- La emoción fundadora de la democracia. ¿Qué es el amor?
- Las etapas emocionales del ser humano
- El amor en el vientre materno
- El amor a los padres
- El amor por los juguetes
- El amor de amistad
- El amor de adolescente
- El enamoramiento
- El amor erótico en pareja
- El amor espiritual
- El amante
- La solevidad
- Gerencia Democrática
- Habilidades emocionales del amor
- La evaluación de las etapas del amor
- Gestión de la salud emocional
- El lenguaje del amor
La emoción fundadora de la democracia
¿Qué es el amor?
La emoción que nos permite vivir en el pleno desarrollo de la dignidad humana y realizar la democracia participativa, la fundadora de las demás emociones organizacionales de la convivencia pacífica. En la vivencia emocional nos hace seres amorosos por naturaleza mediante un movimiento vibratorio de apertura de intercambio de energía e información de un ser vivo a otro ser vivo como es el ser humano, por cuanto en el amor, las personas tienden políticamente a unirse, hasta la entrega de sí mismas.
El amor, pues, supone la oblación de sí, la entrega de sí. Esto es lo que vemos en el amor humano, con la entrega de los esposos.
Y es en la vida cotidiana donde se da la oportunidad para amarse así mismo, al prójimo en las relaciones interpersonales y al medio ecológico, en el fluir de las fuerzas externas cósmicas que irradian con su energía los entes orgánicos e inorgánicos, en las dimensiones del espacio y el tiempo.
Por ello al medio ecológico hay que invertirle políticamente amor: volver amoroso todo lo que nos rodea, como el parque, la empresa, el hogar, entre otros, impregnándolos de la emoción del amor mediante el tener limpio y alegre, adornado con flores, piso brillante y agradable dichos contextos, como también el preocuparnos por nosotros mismos: para que en tal reflexión podamos ocuparnos de sí mismos manteniendo emociones y pensamientos positivos y buenos, cuerpos bien cuidados y vestidos.
El amor también se ve reflejado por ejemplo, al atender una visita, ya sea familiar o de amistad, entonces procuramos el ser lo más servicial posible, como quisiéramos que nos trataran a nosotros: brindándole todo nuestro calor humano corporal-emocional a través de una tasa de chocolate, café, aromática o quizá un té y compartiendo diálogos abiertos, amistosos que generan bienestar, esto es, confianza mutua en las relaciones interpersonales permitiendo el desarrollo de la autonomía de cada cual, digamos, la participación política en la expresión vital del sentir, del pensar y actuar, con el objeto de que se sienta cada persona realizada e integrada socialmente en la red de conversaciones que a nivel cultural van emergiendo de las temáticas y experiencias de cada cual y que configuran y resignifican cada momento de la historia humana en tales relaciones corporales cara a cara en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana, no sólo en la familiar y de amistad, sino también en los ámbitos académico y el de la empresa, entre otros.
El amor nos proporciona la forma de vida democrática y política que todos los seres humanos necesitamos para construir una sociedad más justa y descentralizada, de todos y para todos sin excepción política, religiosa o económica a nivel mundial; donde la globalización sea de mutuas interacciones internacionales fundamentadas en relaciones organizacionales de calidad y hermandad por referirse a la raza humana en general.
Nunca es tarde, para concientizarnos y encontrar el verdadero amor, puesto que se encuentra en el interior de cada persona y no en el exterior, digamos, la apariencia corporal, y muchas veces, nos vemos avocados a escudriñar y a encontrar tan anhelado tesoro de felicidad en los más profundos y remotos acantilados, porque intuitivamente sabemos que en el fondo de cada corazón existe un cielo azul, puro y sincero.
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