El sitio y su contexto.
El Alto 3 se localiza en el sector nororiental de la Pampa de Achala (Figura 1), en las Sierras Grandes Córdoba, a 1650 m s.n.m. Consiste en un alero que se abre en un frente granítico ubicado en las cotas superiores de la cabecera de una quebrada. Se trata de uno de los aleros de mayores dimensiones en el área: su boca tiene un largo de 23 m, su profundidad media es de 5 m y la altura del techo es superior a los 2 m, en tanto que el frente del abrigo está expuesto hacia el sur (Foto 1, Figura 2).
Excavados en la roca que conforma el piso del interior se localizaron 24 instrumentos de molienda (morteros y molinos planos o conanas), mientras que otros 39 morteros se agrupan en el exterior, sobre una roca plana ubicada a unos 15 m de la abertura.
El sitio se localiza en un ambiente frío y agreste, con abundantes afloramientos rocosos y vegetación de pastos y gramíneas, los que constituyeron un excelente forraje natural para la fauna silvestre que ocupó el área, como Lama guanicoe (guanaco) y Ozotoceros bezoarticus (venado de las pampas) (Cabido 2003).
Figura 1. Localización del sitio El Alto 3.
Foto 1. Vista del sitio El Alto 3 (Pampa de Achala).
Figura 2. Plano de El Alto 3.
Trabajos de excavación realizados.
Al momento de su localización, el piso del alero estaba conformado, en más de un 90%, por la roca base, en tanto que los sedimentos existentes tenían una escasa potencia. Fuera del alero se ubica una explanada que fue erosionada por una cárcava, dejando al descubierto un perfil en lo que antes debió ser un espacio ocupacional exterior.
El examen de este perfil permitió identificar materiales arqueológicos en sucesión estratigráfica hasta alcanzar una profundidad de 140 cm, distinguiéndose cinco unidades sedimentológicas.
A partir de esta evidencia se planificaron y desarrollaron los trabajos de excavación en la explanada exterior y en el sector interior, que implicaron la apertura de cuatro cuadrículas de 1m por 1 m en el exterior y dos cuadrículas de 1m por 1 m en el interior (Figura 2).
Debido a las condiciones de extrema acidez de los sedimentos, no se recuperaron restos óseos en ninguno de los estratos y toda la evidencia material se compone de instrumentos y desechos líticos. Las clasificaciones tipológicas de artefactos líticos se hicieron siguiendo las propuestas de Aschero (1975, 1983), con modificaciones
Componentes arqueológicos. Descripción de los materiales recuperados.
A partir de los materiales obtenidos y de las unidades sedimentológicas identificadas, se definieron cuatro Componentes arqueológicos superpuestos estratigráficamente, en la explanada exterior del abrigo. Los tres inferiores poseían evidencias asignables a grupos cazadores-recolectores y el más superficial a comunidades agroalfareras (Figura 3).
Figura 3. Estratigrafía del sitio El Alto 3.
La información obtenida en los Componentes más antiguos, es la siguiente:
Componente 1A:
Se desarrolla en la Unidad Sedimentaria N°4. Los desechos de talla e instrumentos líticos constituyen la totalidad del registro arqueológico recuperado. Los primeros son escasos (N=306), correspondiendo en su mayoría a lascas internas de tamaños pequeños y muy pequeños de cuarzo (una materia prima ampliamente disponible en la región), una lasca de adelgazamiento bifacial de brecha, cuatro núcleos de cuarzo, y una punta burilante de ópalo. En este conjunto no se obtuvieron puntas de proyectil.
La punta burilante (Foto 2) constituye el único instrumento obtenido en este Componente. Se encuentra manufacturado en ópalo, una roca cuyas fuentes más próximas se encuentran a más de 100 km hacia el Norte del sitio, aunque por sus características macroscópicas –diferentes a las conocidas para la región- puede tener un origen extraserrano.
Este Componente se dató mediante dos fechados radiocarbónicos realizados sobre muestras de carbón asociadas al material arqueológico. Las fechas obtenidas fueron 9790 ± 80 años AP (LP-1420) y 11.010 ± 80 años AP (LP-1506) (Rivero y Roldán 2005). Estas dataciones constituyen las de mayor antigüedad, hasta el momento, para la región de las sierras de Córdoba, y permiten comenzar a plantear problemáticas referidas al proceso de ocupación humana inicial de estos espacios durante la transición Pleistoceno-Holoceno.
Foto 2. Punta burilante recuperada en el C1A.
Componente 1B:
Se desarrolla en la Unidad Sedimentaria N°3. Se obtuvieron 3845 desechos de talla, el 99% de los cuales son de cuarzo mientras el 1% restante se reparte entre materias primas locales2 como ortocuarcita y no locales como calcedonia, ópalo y brecha. El tamaño dominante entre los desechos es el pequeño y muy pequeño. La mayor parte de las lascas son internas, identificándose la presencia de lascas de adelgazamiento bifacial.
Asimismo, se recuperaron 68 artefactos formatizados y 83 núcleos, en su mayoría de cuarzo. Una característica distintiva de este componente es la presencia de puntas de proyectil apedunculadas de limbo lanceolado y con pedúnculo destacado y hombros. Algunas fueron confeccionadas en materiales no disponibles localmente y constituyen los únicos artefactos de materias primas no locales.
Se obtuvieron diez puntas de proyectil de morfología lanceolada, tres de ellas con pedúnculo destacado y hombros (Fotos 3 a 9). Todas las puntas han sido obtenidas mediante técnicas de adelgazamiento bifacial, con los bordes regularizados por retoques y microrretoques por presión. Seis puntas fueron confeccionadas en cuarzo, dos en ópalo, una en calcedonia y una en pórfiro. Finalmente, un ápice confeccionado en cuarzo posee características que permiten considerarlo como perteneciente a una punta de proyectil lanceolada.
Foto 3. Punta de proyectil lanceolada confeccionada en cuarzo.
Foto 4. Punta de proyectil de limbo lanceolado con pedúnculo destacado, confeccionada sobre ópalo (presenta evidencias de reactivación en el filo activo).
Foto 5. Punta de proyectil lanceolada confeccionada en cuarzo.
Foto 6. Punta de proyectil lanceolada confeccionada en cuarzo.
Foto 7. Punta de proyectil de limbo lanceolado con pedúnculo destacado, confeccionada en cuarzo.
Foto 8. Punta de proyectil de limbo lanceolado con pedúnculo destacado, confeccionada sobre calcedonia (presenta evidencias de reactivación en el filo activo).
Foto 9. Base de preforma de punta de proyectil lanceolada confeccionada en cuarzo.
La mayor parte de los restantes instrumentos se formatizaron mediante retoque marginal (raspadores, puntas entre muescas, cuchillos), algunos muy elaborados como las raederas dobles convergentes (Fotos 10 y 11). Asimismo, se encuentran presentes varios artefactos pulidos (manos, placa grabada) (Foto 12).
Foto 10. Raedera doble convergente, confeccionada en cuarzo.
Foto 11. Cuchillo de filo retocado.
Foto 12. Placa grabada confeccionada sobre esquisto.
La muestra presenta una alta diversidad de grupos tipológicos, donde las puntas de proyectil, preformas y raspadores conforman los grupos dominantes, destacándose además la presencia de algunos instrumentos compuestos.
En este componente, debido a que no se recuperaron muestras de carbón en cantidad suficiente para ser fechadas mediante el método de Carbono 14 convencional, se decidió datar unas espículas de carbón asociadas a puntas lanceoladas mediante AMS. Esta datación arrojó una fecha de 7108 ± 74 años AP (AA68145)3, que resultó coherente con los fechados realizados en los niveles inferiores de la Gruta de Intihuasi en ca. 8000 años AP (González 1960), en asociación a puntas de proyectil de morfología similar.
Exploración inicial y colonización del espacio serrano.
Los resultados obtenidos en los trabajos llevados a cabo en El Alto 3 permiten reabrir la discusión acerca de la presencia humana en la región durante el Pleistoceno. Esta posibilidad ya había sido propuesta, en los inicios de la investigación arqueológica en las sierras, en base a ciertos hallazgos que sugerían una asociación entre especies de megafauna extinta y artefactos o restos humanos (Ameghino 1885; Castellanos 1922, 1926; Montes 1960). Estas ideas fueron muy discutidas debido a que las evidencias presentadas poseían debilidades, relacionadas principalmente con la dudosa asignación temporal de los estratos que contenían los restos y la ambigüedad de los presuntos artefactos asociados con la fauna pleistocénica.
Las dataciones obtenidas en el Componente 1A, que ubican este contexto en la transición Pleistoceno-Holoceno, confirmarían la existencia de grupos humanos en el sector serrano desde fines del Pleistoceno. Debido a la baja densidad de los materiales recuperados en este componente, que se corresponderían con los de una ocupación de corta duración, no es posible por el momento profundizar en cuáles habrían sido sus modos de vida. Aunque es posible pensar que no habrían diferido de aquellos que caracterizaron el proceso de poblamiento del extremo sur de Sudamérica (Borrero 1999), es decir que se trataría de poblaciones con bajísimas densidades y amplios rangos de acción. En este sentido, la presencia de un instrumento manufacturado en una roca de posible procedencia extraserrana apoya la idea de una gran movilidad.
Aunque las dataciones obtenidas confirmarían la coexistencia, en el espacio serrano, de grupos humanos y megafauna por dos o tres milenios, no existe hasta el momento ninguna evidencia concreta que confirme el consumo de estas especies. Existe la posibilidad de corroborar en el futuro la caza y/o carroñeo de fauna extinguida aunque, según indican investigaciones desarrolladas en varias regiones de nuestro país, el consumo de megafauna no parece haber sido central en la dieta de los primeros pobladores del territorio (Borrero 1999; Miotti y Salemme 1999).
Con respecto al Componente 1B, que se ubica temporalmente en el Holoceno Temprano, la información es mayor y permite caracterizar la tecnología temprana. Se destaca la diversidad instrumental y el importante porcentaje de artefactos compuestos, lo que sumado al alto grado de mantenimiento que evidencian varios de ellos y al uso de instrumentos extractivos de alta inversión de energía en su manufactura -como las puntas de proyectil lanceoladas, las bifaces o las raederas dobles convergentes- estarían señalando situaciones de estrés temporal (sensu Torrence 1983). Las características del conjunto artefactual indican un énfasis en el diseño de instrumentos confiables (sensu Bleed 1986), especialmente entre los artefactos extractivos.
Además, el uso de artefactos bifaciales es adecuado para el transporte cuando existen restricciones de alta movilidad (Parry y Kelly 1987). Desde el punto de vista de la tecnología, los resultados apoyarían la hipótesis de poblaciones poco densas con una alta movilidad, cuya subsistencia se basa en la explotación de recursos de alto retorno, como los mamíferos de gran tamaño (por ej. Lama guanicoe).
Con respecto a esto último, aunque en el sitio no se recuperaron restos arqueofaunísticos, la información proveniente de las investigaciones realizadas en la región en los niveles inferiores de la Gruta de Intihuasi (González 1960), el Abrigo de Ongamira (Menghín y González 1954), y el sitio Arroyo El Gaucho 1 (Rivero 2006), ubicados temporalmente en el Holoceno Temprano, indica la dominancia absoluta de restos de camélidos con un menor porcentaje de cérvidos (Ozotoceros bezoarticus), mientras que los vertebrados pequeños se encuentran poco representados.
En resumen, las investigaciones realizadas en el sitio El Alto 3 posibilitaron obtener evidencias correspondientes a los primeros momentos de una extensa historia de la ocupación humana en las Sierras de Córdoba. Esto permite exponer algunas ideas acerca de las características del proceso de poblamiento de la región durante la transición Pleistoceno-Holoceno y Holoceno Temprano.
Este proceso debe ser enmarcado dentro la exploración y colonización del sur de Sudamérica, que se desarrolló durante la transición Pleistoceno-Holoceno, entre 13.000 y el 8000 años AP. Las condiciones ambientales de este período eran muy inestables y los nuevos escenarios en los que ingresaban los grupos humanos se caracterizaban por un alto grado de variación impredecible, tornándolos riesgosos (Borrero 1999, 1996). En general, el registro arqueológico más temprano de varias regiones indica la generalización de estrategias adaptativas basadas en una alta movilidad y el uso no especializado de los recursos faunísticos, que incluía la apropiación oportunista de megafauna, mediante la caza y/o el carroñeo (Borrero y Franco 1997).
Las evidencias arqueológicas obtenidas en El Alto 3 permiten confirmar la presencia humana en la región a fines del Pleistoceno, aún cuando los materiales recuperados son reducidos e imposibilitan, por el momento, obtener mayor información sobre sus modos de vida, si podemos suponer en base a las características de este registro que las poblaciones locales se encontraban en una etapa exploratoria (sensu Borrero 1999) del espacio serrano.
La información disponible sobre el registro arqueológico del Holoceno temprano en las Sierras Centrales de Argentina, es mayor y se caracteriza por una variedad de sitios, entre los que podemos mencionar El Alto 3, Arroyo El Gaucho 1, Matadero 14, El Cóndor 2 y El Alto 5. En estos sitios se observan evidencias de la elaboración de bifaces y puntas lanceoladas, un instrumental diverso y con una alta inversión de energía en su confección, así como un uso de materias primas líticas no locales para la manufactura de algunos de los artefactos de mayor formatización (Rivero 2006; Rivero y Berberián 2006).
El empleo de estas rocas no locales sugiere, por tanto, gran conocimiento del paisaje y/o la existencia de redes de interacción que permiten el acceso indirecto a estos recursos. Además, en este período la subsistencia parece estar basada en la captura de los principales recursos locales, como los guanacos. Por todo ello, sería posible considerar que durante el Holoceno Temprano, las poblaciones que ocuparon el sector serrano central de Argentina lograron la colonización del territorio, en el sentido definido por Borrero (1999).
Agradecimientos.
Deseo agradecer a mi Director, Dr. Eduardo Berberián por su apoyo y asistencia en el desarrollo del proyecto. A la Congregación Hermanas de La Paz, por la asistencia prestada. Asimismo, fueron invalorables los intercambios de ideas con Fabiana Roldán, Eduardo Pautassi, Sebastián Pastor, Shilo Hocsman, Patricia Escola, Teresa Civalero y Nora Franco.
Notas.
1- Por componente hacemos referencia al contenido material de un sitio en una posición estratigráfica dada.
2- Se considera locales a aquellas materias primas cuyas fuentes más próximas al sitio se encuentran dentro de un radio de 10 km.
3- La datación fue realizada gracias a la gentileza de Timothy Jull (NSF Arizona AMS Facility) y la Nacional Science Foundation (Grant EAR01-15488).
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Diego Rivero
Cátedra de Prehistoria y Arqueología, U.N.Cba. – CONICET
ISSN 1851-0027
Año 2007. Número 1: 32- 51.
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