- Palabras claves
- Presentación
- "Una nueva educación"
- Aprender a pensar y aprender a vivir
- El sistema de objetivos fundamentales de la educación
- La alegría, fin y contraste de la educación
- La actividad educativa
- El ámbito de la educación: (Convivencia y paz)
- Las condiciones de una nueva formación humana
- Conclusión
- Bibliografía consultada
PALABRAS CLAVES
Educación, permanencia, cambio, pedagogía, visible, invisible, sociedad, modernidad, postmodernidad, técnica, pensamiento, aprender, pensar, fases, sistema, objetivos, unidad, vivencia, alegría, actividad, trabajo, ámbito, formación, humana.
El camino que recorre la educación pasa por la identificación de sus múltiples objetivos organizados en un sistema con tres componentes fundamentales: los conocimientos, las aptitudes y los valores. Este camino debe ser recorrido con mirada abierta para percibir las manifestaciones externas, visibles, del proceso educativo, mas cuidando de no quedarse en ellas, sino utilizarlas como punto de partida con el fin de llegar a los estratos profundos, invisibles a veces, de la persona humana. Incorporar la alegría a la educación es un hermoso quehacer en estos tiempos en los que la misma abundancia de posibilidades entraña multitud de riesgos.
Para profundizar la cuestión antes mencionada, y brindar el servicio básico de percibir abarcativamente la realidad, nada es más práctico que una idea clara y profunda de la evidencia sobre la que debemos actuar. La verdad, ricamente captada, tiene un particular poder difusivo, y tiende a constituirse en acción por una necesidad intrínseca. Por tanto deberemos "RECREAR LA ESPERANZA".
En nuestro mundo, el del último cuarto de siglo XX, tanto el hombre de la calle cuanto el dedicado al pensamiento y la reflexión tienen la idea común, convertida en tópico de que la humanidad se halla sometida a un cambio, desconcertante por su rapidez. Todo cambio en la humanidad viene acompañado-condicionando y siendo condicionado a la vez- por un cambio cultural. Cualquier cambio cultural tiene dos vertientes: la vertiente social, en la medida en que caracteriza a un grupo humano y aun a la humanidad entera en un tiempo determinado, y la vertiente personal, en tanto que modificación de las características, propias de cada ser humano. En la medida en que la voluntad libre del hombre interviene en el cambio personal, estamos hablando de educación.
El tema del cambio educativo no es nuevo en la Pedagogía. De unos años a esta parte sobran las alusiones a la rapidez con que la sociedad está variando continuamente. En razón de tal mutabilidad, se le pide a la educación hacerse cargo de las modificaciones sociales para adaptar el proceso educativo a las "cambiantes" condiciones en que vive el hombre. Incluso se ha dicho que la educación no debe preparar simplemente para las nuevas situaciones de la vida que el cambio trae consigo, sino que ha de preparar para el "cambio" mismo.
Como cualquier tópico, el del cambio social y el cambio educativo con él relacionado deben examinarse con cierto cuidado. La noción de cambio es relativa. Surge de la comparación de dos estados distintos de una misma realidad. En todo lo que se mueve o cambia hay algo que permanece y algo que pasa. El objeto que de blanco pasa a ser negro cambia de color pero el objeto mismo sigue. La noción de cambio exige su correlato de permanencia. Si esto es así, hemos de preguntarnos qué es lo que permanece y qué es lo que cambia en la educación.
Teniendo presente que el proceso educativo se realiza en cada hombre, y sobre el doble supuesto de que la humanidad no existe fuera de l os hombres y que al conocimiento de lo general (humanidad) se puede llegar a través del conocimiento de lo particular (el hombre), parece que el conocimiento del camino hacia esas nuevas condiciones humanas debe tomar como primera referencia al hombre singular. Sobre estos supuestos, algunas investigaciones realizadas sobre los cambios del lenguaje, en tanto que manifestaciones de los cambios del hombre y de la vida, han puesto las bases para identificar los elementos cambiantes y los elementos permanentes del hombre y de la educación.
Desde el punto de vista sincrónico, las variaciones del lenguaje se sitúan principalmente en la referencia a los objetivos, a las cosas, al mundo objetivo, mientras que indica una mayor permanencia en el campo de las funciones mentales. El examen diacrónico viene a confirmar la misma idea; se ve con claridad que lo que cambia es el mundo objetivo más que las propias funciones humanas.
Hablando de objetos y funciones en el lenguaje, estamos situados en el campo del conocer y de la realidad objetiva. Pero la vida humana no es sólo conocimiento objetivo. Es también valoración descubrimiento del sentido de las cosas y de la realidad entera. Hasta se podría decir que la vida humana se justifica en el campo de los valores. La cuestión de los valores no es simplemente un problema inventado por los filósofos, como un entretenimiento más; el hombre de la calle resume su vida en última instancia descubrimiento lo que "vale la pena" y dedicándose a ello.
Aunque el "sentir" los valores es una posibilidad de todos los hombres, su explicación, problema típico de la filosofía moderna, es difícil porque no se trata de algo claramente cognoscible y real, sino que está, en cierto modo, más allá de la realidad sensible que le rodea. El valor es "la cualidad de la cosa estimada y se llama bien a la cosa misma que realiza o en que se realiza el valor" (García Morente, 1975, 119).
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