Aun de la manera pródiga con la cual se les remunera hoy a los atletas profesionales se puede deducir el hecho de que la idoneidad física es de la mayor importancia para toda sociedad.
Tal vez muy pocas personas han encontrado en sus tareas profesionales aquellos ejemplos, que no son tan raros para nosotros, de la actividad física siendo usada de modos patológicos, como se usan para purgar lo comido.
En los Estados Unidos a estudiantes secundarios les obligan, sus entrenadores, a ganar o a perder el peso de modo arbitrario, para que de ese modo puedan pertenecer a la categoría competitiva dentro de la cual el peso artificioso los asignaría. Para lograr esos fines, les aconsejan comer comidas ricas y copiosas; o le recomiendan que reduzcan el consumo calórico radicalmente, que vomiten, que se pongan enemas, que usen laxantes o que practiquen cualquier otra forma de abuso a sus organismos (cual lo es el ponerse en dieta restrictiva) para lograr las victorias anheladas.
Muchos de estos jóvenes vulnerables o caen víctimas de la anorexia o de la bulimia nervosa, o comienzan el experimento desafortunado y peligroso del uso de los esteroides anabólicos; con su potencial destructivo tanto de las funciones físicas como de las mentales. (Véase la lección de la UD al respecto).
En los países que estaban cercados por la llamada "Cortina de Hierro", era hecho documentado que a los atletas se les concedían privilegios y se les conferían tratos especiales para que ellos representaran al Comunismo como el único sistema capaz de producir tales seres superdotados… lo que sería a través del engaño y de la decepción.
Pero en este artículo de hoy nos ocupa el entendimiento de la actividad física en lo que se relaciona a las disorexias (trastornos del comer).
Primero abordemos el asunto elusivo y, aun no establecido, de que el ejercicio físico es esencial para combatir el sobrepeso.
Aparentemente las actividades de caminar, correr o de montar bicicleta (sea estacionaria o no); no bastan por sí mismas para hacer que el cuerpo reduzca cualquier exceso de adiposidad de un modo rápida y apreciable. Vayan al Mirador y verán a las mismas personas caminando, quienes día tras día acarrean las mismas libras como si ellas fuesen víctimas de una tortura infernal.
El ejemplo que sigue ilustra que el caminar, o el correr, sin prestarle atención a lo que se come, no bastan por sí solos para controlar el sobrepeso.
Hace unos años que yo tratara a un señor que, por haber sufrido un accidente atlético, tuvo que permanecer por seis meses en la inmovilidad absoluta. Solamente con cambiarle su estrategia alimenticia, en los seis meses de su inactividad total, perdió las 29 libras que ganó en los tres meses que precedieran una operación que se le hiciera.
No obstante, algunas pacientes víctimas de la anorexia o de la bulimia nervosa, usan la actividad física tenaz y excesiva para "purgar" a sus cuerpos de las libras abominadas.
Para algunas de ellas, el ejercicio físico puede convertirse, en una actividad obligatoria; a veces de naturaleza compulsiva (la misma que hoy se conoce con el nombre especioso de la "vigorexia")…
Retornen al Mirador y encontrarán entre la variedad de personas que practican la caminata o la corrida cotidiana, a unas mujeres de delgadez cadavérica que se desplazan a velocidades considerables, motivadas por un solo deseo: el de "quemar la grasa", en ellas inexistente.
Aparentemente, lo que se ignora es el hecho de que el modo como el cuerpo, por medio del metabolismo, procesa lo que ingiere, y lo que hace con el producto final del exceso de energía, (lo que almacenará como grasa) no está regulado por el simple concepto hipotético conocido como "El Modelo Fiduciario". Este modelo teorético propone que si se come de menos y se hacen ejercicios de más, el peso necesariamente se pierde. Y que si se come de más y se hacen ejercicios de menos, la obesidad sigue. (Véanse mis ponencias al respecto).
Para contradecir aserciones tan simples como las del "Modelo Fiduciario" hoy poseemos cuantías de investigaciones enormes, cuyos resultados soportan persuasivamente que la actividad física en exceso puede, no solo causar trastornos, cual son los menstruales en algunas mujeres, sino que puede conducir a otros efectos debilitantes, tanto física como emocionalmente, entre muchos otros.
Por ello es urgente iniciar la educación de poblaciones susceptibles y predispuestas en evitar los excesos, tanto en la dieta como en la actividad física, con fines meramente cosméticos; y no como parte simple del proceso normal de la vida.
Este artículo continúa…
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Desde el amanecer del comienzo de nuestra historia, las aptitudes físicas y mentales del ser humano han recibido mucha atención.
De los griegos heredamos los juegos olímpicos, los cuales hoy se prolongan hasta dentro de la vejez avanzada. De los romanos nos llega el inmortal consejo: Mens sana in corpore sano.
Y aún de la manera pródiga con la cual se les remunera hoy a los atletas profesionales se puede deducir el hecho de que la idoneidad física es de la mayor importancia para toda sociedad.
Talvez muy pocas personas han encontrado en su tareas profesionales aquellos ejemplos, que no son tan raros, de la actividad física siendo usada de modos perjudiciales.
En los Estados Unidos a estudiantes secundarios les obligan sus entrenadores a ganar o a perder el peso de modo arbitrario, para que de ese modo puedan pertenecer a la categoría competitiva dentro de la cual su peso les marcaría con ventajas. Para lograr eso fines, les aconsejan comer comidas ricas y copiosísimas, o le recomiendan que reduzcan el consumo calórico radicalmente. Que vomiten, que se pongan enemas, que usen laxantes o que practiquen cualquier otra forma de abuso a sus cuerpos (como lo es el ponerse en una dieta restrictiva) para lograr las victorias anheladas.
Muchos de estos jóvenes vulnerables caen víctimas de la anorexia o de la bulimia nervosa, o comienzan el experimento desafortunado y peligroso del uso de los esteroides anabólicos, con su potencial destructivo tanto de las funciones físicas como de las mentales.
En los países que estaban encerrados por la llamada "Cortina de Hierro", era asunto documentado que a los atletas se les concedían privilegios y se les conferían tratos especiales para que ellos representaran al Comunismo como el único sistema capaz de producir tales atletas superdotados… a través del engaño y de la decepción.
Pero en este artículo de hoy nos ocupa el entendimiento de la actividad física en lo que se relaciona a las disorexias (trastornos del comer).
Primero, abordemos el asunto elusivo y, aun no establecido, de que el ejercicio físico es esencial para combatir el sobrepeso.
Aparentemente las actividades como caminar, correr o montar bicicleta (sea estacionaria o no), no bastan por sí mismas para hacer que el cuerpo reduzca el exceso de adiposidad de un modo apreciable. Vayan al Mirador y verán a las mismas personas día tras día acarreando las mismas libras como si ellas fuesen víctimas de una tortura diabólica.
El ejemplo que sigue ilustra que el caminar, o el correr, sin prestarle atención a lo que se come, no bastan para controlar el sobrepeso.
Hace unos años que yo tratara a un señor que, por haber sufrido un accidente atlético tuvo que permanecer por seis meses en la inmovilidad absoluta.
Solamente con cambiarle su estrategia alimenticia, en los seis meses de su inactividad total, perdió las 29 libras que ganó en los tres meses que precedieran una operación de un ligamento de la rótula, que le hicieran.
No obstante, algunas pacientes víctimas de la anorexia o de la bulimia nervosa, usan la actividad física tenaz y excesiva para "purgar" a sus cuerpos de las abominadas calorías consumidas.
Para algunas de ellas, el ejercicio físico puede convertirse, en una actividad obligatoria, a veces compulsiva.
Vuelvan al Mirador y encontrarán entre la variedad de personas que practican la caminata o la corrida cotidiana, a unas mujeres de delgadez cadavérica que se desplazan a velocidades considerables, motivadas por un solo deseo: el de "quemar la grasa (inexistente de sus cuerpos emaciados)".
Aparentemente, lo que se ignora es el hecho de que el modo como nuestro organismo dispone de lo que come, y lo que hace con el producto final del exceso de energía, (lo que almacenará como grasa) no está regulado por el simple concepto hipotético conocido como "El Modelo Fiduciario", o "Fiscal", el cual propone que si se come de menos y se hacen ejercicios de más, el peso necesariamente se pierde. Y que si se come de más y se hacen ejercicios de menos, la obesidad sigue.
Para contradecir aserciones tan simples como la del "Modelo Fiduciario" hoy existen cantidades de investigaciones enormes, cuyos resultados soportan persuasivamente que la actividad física en exceso puede, no sólo causar trastornos, cual los son los menstruales en algunas mujeres, sino que puede conducir a los efectos debilitantes, tanto física como emocionalmente, entre muchas otras complicaciones más.
Por lo que hemos dicho, es urgente iniciar la educación de poblaciones susceptibles y predispuestas en evitar los excesos, tanto en la dieta como en la actividad física, con fines meramente cosméticos, y no como parte de la vida simplemente.
Bibliografía
Suministrada por solicitud.
Dr. Félix E. F. Larocca
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