I.- Conceptos
El Subempleo ocurre cuando una persona capacitada para una determinada profesión o cargo no puede trabajar por causa del desempleo, por lo que opta por tomar trabajos menores en los que generalmente se gana poco. También ocurre en algunas empresas donde la persona comienza con un cargo menor y después se capacita y se titula. Uno de los "trabajos del subempleo" es la venta de cosas en las calles.
También suele llamarse subempleados, en las estadísticas sobre ocupación, al conjunto de personas que no trabajan un número mínimo de horas a la semana o que lo hacen sólo de modo esporádico, sin suficiente regularidad. Si el trabajador, sin embargo, por cualquier motivo, desea permanecer en esta situación, no puede hablarse técnicamente de subempleo, pues es sólo una persona ocupada que tiene una función de utilidad ocio/trabajo diferente al promedio existente en la economía.
Hay subempleo en cambio cuando el trabajador no encuentra una colocación que le permita incrementar su tiempo de ocupación. Esto puede ocurrir por causa de deficiencias estructurales de la economía o de un mercado en especial.
II.- Tipos de subempleo
Por lo general se presentan dos tipos de subempleo: el subempleo visible, que refleja una insuficiencia en el volumen de empleo (jornada parcial de trabajo) y el subempleo invisible, caracterizado por los bajos ingresos que perciben los trabajadores.
1. El subempleo visible o por horas
De acuerdo a la definición internacional, existen tres criterios para identificar a los ocupados en situación de Subempleo Visible:
- Trabajar menos de la duración de una jornada normal de trabajo;
- Estar en esta situación con carácter involuntario y;
- Buscar un trabajo adicional o estar disponibles para trabajar más horas.
Estos tres criterios deben presentarse simultáneamente para caracterizar a una persona en situación de Subempleo Visible.
1.1 Medición del Subempleo Visible en el Perú
Para identificar en el Perú a los ocupados que se encuentran en esta situación, se efectúa el procedimiento siguiente:
- Se establece en 35 horas semanales, la duración de una jornada normal, como medida de referencia, que servirá de límite entre el subempleo visible y el empleo adecuado.
- Se compara el número de horas laboradas por el ocupado con las 35 horas utilizadas de referencia y;
- Si el ocupado labora menos de 35 horas y manifiesta deseo y disponibilidad de trabajar más, es considerado subempleado visible.
2. El subempleo invisible o por ingresos
Según normas internacionales para distinguir el subempleo invisible, se considera el bajo nivel de los ingresos, el aprovechamiento insuficiente de las calificaciones y la baja productividad.
En el Perú se define como subempleados invisibles al segmento de trabajadores que laboran igual o mayor número de horas a las consideradas como jornada normal (35 horas semanales) y perciben ingresos menores al Ingreso Mínimo Referencial (IMR) establecido como límite para considerar un empleo adecuado en términos de ingreso.
2.1 Medición del Subempleo Invisible en el Perú
Hasta 1994, el subempleo invisible se calculaba tomando como ingreso mínimo referencial, el salario mínimo legal de enero de 1967, indexado por la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Actualmente los criterios para identificar al subempleado invisible, se aplican solo aquellos trabajadores que laboraron igual o mayor número de horas semanales consideradas normales (35 y más horas); en base a los siguientes criterios:
- Se determina el Valor de una Canasta Mínima de Consumo (CMC) que será base de cálculo del Ingreso Mínimo Referencial (IMR).
- El IMR (ingreso mínimo referencial) se obtiene relacionando la CMC (canasta mínima de consumo) con el número de perceptores promedio para cada área o dominio geográfico.
- El resultado de esta relación determina si un ocupado es subempleado, cuando el ingreso de éste es inferior al IMR.
III.- Causas del subempleo
La situación de divorcio entre los estudios realizados y la ocupación ejercida por los profesionales es fundamentalmente el resultado de:
El desencuentro entre la oferta y la demanda de trabajo. Por el lado de la oferta de trabajo, uno de los principales factores a considerar es la explosión demográfica ocurrida en el período 1960-1980. De tal forma que aquellos que nacieron en estas décadas han ingresado al mercado de trabajo en los años 1980s y 1990s, presionando fuertemente sobre los empleos y las remuneraciones percibidas.
En el mismo sentido, influyó también la continua migración rural-urbana y el aumento de la tasa de participación, sobre todo la femenina experimentada en las últimas décadas. Por el lado de la demanda, la capacidad del aparato productivo de absorber mano de obra se vio seriamente afectada por diversos factores económicos e institucionales que contribuyeron a la generación y crecimiento de un excedente de mano de obra en situación de desempleo abierto o de subempleo en el sector informal. Ante este contexto, los empleos generados por las empresas han estado por debajo de los niveles requeridos para absorber al contingente de trabajadores.
Esta situación llevó a que muchos se ocuparan en puestos de menor calificación a la que poseían con la finalidad de mantenerse trabajando.
- La falta de adaptación del sistema educativo a las necesidades del aparato productivo. Son escasos los vínculos entre el sector productivo, los centros de formación profesional y los organismos públicos, con el fin de orientar la oferta de carreras profesionales de las universidades e Institutos Superiores Tecnológicos.
- Deficiencias en la calidad de las carreras ofrecidas, la infraestructura educativa es, en términos generales, deficiente; las herramientas, equipos, laboratorios y maquinarias son insuficientes, obsoletos o se encuentran en mal estado. Los docentes requieren actualización y capacitación permanente, tanto en aspectos técnicos como pedagógicos; además afrontan una excesiva carga de alumnos, reciben una baja remuneración y son en gran parte contratados temporales. Los currículos de formación profesional técnica necesitan ser actualizados y adecuados a la realidad regional y local de cada centro educativo.
- La ampliación de la cobertura de la educación técnica10. En 1997 se llevó a cabo el primer censo Nacional de Educación Técnica y Pedagógica, el cual verificó el crecimiento vertiginoso de la educación técnica, como alternativa de formación profesional. En 199911 existían en el país 660 Institutos Superiores Tecnológicos (IST) con una población escolar de 228,657 alumnos.
- El boom de las universidades12. En los últimos veinte años el número de universidades en el país más que se duplicó, se pasó de 35 a 77 centros universitarios; el incremento es explicado básicamente por la expansión de los centros privados. Esto originó que crezca el número de egresados de las diversas especialidades y por consiguiente la oferta laboral calificada. Sin embargo, debe señalarse que del total de jóvenes que ingresan a la universidad cada año, aproximadamente, la mitad llega a graduarse.
El crecimiento del número de profesionales ha tenido un claro sesgo hacia las carreras de educación, derecho, contabilidad, administración, economía y enfermería; las cuales a su vez tienen la característica de requerir mínima infraestructura para su dictado. En el caso de educación se considera los niveles de inicial, primaria y secundaria, con lo que se constituye en la carrera con mayor número de alumnos. Asimismo, estas carreras son ofrecidas en un gran número de universidades lo que contribuye a su masificación (ver Gráfico 2).
IV.- BIBLIOGRAFÍAS
– Instituto Nacional de Estadística e Informática.
– Ministerio de Trabajo.
– Asamblea Nacional de Rectores
– Wikipedia
Autor:
César Arana
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