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La rebelión individual (I)

Enviado por José López


Partes: 1, 2

    1. Todos tenemos margen para elegir
    2. En busca de una sociedad más "civilizada"
    3. El control social del sistema
    4. El sistema nos afecta a todos y lo hacemos entre todos

    O la materia prima de la verdadera Revolución. De la importancia capital de la actitud personal de cada individuo para cambiar el sistema.

    1)  Todos tenemos margen para elegir

     Es evidente que desde que nacemos nuestra personalidad se va "forjando" de acuerdo con las circunstancias que nos rodean. Nuestras vivencias y la educación que recibimos nos van marcando más o menos a lo largo de toda nuestra vida (al principio más). Pero también es evidente que no todos nacemos con las mismas "características". Así como dos personas con caracteres potencialmente similares pueden llegar a ser muy distintas en base a sus distintas vivencias o a su distinta educación, dos personas en entornos muy parecidos (incluso con una educación similar) también pueden llegar a ser muy distintas. Ya desde niños aparecen ciertas "tendencias" que pueden ser avivadas o reprimidas por la educación o por las circunstancias. Uno "nace" pero también "se hace".

    Es muy difícil (si no imposible) saber hasta qué punto influye la "predeterminación" y hasta qué punto influye la "socialización" en el carácter de una persona. Probablemente incluso dichas influencias no sean fijas ni constantes, en ciertos casos influyen más las circunstancias y en otros las "tendencias", incluso para una misma persona dichas influencias pueden cambiar a lo largo de su vida (está claro que la infancia por ejemplo es una etapa crítica). En todo caso, siempre existen ambos factores en la determinación del carácter de las personas. Incluso es difícil saber hasta qué punto uno puede ser dueño de sí mismo, de su propia forma de ser. Influyen muchos factores externos e internos que se interrelacionan de forma compleja para determinar nuestra forma de ser. La libertad absoluta no existe nunca, siempre hay factores internos o externos a nosotros que nos condicionan (nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestros defectos físicos o psíquicos, la sociedad, la familia, la clase social, etc.). Pero tampoco la falta de libertad es absoluta, sino sería imposible el cambio, la evolución. Nos movemos en unos márgenes de libertad entre la absoluta falta de la misma (este sería el caso en el que no tendríamos nada que hacer, en el que no tendríamos ningún margen de maniobra, porque nuestra forma de ser vendría determinada al cien por cien por nuestros genes y/o por nuestras vivencias) y el ideal utópico de libertad absoluta (en el que podríamos siempre elegir cómo somos porque naceríamos totalmente libres, sin ningún condicionante, y porque nuestras vivencias no nos influirían, en el que nuestro margen de maniobra sería ilimitado). Todos tenemos siempre algo de margen de maniobra, somos más o menos libres, podemos más o menos elegir nuestra forma de ser, podemos más o menos elegir nuestra forma de comportarnos. Ese "más o menos" dependerá de nuestras "tendencias" y de nuestras vivencias, pero siempre habrá un "más o menos", siempre habrá cierto margen (que podrá ser, en casos extremos, muy pequeño, pero nunca cero, o muy grande, pero nunca cien por cien). La mayoría de las personas "normales" tiene un margen de maniobra "razonable".

    2) En busca de una sociedad más "civilizada"

     Una sociedad civilizada, lo que pretende es precisamente no "explotar" nuestras naturales diferencias sino que más bien "compensarlas", para convertir nuestra desigualdad natural en una igualdad social (siendo iguales ante la ley, proporcionando igualdad de oportunidades para que la vida en sociedad sea lo más libre posible, etc.). Una sociedad que justifica desigualdades exageradas (no acordes con nuestras desigualdades "naturales", somos distintos pero no tanto como para serlo tanto social o económicamente) en base a la evidencia de que no todos somos iguales en nuestra forma de ser, en nuestra esencia, o que no las "combate", no se diferencia mucho de un sistema natural cuya ley básica es la del más fuerte o la de la pura supervivencia (e incluso en ocasiones lo empeora). Como dijo Voltaire, La civilización no suprime la barbarie; la perfecciona. Lo que diferencia principalmente a una sociedad "civilizada" frente al mundo natural o una sociedad "incivilizada" es precisamente el deseo de hacer un mundo más justo, el deseo de evitar o contrarrestar las injusticias propias de la vida. En este aspecto las llamadas sociedades "civilizadas" tienen aún muy poco de "civilizadas". En este aspecto muchas sociedades llamadas "primitivas" son (o eran) más "civilizadas" (son, o eran, más igualitarias y más solidarias). En esencia, aún no estamos demasiado lejos del mundo natural del que se supone "huimos" (y lo más preocupante es que la tendencia actual parece indicar que volvemos a "la ley de la jungla", pero con una "jungla" mucho más compleja que la "natural"). La sociedad debe avanzar aún mucho para conseguir el objetivo de ser más civilizada, los avances en los medios (en la ciencia, en la tecnología) no se han visto acompañados de avances tan "intensos" en los fines (en lo social, en lo político). Como ya expliqué en mi anterior artículo El desarrollo de la democracia, la humanidad tiene el gran reto de conseguir ser más "civilizada", de garantizar su supervivencia desarrollando el mejor sistema que hasta la fecha hemos "inventado" para convivir en sociedad de forma justa y pacífica: la democracia.

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