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Cartilla guerra espiritual


Partes: 1, 2, 3, 4

  1. Introducción
  2. ¿Qué estamos haciendo?
  3. Él sabe quién es quien
  4. Recomendaciones para los Maestros
  5. ¿De dónde surge Satanás y qué hace?
  6. Dos reinos batallan por su alma
  7. ¿Por qué tiene dominio Satanás?
  8. Puertas abiertas: ¿Cómo entran los demonios en una persona?
  9. Formas de posesión demoníaca
  10. ¿Cómo está organizado el mundo de las tinieblas?
  11. El Ministro y el Equipo de Liberación Espiritual
  12. El poder de atar y desatar y la autoridad en Cristo
  13. Diagnóstico de posesión demoníaca
  14. Ministrando liberación individual y colectiva
  15. ¿Cómo mantener la liberación?
  16. La nueva vida en el Espíritu Santo
  17. Conclusión

"El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia."(Juan 10:10)

"Dios nos ha librado del poder de la oscuridad y nos ha llevado al reino de su amado Hijo, por quien hemos recibido la liberación y el perdón de los pecados."(Colosenses 1:13,14)

Introducción

¡Preparándonos para la guerra!

Fernando Alexis Jiménez

Estamos en guerra; todos a sus puestos… Vamos a resistir el ataque…—gritó un alto oficial de la Flota del Pacífico mientras corría por la plataforma naval en uno de los inmensos espacios que ocupaba la Flota del Pacífico en la Isla de Oahu, en Hawai.

A kilómetros de distancia, con un enorme mapa de las instalaciones de Pearl Harbor desplegado sobre un escritorio de pino tallado primorosamente, el almirante Isoroku Yamamoto velaba porque no escapara ningún detalle del ataque planeado con meses de anticipación.

En otro espacio, el vicealmirante Chuichi Nagumo, encargado de neutralizar la flota americana por un período largo, sudaba copiosamente en el fragor del ataque, sabiendo que cada segundo valía oro y que en cualquier momento las circunstancias podían experimentar un vuelco total, a favor o en contra.

Corran hacia los hangares…. Protéjanse… —gritaba un marine, mientras que en derredor las explosiones sacudían la tierra, amenazando con desplomar todas las edificaciones. Los aviones japoneses sobrevolaban el área y el cielo, otrora límpido y azul, estaba poblado de luces multicolores, fruto del estallido de las cargas explosivas.

Aquélla mañana de domingo del 7 de diciembre de 1941 sería recordada por muchas décadas. Los norteamericanos fueron duramente golpeados por la Armada Imperial Japonesa. El ataque destruyó a 13 buques de guerra y 188 aeronaves, dejó a 2.403 militares y 68 ciudadanos estadounidenses muertos. Los japoneses perdieron 64 efectivos.

Los acontecimientos sentaron las bases para la Segunda Guerra Mundial, tras el desesperado intento de los japoneses de ocupar las colonias occidentales en el sudeste de Asia, para romper el embargo económico que pesaba sobre el país desde 1940.

El ataque fue planeado silenciosamente por los japoneses y sólo tuvimos conciencia de su terrible dimensión y alcance, cuando las bombas estaban encima, destruyendo todo alrededor.–, recordaría años Thomas Tabor, uno de los sobrevivientes y quien murió a los 87 años, todavía dominado por el asombro de una guerra que transformó su apreciación de la vida.

Yo tenía 17 años en aquel entonces, pero mi vida fue otra desde ese día.—relató Ken Crease–. La vida nos cambió a todos en cuestión de segundos–. El brillo de su mirada todavía conserva las imágenes del momento en que vio una bandera estadounidense hecha jirones por la balas.

Pero la apreciación de Charles Gamble fue todavía más dramática. Él se mostró renuente a aprender el manejo de armas, meses antes de ser enviado a Pearl Harbor. En su criterio, bastaba con dejar pasar el tiempo, cumplir su servicio militar, regresar a casa, contraer matrimonio con una hermosa chica y envejecer rodeado de nietos que jugaran en el patio de su casa.

De pronto vi la pista de aterrizaje volar por los aires en la Isla Ford–, relataría tiempo después. —En cuestión de segundos, en esa frontera que separa la vida de la muerte, me arrepentí de no haberme aplicado a aprender las técnicas de defensa. Me preguntaba siempre: ¿Para qué necesito disparar un arma? Pero en aquél momento no hubo tiempo para albergar miedo, solamente para defenderse–, dijo.

Los acontecimientos fueron y siguen siendo hoy muy impactantes, a pesar del tiempo que ha transcurrido; al profundizar en los detalles, no podemos salir fácilmente del asombro.

El asalto fue planeado con suficiente antelación, estudiando cuidadosamente cuáles podían ser los puntos débiles de la marina americana. Un trabajo perseverante, que demandó muchísimas horas identificando los puntos vulnerables y cómo desarrollar los ataques de manera que se pudiera causar el mayor daño posible.

Al repasar el acontecimiento, no pude menos que recordar al apóstol Pedro cuando escribe: "Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar."(1 Pedro 5:8, Reina Valera 1995)

Nuestro adversario espiritual está a la espera de que nos descuidemos para atacarnos, procurando la mayor destrucción en nuestra vida personal y espiritual. Aun cuando lo ignoremos o sencillamente nos despreocupemos del tema, usted y yo estamos inmersos en una batalla que involucra las dimensiones del bien y del mal.

Se libra en el ámbito espiritual pero sus devastadores consecuencias se pueden apreciar en el mundo físico.

Debemos estar preparados siempre

Partes: 1, 2, 3, 4
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