La Bestia Bípeda – Valoraciones de José Martí acerca de la figura del boxeador estadounidense John Sullivan
Enviado por Ramón Guerra Díaz
Resumen
Entre los muchos temas que trató el escritor cubano José Martí (1853-1895) en sus famosas crónicas que escribía para la prensa latinoamericana desde New York, están los temas deportivo y en especial el boxeo, dentro de este su punto de mira principal fue la actuación del púgil bostoniano de origen irlandés John Sullivan, todo un ídolo en su época, adorado por las multitudes y mimado por la prensa de su país que seguía cada paso y extravagancia suya para hacerlo noticia. José Martí se acerca a su figura no para alabar sus mérito deportivos, que no niega, sino para destacar con objetividad sus antivalores, condicionados por el medio en el que le tocó crecer y desarrollarse y señalarlo a él y a su rudo oficio como el ejemplo en una sociedad que ama a los héroes y los vencedores, sean cuales fueren los caminos por los que logren llegar a serlo.
Introducción
Al hacer la historia del boxeo no se puede dejar de mencionar a una figura que marcó un antes y un después en este deporte, se trata de John Lawrence Sullivan (1858-1918). Nacido en Boston de padres irlandeses y dotado de un envidiable somatotipo, este boxeador de los pesos completos se convirtió en una leyenda por sus "hazañas" como gladiador durante la década de los 80 del siglo XIX, cuando aún los nudillos desnudos hacían estrago en la anatomía de los atletas en peleas de pocas reglas y mucha violencia, eran los primeros pasos del pugilismo moderno, convertido en un gran negocio para los corredores de apuestas y la prensa sensacionalista de la nación norteña.
Estas lides nacieron en la Inglaterra industrial del decimonónico y llegaron a los Estados Unidos entre los gustos de la emigración irlandesa, numerosa y tumultuosa, que prácticamente invadió el Este norteamericano durante este período.
Los triunfos de Sullivan eran muy seguidos por la población norteamericana, que lee con avidez sobre sus combates, preparación y caprichos, a través de los periódicos, que junto con las descripciones pormenorizadas y morbosas de esas peleas, desliza una tibia crítica, que en medio del despliegue sensacionalista suena a hipócrita "hoja de parra".
Un observador acucioso de la realidad de este país como lo fue José Martí, no pudo pasar por alto este fenómeno de masas que se producía ante sus ojos y por ello hizo de Sullivan tema recurrido, no solo para describir sus triunfos, sino para reflexionar de forma crítica sobre estos espectáculos que reprobó por inhumanos, corruptores de pueblos y culto a la violencia por sobre la espiritualidad y la ética.
Desarrollo
"Ruines rufianes" llamará el Apóstol a los contendientes al reportar la pelea que por el título de los pesos máximos celebrarían en enero de 1882, Sullivan y Paddy Ryan. En su crónica, la más extensa que dedicaría al boxeo, describe la pelea en la que los lidiantes "se muerden y desgarran" y se van cubriendo de sangre, propia y ajena, "despoblada las encías, magulladas las frentes, descarnados los nudos de las manos", todo para recibir como premio un saco de monedas en medio de la "turba" que vocifera y aclama al vencedor.
Es el preámbulo para describir todo lo que ocurre alrededor de este encuentro salvaje, los preparativos e intereses que se mueven alrededor de los peleadores; las "reglas" que deben regir el combate, manos libres de anillos o piedras, puños desnudos y prohibición de morder o rasgas la piel del contrario con los dedos.
Para José Martí es muy importante estudiar al público que acude a estos espectáculo, muestra su frialdad para acoger el dolor ajeno, la exaltación ante la violencia, la brutalidad de las imprecaciones que intercambian y su heterogeneidad, que incluye a hombres y mujeres de toda laya y condición social, unidos por el solo disfrute de las emociones fuertes y primitiva.
Desde 1879 Sullivan había retado al campeón vigente de los pesos completos en los Estados Unidos, al que por fin pudo enfrentarse en la mencionada pelea de enero de 1882 en un sangriento encuentro que terminó en el noveno round por nocao.
En carta fechada el 17 de febrero de 1882 desde Nueva York para el diario caraqueño El Nacional, José Martí escribe sobre esta pelea. En ella se refiere a Sullivan como el "Mozo de Boston", acomodando un poco el apelativo con que lo conocen sus paisanos, "The Boston Strongboy", algo así como "El muchacho duro de Boston". Aquel mozalbete fuerte a los veinte años ya había recorrido el Estado de Nueva Inglaterra como boxeador profesional formando parte de un circo en el que se ofrecían quinientos dólares a quien pudiera retarlo y terminar de pie. Fue así como en estos primeros tiempos se enfrentó a muchos bravucones de pueblo, leñadores, herreros y cuanto fortachón quiso probar fortuna frente aquella mole de músculo.
Página siguiente |