta días de
que consta el TONALAMATL, o calendario incompleto, que usaban los sacerdotes en sus actos de adivinación, para asignar nombres a los nuevos seres que nacían y, principalmente, para regir las
actividades agrícolas de la comunidad.
Los doscientos sesenta días se obtienen multiplicando los cincuenta
y dos casilleros de que consta este cuarto círculo, por cinco,
número que está representado dentro de cada casillero por cinco
circulitos colocados sobre una plancha de jade.
Unicamente visibles treinta y ocho casilleros, porque cubiertos por
las figuras de "V", que ascienden hacia los círculos quinto y sexto,
se encuentran catorce más: cinco cubiertos por la "V" inferior, y
nueve que cubren las otras tres "V", tres por cada una de ellas.
El TONALAMATL, que fue regido por las deidades agrícolas, difiere en la fecha de iniciación con el año civil azteca, pues tenía que adaptarse a las labores propias del campo, basándose principalmente en las del cultivo del maíz, ya que esta planta, hasta la fecha, ha sido la base de la alimentación de los pueblos de América Latina.
En la meseta de ANAHUAC, el TONALAMATL daba principio el día dos de marzo del calendario actual.
Testimonios dados por Colón, por Cabeza de Vaca, por Córdova y,
principalmente, por Hernán Cortés, han venido a demostrar que los
pobladores de la América precolombina no sólo tuvieron conocimientos que hoy podríamos llamar técnicos para el cultivo del maíz, sino que también le dieron a esa planta un profundo sentido religioso manifestándolo en las esculturas de algunas de sus deidades como la de la diosa CHICOMECOATL (Siete Culebras), en sus ceremoniales y en sus leyendas y tradiciones.
Durante las fiestas que se celebraban tanto en la siembra como
durante la cosecha del maíz, las mujeres danzaban con los cabellos
al viento simulando el penacho de los maizales.
Los aztecas dieron un muy variado uso como alimento al maíz,
destacándose las tortillas (tlaxcalli), que son una especie de pan,
el atole (atolli), que es una bebida muy nutritiva y los tamales
(tamalli), que son otra especie de pan.
El maíz, como mazorca o como planta, fue usado como emblema en los escudos de los guerreros y de los nobles y fue símbolo de
fertilidad, de inmortalidad, de abundancia y de riqueza.
Hace poco un grupo de investigadores ha encontrado que la planta del maíz era una especie silvestre, raquítica y pobre para la
alimentación, y que los aborígenes llamaron TEOSINTE (grano sagrado o grano de dios) que con el tiempo y mediante el cultivo la
mejoraron hasta lograr la clase de maíz que conocieron los
conquistadores.
QUINTO Y SEXTO CIRCULOS.
Estos dos círculos representan la tierra y el cielo. La tierra es
el quinto círculo y el cielo es el sexto círculo.
Uniendo los dos círculos se encuentran unas figuras en forma de "V"
que representan a los rayos creadores y vivificantes del Sol, y a la
vez, marcan o limitan los ocho espacios que correspondieron a cada
una de las ocho partes en que los aztecas dividieron el día. Esta
figuras no sólo indicaban las divisiones del día, sino que también
hacían referencia a los puntos cardinales.
Las figuras que presentan unas volutas en sus extremos indican los
cuatro puntos cardinales principales; la de arriba el Norte; la de
abajo el Sur; la de la derecha el Oriente (Este); y la de la izquierda el Occidente (Oeste).
La otras cuatro figuras que no presentan volutas en sus extremos
corresponden a los cuatro puntos cardinales intermedios.
Alternando con los rayos solares hay otras ocho figuras de forma
rectangular que señalaron las ocho partes en que los aztecas
dividieron la noche. Esta figuras, además, simbolizaron la luz, la
fuerza y la belleza del Sol.
Estos rectángulos están formados por placas de jade adornadas en el
centro por cinco chalchihuites de color rojo.
Las placas de jade están sujetas por medio de correas de color rojo
y adornadas en su parte superior por tres puntas de pluma sobre las
que descansa una voluta en forma de perla.
En toda la corcunferecia de este quinto círculo hay repetido un
grabado que es el emblema que aparece en la frente de TONATIUH, que está en el centro de la Piedra del Sol. Estas figuras no son solamente un adorno en el monolito, ya que están en un lugar impropio para serlo.
Por el número total de estos elementos que deben aparecer en la
circunferencia, y que es de ciento cuarto, se deduce que cada uno de
ellos representa un año y que el total significa el HUEHUETILIZTLI, es decir, el ciclo de ciento cuatro años que fue una de las bases para la medición del tiempo entre los aztecas.
Ahora bien, de los emblemas son visibles solamente setenta y los
otros treinta y cuatro están cubiertos por las figuras superpuestas a ellos: veinticuatro emblemas los cubren las figuras en forma de "V", tres por cada una de ellas; de la parte inferior del séptimo círculo se desprenden, hacia el sexto y quinto círculos, los penachos de dos caras; cada penacho cubre cinco emblemas que son en total los diez que faltan para formar el conjunto de ciento cuatro.
Descansando sobre las figuras anteriores se encuentran grupos de
líneas paralelas, adornado cada uno de ellos con un chalchihuite,
que representan la sangre que alimenta y da vida a la tierra.
En el sexto círculo hay grabadas unas figuras que afectan la forma
de una espuela. Se cree que estos elementos son gotas de sangre que
se desprenden del cielo; pero multitud de representaciones de gotas
de sangre que existen en los códices no tienen tal forma, es decir,
no tiene la prolongación en la parte superior, sino que su corte
clásico es, como corresponde a una gota de sangre cuajada, la de una
figura circular cóncava hacia abajo.
Las figuras que se acaban de describir son formas estilizadas del
joyel de QUETZALCOATL y, por tanto, vienen a ser signos netamente venusinos.
En el sexto círculo, y desprendiéndose de la parte interior del
séptimo círculo, se ven unas figuras que simbolizan una llamas de
fuego intenso.
Cada figura tiene un grupo de cuatro barras que contienen un sentido
cronológico. En el séptimo círculo, que es el exterior y el último del
Calendario Azteca, están grabadas dos Serpientes de Fuego llamadas
XIUCOATLS, cubriendo cada una de ellas una semicircunferencia y
tocándose en la parte superior del monolito con sus colas y, en la
parte inferior, con sus lenguas.
SEPTIMO Y OCTAVO CIRCULOS.
En la parte inferior de este séptimo círculo, del lado derecho y de
entre la fauces de la sepiente, surge la cara de TONATIUH, el Sol.
Su identificación es sencilla, pues en la frente ostenta el símbolo
que presenta la cara central de la Piedra del Sol y que sólo es
caracteristica de esta divinidad.
Otro detalle que permite la plena identificación de TONATIUH en esta cara es la orejera que está formada de un disco del que pende una pieza semejante a la que tiene la cara central.
La cara que asoma de entre las fauces de la XIUCOATL del lado
izquierdo es la de QUETZALCOATL en una de sus múltiples
representaciones, que en este caso es la del planeta Venus cuando
desempeña el papel de lucero de la mañana y al que los aztecas
denominaban TLAHUIZCALPANTECUHTLI.
La orejera de este personaje se reduce a un simple disco. En la parte inferior del rostro se pueden apreciar unas líneas entrecruzadas que simbolizan una malla en forma de máscara y que es una característica del dios QUETZALCOATL en la representación de la
oscuridad y de la noche.
El emblema de la luz en la mitología Nahoa fue la lengua humana, y
aquí, en la Piedra del Sol, en la parte inferior de este séptimo
círculo y formando un total con los rostros que aparecen entre las
fauces de las XIUCOATLS, sale, de cada uno de ellos, una lengua en forma de cuchillo de obsidiana, tocándose ambas para confundirse y simbolizar que el Sol y Venus se aproximan en la bóveda celeste, por la tarde, cada vez que el cielo se cierra para dar paso a la noche, o por la mañana, cuando el cielo se abre para dar comienzo a un nuevo día. Este conjunto simboliza la lucha diaria TONATIUH, el Sol, en contra del Dios de la Noche, para aparecer en el horizonte a la mañana siguiente y continuar proporcionando alimento a la vida en la Tierra.
En la representación del ser mitológico XIUCOATL aparecen siempre los mismos signos generales: el cuerpo compuesto por varias secciones; un tocado peculiar en la frente que es una voluta o
trompa invertida adornada con siete círculos característicos que representan a la constelación de la Pléyades.
El cuerpo de cada una de las dos XIUCOATLS está formado por trece segmentos, simbolizando cada uno de ellos a un año al que los
aztecas llamaron XIUHUITL.
Los trece segmentos de cada una de las dos Serpientes de Fuego
formaron una nueva unidad cíclica, a la que denominaron TLALPILLI.
Cerca del final de la cola de cada una de las serpientes aparece un
XIUHUITL con un atado formado por cuatro tiras de amatl, que era una especie de papel que usaron los aztecas y que lo obtenían del agave.
Esta atadura significó que el TLALPILLI debía multiplicarse por
cuatro, pues cuatro son las cintas de esta atadura, lo que da como
resultado un ciclo de cincuenta y dos años al que nombraron
XIUHUMOLPILLI.
La suma de los dos XIUHMOLPILLIS formaba un nuevo ciclo, el
HUEHUETALIZTLI, que estuvo constituido por ciento cuatro años.
El MEZTALI (mes de veinte días), el XIUHUITL (año de trescientos sesenta y cinco días), el TLALPILLI (período de trece años), el XIUHUMOLPILLI (período de cincuenta y dos años) y el HUEHUETALIZTLI (período de ciento cuatro años) fueron las unidades cíclicas para la medición del tiempo entre los aztecas, sujetas todas ellas a los ritos religiosos.
Los aztecas usaron dos calendarios: el de doscientos sesenta días y
el de trescientos sesenta y cinco. El primero fue el que conoció el
pueblo en general y que se utilizaba principalmente para las
actividades agrícolas y en el que tomaban parte activa bajo la
dirección de sus sacerdotes. El segundo calendario fue únicamente
del dominio de la clase sacerdotal y de determinados miembros de la
nobleza por lo complicado y difícil que era su conocimiento y
aplicación, ya que para comprenderlo y poder hacer las correcciones
necesarias para formar los años que en el calendario por el que nos
regimos ahora se llaman bisiestos y que constan de trescientos
sesenta y seis días, se necesitaban una amplia y más sólida
preparación.
En la parte superior central de la Piedra del Sol, entre las dos
colas de las serpientes, se ve una figura en forma de cuadrilátero,
que es la placa de la consagración y dedicación de este monolito. En
esta placa está grabada la fecha MATLACTLI OMEY ACATL (trece caña) que es en la que se terminó esta gran obra lapidaria y que corresponde al año de 1479 de nuestra era.
Por último, en el borde de la Piedra del Sol están grabados unos
símbolos que representan las estrellas en el cielo nocturno, unas
dagas de obsidiana que simbolizan los rayos de la luz solar en el
cielo diurno y unos signos del planeta Venus.
Autor:
Ivan Emmanuel Rangel Montemayor