Acercarse al concepto de transferencia como eje central en la práctica del Psicoanálisis, implica para el interesado, además de estudiar la compleja articulación de la Teoría Psicoanalítica, un cambio en la manera de apreciar, concebir y trabajar en la ciencia, en las problemáticas humanas, así como en la enfermedad y la salud psíquica, lo que supone fundamentalmente una transformación, la cual incluye la propia vida del sujeto en formación.
Entraña partir de un conocimiento nuevo acerca del tiempo y la verdad, ya que en psicoanálisis el tiempo ya no transcurre de la manera como solemos creer, ya no es secuencia lógica, ni cronológica, y la verdad, deja de preexistir para producirse en el discurso del sujeto como manifestación de lo no decible por inconsciente, con la equivocación, el lapsus, el acto fallido y el síntoma.
De esta manera, Freud se refiere a la transferencia como un fenómeno constituido por el hecho de que no existe traducción directa posible por el sujeto para un cierto deseo sexual reprimido. Al no existir esta traducción directa, el afecto ligado a una representación prohibida e inconsciente tratará de manifestarse desplazándose bajo los efectos del trabajo de la censura a una representación permitida, no censurable y preferiblemente indiferente o reciente, elegida precisamente por no poseer amplias conexiones aún, y a la que transfiere su intensidad, además de ocultarse detrás de ella.
Todo este trabajo de deformación y desplazamiento, que responde al modo de funcionar del aparato psíquico, sugiere que la conciencia nada quiere saber de lo reprimido inconsciente imponiendo una resistencia a su evocación.
Para Freud el eje de la cura fue permitir la manifestación de las resistencias que se imponían a la labor del análisis, venciéndolas para acceder a los recuerdos olvidados que facilitaran el hacer consciente lo inconsciente en el paciente.
Sin embargo, en el texto "Recuerdo, repetición y elaboración" de 1914, más adelante seguido de otros textos como "Construcciones en Psicoanálisis" de 1937, Freud dará cuenta de otro concepto fundamental que ayudará a hacer más compleja la teoría: la recurrencia.
A este respecto explicó que existen indicios de la repetición de los afectos que pertenecen al material reprimido y cuya acción es repetida por imposición obsesiva. Es el deseo inconsciente que se repite y puja por manifestarse en la conciencia, se representa a través de la negación y se expresa por medio de la transferencia como las dos únicas maneras de que el ser se ponga en contacto con el mundo, sin que el sujeto se dé cuenta de nada.
Esta obsesión de repetición, está adscrita al retorno de lo reprimido y a la insistencia del inconsciente, e independientemente de su carácter displaciente, siempre implica un goce para el sujeto que va más allá del principio del placer, que tiene que ver con el límite del hombre como ser mortal. Se repite, se transmite un deseo y se manifiesta una verdad, la de un deseo sexual infantil y reprimido.
El pilar de este deseo es la palabra en transferencia, y por medio de ella, los actos en análisis tienen un sentido. Actos, definidos como los efectos de la realidad psíquica inconsciente y actual puesta en juego en la relación de diálogo entre el analista y el paciente. El sujeto siempre dice más de lo que quiere decir, bien sea en un discurso aparentemente lógico o bien desordenado, o en manifestaciones del inconsciente tales como la equivocación, el lapsus, el acto fallido o el síntoma.
Son formaciones del inconsciente que implican un nódulo de verdad en el cual se apoyan y que permiten triunfar al acto al manifestarse en la conciencia.
La palabra siempre trata de una presentación, siempre un espejismo, un intento de representar lo no representable, es decir, lo inconsciente. Nos plantea una verdad y una realidad más allá de la material, que solo se puede semidecir y que se produce con el requisito de que haya alguien que crea en ella.
De esta forma, lo que puede ser imposible en lo real, puede ser posible en el psiquismo, y una cosa que no haya pasado puede pasar, así como una cosa que haya pasado puede no haber pasado. Esto es debido a que las combinaciones de palabras en el discurso del paciente están sobredeterminadas por su deseo inconsciente, sin embargo, en la escucha de la palabra en transferencia del analista junto a su método, interpretación– construcción, se puede combinar cualquier palabra con cualquier otra. Sería vano entonces que el psicoanalista buscara una secuencia lógica entre las palabras que el paciente es capaz de producir en su tratamiento psicoanalítico y su vida vivida, o pensar que la transferencia sobre la persona del médico, que es todo lo que se enlaza a la situación del tratamiento por parte del paciente, tuviera que ver con las características personales del psicoanalista.
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