- La evidencia contraria
- Había que afanarse para poder comer
- Llega la noche y caen las tinieblas
- Veamos, para empezar, lo que sucede cuando nos ponen a dieta
- ¿Dónde reside la solución a este misterio?
- La evolución adaptada a la comida: palabras clave…
- El síndrome del hartazgo nocturno
- La regulación afectiva
- Conclusión
- Bibliografía
Uno de los grandes misterios de la vida oceánica es la razón por la cual el pez luna y la tortuga marina, pueden crecer alcanzando el peso de 2,000 libras, viviendo en una dieta de aguavivas, criaturas cuyos cuerpos contienen un 95% de agua.
Pez luna
Mientras que nosotros…
El controvertible y cuasi axiomático proverbio que nos indica que el ser humano está programado, en su estrategia alimenticia, para consumir tres comidas "balanceadas" al día, lo resume de la siguiente manera formal:
"Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo".
Este apotegma, en mi educada opinión, fue concebido por alguien incauto; siendo formulado, basado en los designios del mercadeo de los cereales, de la leche y de los huevos, pero, careciendo de bases lógicas o científicas para substanciarlo.
La evidencia contraria
Primero, trasladémonos al período en que campeábamos en las planicies y sabanas del Á frica occidental donde se cree que habitáramos inicialmente durante el holoceno. Viviendo en medio de bosques frondosos, rodeados de agua en cantidades fluctuantes y resguardándonos en moradas improvisadas — donde nos albergábamos para pasar las noches largas, oscuras y, para nosotros, insondables — nos resultaría imposible despertarnos para empezar el día seleccionando de entre nuestras inexistentes despensas las provisiones necesarias para preparar el desayuno para la familia.
No, cuando despertábamos a la luz del primer indicio de la madrugada, los únicos de los habitantes de la tribu que tenían acceso a comida eran los niños lactantes que se nutrían de la leche proveniente del seno de madres delgadas. Los demás tenían que salir a procurarla.
Había que afanarse para poder comer
Entonces, no desayuno y no rey, excepto el del bebé supremo…
Las mujeres más jóvenes y las niñas más desarrolladitas de la horda salían en conjunto a buscar frutas, calabacines y bayas — amén de otros vegetales y hojas comestibles — para dar comienzo a la jornada. La educación escolar no había nacido todavía. Había, sin embargo, de alguna manera, que renovar la provisión de agua, mantener el fuego prendido y preparar el fogón para la primera colación del día que llegaría más adelante traída por quienes la iban a buscar.
Los hombres jóvenes y los niños de edad un poco avanzada, necesariamente con los estómagos vacíos, saldrían a procurar caza y pesca para nutrir el grupo tribal.
Habiendo emprendido la incursión por comida, cuando encontraban presa, ésta era montaraz, nutrida de la manera más simple y viviendo en plena libertad para evadir ser capturada sin oponer resistencia. O de lo contrario, había que seguir los pasos de carnívoros grandes para consumir las piltrafas por ellos abandonados.
Para lograr disfrutar de los residuos por otros predadores dejados, a veces, era preciso combatir otras bestias, asimismo hambrientas, y en búsqueda igualmente de carroña.
Comer no era fácil, a veces riesgoso, y requería mucho esfuerzo lograrlo.
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