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El pensamiento sistemático y crítico


Partes: 1, 2

    1. Concepto humanista crítico y emancipador de competencia humana
    2. El desarrollo sistemático de las competencias humanas
    3. Pensamiento sistemático, creativo y crítico como competencia humana general
    4. Los niveles de pensamiento
    5. Un modelo de pensamiento reflexivo (sistemático)
    6. Referencias

    El pensamiento sistemático y crítico como competencia humana general

    Vivimos un momento de la historia en que nuestros pueblos reconocen la necesidad de comenzar a entender y atender, en forma reflexiva, creativa y crítica, en nuestras familias, vecindarios y centros educativos, el proceso de desarrollo humano integral. La escuela, la universidad incluida, tiene que dejar de ser mero centro de distribución de información y desarrollo de destrezas técnicas; debe transformarse en un espacio en el que se promueva en forma deliberada y coherente el desarrollo integral de los estudiantes en sus múltiples dimensiones.

    Tanto la situación histórica como nuestros principios éticos, cívicos y religiosos nos obligan a promover la formación de personas y ciudadanos con nuevas capacidades y sensibilidades éticas y cívicas. La UNESCO ha dicho en este mismo sentido que los cuatro aprendizajes fundamentales para el siglo XXI serán aprender a conocer, a hacer, a vivir juntos y a ser.

    Estas necesidades educativas de nuestro tiempo no se satisfacen con meros conocimiento y destrezas específicos; se trata más bien de fomentar el desarrollo de nuevas mentalidades; de nuevas estructuras conceptuales; de nuevas actitudes y sensibilidades; de nuevas formas de conciencia y de habilidades generales o competencias humanas. A esta agenda, siguiendo la que nos legara el ilustre maestro latinoamericanista Eugenio María de Hostos (1839-1903), nos hemos dedicado por los pasados veinte años.

    Los humanos somos seres de tradiciones, nos alimentamos de ellas, nuestra vida cobra significado y dirección gracias a ellas. Pertenecer a una tradición es sentirse parte de un proceso histórico que nos trasciende, es reconocer que nada importante se construye en una generación, y que el logro de las grandes aspiraciones sólo se da en el relevo de las generaciones. Éstas trabajando sobre un mismo objeto y a la luz de un ideal, van entendiendo mejor esa realidad y ese ideal y el modo de aproximar dialécticamente, en teoría y práctica, lo uno a lo otro a través de la esperanza y sus proyectos de futuro.

    En la tradición de educación liberadora que va de Eugenio María de Hostos a Pablo Freire, reconocemos tres fines que la definen:

    Primero la educación como instrumento de liberación política y social.

    Segundo, la formación integral del ser humano como meta y contribución de la escuela a dicha liberación.

    Tercero, el desarrollo de la razón y la formación de la conciencia, la concienciación, como tarea central de la escuela que busca promover el desarrollo humano y la liberación.

    La estrategia principal para el logro de estas finalidades comprende principalmente la formación de los docentes, la reorganización de la convivencia humana en la escuela y la implantación un plan de estudios o currículo, que da estructura y dirección al fomento del desarrollo del educando.

    En esta tradición y estrategia ser ubica nuestro trabajo.

    Concepto humanista crítico y emancipador de competencia humana

    El desarrollo humano comprende diversas dimensiones que se constituyen e integran en la interacción con el medio cultural para ayudar a configurar la personalidad. Para propósitos educativos concebimos estas dimensiones como competencias. Definimos competencia humana como una habilidad general y forma de conciencia, producto de la integración de conceptos, destrezas y actitudes, que dota al ser humano de una capacidad de entendimiento, acción y transformación de sus relaciones con el mundo, él/ella mismo incluido.

    Ser competente significa que la persona tiene el conocimiento declarativo (la información y conceptos), es decir, sabe lo que hace, por qué lo que hace y conoce el objeto sobre el que actúa. Ser competente, también implica, tener la capacidad de ejecución, es decir el conocimiento procesal o las destrezas intelectuales y psicomotoras para en efecto llevar a cabo la ejecución sobre el objeto. Finalmente, ser competente implica tener la actitud o disposición (conocimiento actitudinal) para querer hacer uso del conocimiento declarativo y procesal y actuar de manera que se considera correcta.

    Cuando una competencia humana general ha alcanzado un alto grado de desarrollo, al conocimiento declarativo, procesal y actitudinal se añaden otras dimensiones como el conocimiento metacognitivo o la autoconciencia, el experiencial y el creativo

    Esto significa que con la experiencia y la reflexión el ser humano aprende a examinar, evaluar y modificar su propia competencia (conocimiento metacognitivo); también desarrolla un saber situacional o contextual es decir amplia y diversifica el ámbito de aplicación de su competencia y sabe ajustar con precisión su competencia a los requerimientos del entorno y dar respuestas casi inmediatas y efectivas al mismo (conocimiento experiencial). Finalmente, la persona de experiencia reflexiva, desarrolla una manera peculiar y siempre renovada de ejercer su competencia, su propio estilo (conocimiento creativo).

    Nuestro concepto de competencia se distingue de las versiones conductista e instrumentalistas del mismo, que ven en al competencia una mera destreza o proceso que puede aprenderse y "dominarse" por medio de "entrenamiento". Las competencias humanas generales son aprendizajes mayores o comprensivos, resultado de la totalidad de experiencias educativas formales e informales en las que la persona se involucra. Son capacidades generales que se desarrollan como parte del proceso de maduración biopsicocultural, a partir del potencial humano para el aprendizaje, y ante los retos que las diferentes etapas de la vida le plantean a la persona. Su desarrollo es continuo, gradual y acumulativo. La escuela es solo un espacio, mejor o peor organizado, para su desarrollo.

    En nuestro trabajo hemos identificado las siguientes competencias humanas generales como metas de la educación orientada al desarrollo humano integral, ya sea en la escuela, el hogar o como proceso autogestivo:

    (1) Pensamiento sistemático, creativo y crítico

    (2) Comunicación significativa y creativa:

    (3) Interacción social efectiva

    (4) Autoestima y autoconocimiento

    (5) Conciencia moral y ética

    (6) Sensibilidad estética

    (7) Conciencia ambiental y salubrista

    (8) Conciencia histórica y cívica nacionalidad y a la humanidad.

    (9) Habilidad psicomotora para la recreación y el trabajo

    (10) Sentido de trascendencia

    Nuestro concepto de competencia se distingue de las versiones conductista e instrumentalistas del mismo, que ven en al competencia una mera destreza o proceso que puede aprenderse y "dominarse" por medio de "entrenamiento". Las competencias humanas generales son aprendizajes mayores o comprensivos, resultado de la totalidad de experiencias educativas formales e informales en las que la persona se involucra. Son capacidades generales que se desarrollan como parte del proceso de maduración biopsicocultural, a partir del potencial humano para el aprendizaje, y ante los retos que las diferentes etapas de la vida le plantean a la persona. Su desarrollo es continuo, gradual y acumulativo. La escuela es solo un espacio, mejor o peor organizado, para su desarrollo.

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