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Una clave para la interpretación de la poética de Gastón Baquero (página 2)


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El mismo Baquero nos da la clave para acercarnos a su obra cuando expresara a Efraín Rodríguez en conversación grabada por éste "…Uno está procurando siempre hacer una poesía que agregue una ilusión. No es descubrir cosas, ni decir cosas originales, no, sino, por ejemplo, describir o reinventar ese paisaje desde otra perspectiva más personal." He subrayado lo que considero esencial y que es común de una u otra forma a los origenistas y que fue en Gastón Baquero el arma de su lucha contra el tiempo-muerte, ese reinventar baqueriano no es más que trascender de lo presentáneo a la eternidad, el poema como una prolongación de lo divino que se fija en el olimpo o muro de lo imperecedero y logra así vencer la fugacidad de la realidad vivida. Es desde esta perspectiva que analizaremos el soneto que nos ocupa: "Soneto para no morirme"

Una clave

En el soneto el poeta expresa el tema del triunfo del tiempo, visto como la muerte, sobre la obra, sustentado esto por dos subtemas o ideas secundarias que reflejan las dos partes en las que el soneto se divide:

Escribiré un soneto que le oponga a mi muerte

un muro construido de tan recia manera,

que pasará lo débil y pasará lo fuertey quedará mi nombre igual que si viviera.

Como un niño que rueda de una alta escaleradescenderá mi cuerpo al seno de la muerte.

Mi cuerpo, no mi nombre; mi esencia verdaderase incrustará en el muro de mi soneto fuerte…

En los dos cuartetos se expresa la construcción de un soneto que será tan fuerte y poderoso, tan perfecto que se opondrá a la muerte y su nombre trascenderá más allá de todo límite, en opinión de algunos críticos aquí el soneto es una sinécdoque, aunque sin dejar de serlo creemos que es más bien un símbolo del que se vale Baquero para reunir en esa sola palabra el significado de toda su producción poética y su intención primordial: Trascender , quedarse fijado, ya para siempre, en el cenit de la eternidad del Parnaso Poético.

En esos ocho versos iniciales el poeta deja claro su tesis defendida en su ensayo «La poesía de cada tiempo» en el que escribe "se comprende que la poesía es la prolongación en el hombre de la imagen y semejanza de Dios, en cuanto creador." Por lo tanto la poesía es un arma divina que puede vencer a la muerte por ser aquella prolongación del mismo Dios, por eso toda su obra poética no es otra cosa que una parte de la divinidad y por lo tanto eterna.

En el segundo cuarteto el poeta hace uso de una analogía entre como un niño que rueda de una alta escalera y su muerte al declarar descenderá mi cuerpo al seno de la muerte; pero este verso no termina aquí sino hace encabalgamiento en el siguiente: mi cuerpo, no mi nombre;. con este recurso enfatiza y separa la materia representada en el cuerpo del espíritu nombrado como mi esencia verdadera; se incrustará en el muro de mi soneto fuerte. En estos dos cuartetos el poeta delimita su muerte física y la enfrenta a la inmortalidad de su obra, la cual quedará por encima de todo y todos: pasará lo débil y pasará lo fuerte, pero su nombre (su obra) quedará.

Es interesante observar la imagen del niño que rueda por la escalera, el empleo de esta imagen ha provocado se interprete en el poema el símbolo del soneto como un castillo de arena que el tiempo arrasará,[6] pero visto ya desde la perspectiva del tiempo más bien el niño sigue la tradición que tiene dentro de la poesía de baqueriana como representación de inocencia, de delicadeza, que muere en ese descendimiento de la escalera, pero fijémonos que el empleo del vocablo rueda, unido a la perpendicular de la escalera da una imagen de rapidez, fugacidad hacia la muerte. Nos llama la atención como esta imagen hacia la muerte inevitable esta apoyada por una aliteración del sonido ra contenido en los vocablos: pasará, quedará, descenderá, incrustará. Ahora observemos como semánticamente el vocablo pasará se conecta con descenderá y el vocablo quedará con incrustará; esta aliteración que en el poema farman parte de su ritmo interior constituyen a su vez dos campos antitéticos que tensan desde dentro dos imágenes antípodas:

Pasar-descender versus quedar-incrustar. VIDA/MUERTE en oposición a PERMANENCIA/ETERNIDAD.

Esta lucha apoyada en una imagen sonora contenida en la misma aliteración nos devela la íntima visión del poeta y su afán de trascendencia a través de la poesía.

Pero. ¿Es así como Gastón Baquero ve de sencillo la ascensión al Olimpo de la inmortalidad? En todo momento nos está afirmando que el soneto será fuerte, que quedará a pesar de todo, que todo será aniquilado: lo débil y lo fuerte, pero su obra vencerá ; sin embargo, aquí entra entonces la imagen del niño en su verdadera significación, la inocencia, con la cual Baquero se empeña en la batalla, que tiene su desenlace en los dos últimos tercetos:

De súbito comprendo que ni ahora ni luegoarrancaré mi nombre al merecido olvido.

Yo no podré librarle de las garras del fuego,

no podré levantarle del polvo en que ha caído.No he de ser otra cosa que un sofocado ruego,un soneto inservible y un muro destruido.

En su caída la inocencia recobra su visión de la realidad y surge entonces su: De súbito comprendo. y comprende en ese ahora y para siempre no podrá arrancaré mi nombre al merecido olvido y surge aquí el fuego como representación de aniquilación, sinónimo de muerte: Yo no podré librarle de las garras del fuego. Recordemos el significado católico de la palabra polvo y que para Gastón tiene el mismo sentido: muerte, pero polvo también significa olvido, y es que para el poeta el olvido es muerte, por lo que una obra olvidada, es una obra muerta, olvido y muerte se unen en un todo mediante la palabra polvo que adquiere aquí un sentido de finitud de la obra poética. Observemos que si en los cuartetos es el soneto el objeto, en los tercetos es el propio poeta el que desplaza el soneto como actuante al emplear las formas verbales comprendo, arrancaré, no podré todas en primera persona del singular.

Después nos aproximamos al verso que entendemos es el momento climático: No he de ser otra cosa que un sofocado ruego, aquí el poeta se humilla, el poeta de las voces y los sonidos, el poeta que le dio sentido al sonido del verso, el poeta de las grandes palabras, el demiurgo que interpretaba los silencios de las estrellas, pierde de pronto su voz potente de Oráculo y Profeta Poético y susurra, le falta el aire cuando describe sofocado ruego, ya no manda, no ordena, no convoca, ahora ruega. En este verso ocurre una oposición entre el Poeta potente y triunfante y la Muerte/tiempo y en esa oposición el poeta termina aniquilado: un soneto inservible y un muro destruido. El adjetivo inservible adquiere el carácter de epíteto al calificar magistralmente el vocablo soneto como símbolo de obra, de poesía, es decir toda poesía será inútil ante la inevitabilidad de la muerte y por tanto su pretensión de inmortalidad, de trascendencia se derrumbará como el muro de permanencia que quiso ser. En este último verso se da el desenlace dramático del soneto. La caída final del poeta.

Ahora bien, ¿Actuó Gastón Baquero en su vida con esta visión pesimista de la imposibilidad de permanencia y trascendencia? No. El poeta nunca dejo de levantar su muro, como Sísifo moderno levantó su muro una y otra vez. Subía a lo alto del muro para poner la ultima piedra y siempre este se derrumbaba ante la visión trágica de lo perecedero, lo finito, ante el límite de una vida y allá iba de nuevo el poeta a levantar su muralla como arma contra el olvido, ¿lo logró al final? Soy de la opinión que sí, que como el mismo dijera:

Yo no quiero morirme ni mañana ni nunca,

sólo quiero volverme el fruto de otra estrella…[7]

Baquero trascendió a otra realidad, Este soneto, escrito en la juventud del poeta nos da una clave para interpretar al Gastón Baquero posterior, cada fonema, cada verso, cada estrofa, cada poema, constituían la argamasa, las piedras constitutivas de su muro. Cada obra terminada no era un disfraz, era más bien un muro de contención a la muerte, una marca contra el olvido. Una afirmación de su ""Yo no quiero morir, ciudad " de Testamento del Pez, su poema antológico.

¿Por qué escogería el poeta el soneto como forma poética y como símbolo?, aquí también nos deja claves, ambos, el como forma y el soneto como símbolo se apoyan, no es desconocido por nadie que el soneto para muchos constituye una forma perfecta y que de todas las formas poéticas es la clásica por excelencia y que tiene por Padre a Petrarca y que fue muy bien cultivada por Baquero, para este qué mejor para contener su concepción poética que un soneto y qué mejor para simbolizar su obra poética que un soneto. Es por ello que el empleo del mismo esta signado por la trascendencia que ha tenido a través del tiempo,

El empleo de recursos como la prosopopeya: al soneto se lo otorgan cualidades humanas y hasta divinas por su poder de enfrentarse a la muerte . El uso de la aliteración que afianza en el concepto de vida muerte (pasará-descenderá) y su antítesis permanencia eternidad (quedará-incrustará ), el empleo del símil Como un niño que rueda por una alta escalera. que nos da la imagen de la caída de la inocencia mediante el descenso a través del vocablo escalera. La oposición cuerpo – nombre que reafirma la oposición finitud-infinitud, el límite versus lo eterno.

Atendiendo a que el poeta va a una profunda génesis de sí mismo para llegar a la comprensión de su papel como poeta y a su desgarramiento entre el ser poético y la realidad, a esa tensión entre el límite de una vida y la imagen infinita de los rejuegos poéticos en ascenso perenne hacia lo eterno es que consideramos que el soneto se inserta dentro de la más alta poesía lírica – dramática, dándose la mano con Quevedo, Vallejo, Miguel Hernández, Lorca, Neruda, Darío, Casal, Rilke .

En todo el soneto la voz del poeta se hace sentir, primero en un segundo plano, para después aparecer incontenible en primera persona, sin disfraces ni máscaras para entregarnos su mensaje-visión : La imposibilidad de trascendencia, de lo efímero y vano (Vanidad de Vanidades de las Escrituras) de luchar por quedarse para siempre. Pero este mensaje dado con un tono primero resuelto y firme, para después ir hacia un tono agónico y pesimista, entra en franca controversia con la vida posterior del poeta que siguió luchando por una trascendencia en que la poesía fuera la otra realidad hacia la que se trasciende. La poesía en posesión del ser o como dijera Gastón Baquero: Todo poema si no forma parte del ser de uno no es un poema".[8]

El título que nos adelanta la intención del poeta "Soneto para no morirme" es una antítesis (la serpiente se muerde la cola) con el verso final un soneto inservible y un muro destruido que cierra con broche diamantino el círculo de las antípodas: Soneto para no morirme / un soneto inservible y un muro destruido.

Al final el soneto nos deja la certeza de lo imposible, pero a su vez ante su permanencia como obra nos reafirma la idea baqueriana y origenista del arte como trascendencia, como prolongación de Dios y como reafirmación de la vida.

 

 

 

 

 

Autor:

Carlos Emilio Caraballo Vázquez

[1] Citado por Zamora Céspedes, Bladimir en "Mi pariente de Banes" La Jiribilla | Nro. 137

[2] Citado por Zamora Céspedes, Bladimir, Idem

[3] Rodríguez Santana, Efraín. "Baquero dentro y fuera del tiempo". La Jiribilla, Dossier .La Habana. 2001

[4] Gastón Baquero: «La poesía de cada tiempo», en Ensayo, Fundación Central Hispano, Salamanca, España, 1995, p. 48. En "Baquero dentro y fuera del tiempo". Rodríguez Santana, Efraín

[5] Rodríguez Santana, Efraín. Idem

[6] Cintio Vitier textualmente dice: Ese soneto, ese imponente muro- es una fortaleza infantil, un castillo de arena. En "Lo cubano en la poesía", p.342, Editorial Letras Cubanas, 1998

[7] Del poema Preludio para una máscara. Vitier, Cintio , "Lo cubano en la poesía", p.343, Editorial Letras Cubanas, 1998 "

[8] En el prólogo de Efraín Rodríguez al libro La patria sonora de los frutos. Antología poética de Gastón Baquero, Editorial Letras Cubanas, 2001.

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