[1] Esta cita está tomada de la oración fúnebre de Pericles, tal y como la refiere TUCÍDIDES en La guerra del Peloponeso, II, pp. 37-39.
[2] Parece existir lo que podría denominarse ciclo de lugares comunes. Hay dichos que ganan popularidad porque ponen de relieve lo que en su tiempo parecía una verdad importante. Continúan siendo usados cuando lo que expresan se conoce por todo el mundo e incluso son utilizados todavía, aunque las palabras, por su uso mecánico y frecuente, hayan dejado de arrastrar un significado preciso. Finalmente, se abandonan porque ya no provocan ningún pensamiento. Solamente tras dormir durante el transcurso de una generación se redescubren y pueden utilizarse con nueva fuerza para entrañar algo parecido a su significado original y para sufrir una vez más la misma suerte si de nuevo obtienen éxito.
[3] El último gran intento de restauración de los principios de la sociedad libre, ya muy :ualifkado y en la forma limitada que requiere el carácter de todo texto académico, es The Elements of Politics, de H. SIDGWICK, en 1891. Aunque en muchos aspectos se trata de una jbra admirable, representa escasamente lo que debe considerarse como tradición liberal inglesa y está ya fuertemente imbuida del racionalismo utilitario que condujo al socialismo.
[4] Ya en 1885, incluso en Inglaterra, donde la tradición de libertad duró más que en otros naíses europeos, en un libro que fue ampliamente leído entre los liberales (The Limits of ndividual Liberty), de F. C. MONTAGUE, p. 16) podía afirmarse de estos últimos que «la reconstrucción de la sociedad y no la redención de los individuos es ahora su más urgente tarea»
[5] F. WATKINS, The Polítical Tradition of the West. Harvard Univ. Press. 1948, D 11
[6] Yo también tengo la esperanza de que no me recuerden, especialmente en nuestro tiempo, como lo hizo S. T. Coleridge a Edmund Burke, que «es políticamente malo describir un sistema que carece de atractivos excepto para los ladrones y asesinos y no tiene otro origen natural que el de las mentes de los locos y de los mentecatos, cuando la experiencia ha probado que el gran peligro de dicho sistema consiste en la peculiar fascinación que se calcula ejercerá en los espíritus nobles e imaginativos; en todos aquellos que en la amigable intoxicación de la benevolencia juvenil se inclinan a confundir propias y mejores virtudes y más escogidas potencias con las cualidades y atributos medios del carácter humano«(The Political Thaught of Samuel Taylor Coleridge, editado por R.J. White, 1938, p. 235)
[7] Cfr W.H.Auden en su introducción The American scene, de HENRY JAMES, 1946, p.18 «La linertad no es un valor sino el fundamento de todo valorVease también The Structure of Freedom, de C. BAY, Standford University Press, 1958, p. 19 La libertad es el terreno requerido para el completo crecimiento de otros valores
[8] Cfr. A.N. WHITHEAD, Adventure of ideas, Mentor Books, N.Y. 1955, p. 73: «Desgraciadamente, la noción de libertad ha quedado huera de significado debido al trato literario que se le ha dado… El concepto de libertad ha sido reducido a la imagen de unos pensadores que escandalizan a su generación. Al pensar en la libertad solemos limitarnos a las libertades de pensamiento, de prensa, de opinión religiosa…Esto es un completo error…La expresión literaria de la libertad entraña adornos inútiles…De hecho, la libertad de acción es la necesidad primaria
[9] C.L. BECKER, New Liberties for Old, Yale University Press, 1941, p.4
[10] David Hume, que será nuestro constante compañero y sapiente guía pudo hablar en 1742 (Essays II,p 371)de ese gran esfuerzo filosófico tras la percepción que, bajo el pretexto de reformar prejuicios y errores, choca contra los más queridos sentimientos del corazón y los más útiles instintos intendencias que pueden gobernar a la criatura humana. Hume nos advirtió (Ibid, p. 373) que no nos apartásemos demasiado de las máximas de comportamiento y conductas recibidas, a causa de una refinada búsqueda de la felicidad o de la perfección
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