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Carl Menger: Economía y bienestar económico

Enviado por Edgar Isaác


Partes: 1, 2

    1. El origen de la economía humana y de los bienes económicos
    2. Los bienes no económicos
    3. Relación entre los bienes económicos y no económicos
    4. Las leyes que regulan el carácter económico de los bienes
    5. La riqueza

    Principios de Economía Política. Ediciones Orbis. Barcelona. pp. 69-101.

    El origen de la economía humana y de los bienes económicos

    a) Los bienes económicos

    En las dos secciones precedentes hemos visto cómo tanto los individuos aislados como los habitantes de regiones enteras o de grupos de regiones, unidos entre sí por el intercambio, se esfuerzan de una parte por formarse una idea de las necesidades que tendrán en tiempos futuros y, de la otra, por calcular la cantidad de bienes de que disponen para cubrirlas. Consiguen así el indispensable fundamento para su actividad, dirigida a la satisfacción de las necesidades. Nos toca ahora exponer cómo, sobre la base de los anteriores conocimientos, los hombres emplean las cantidades de bienes disponibles (bienes de consumo inmediato y medios de producción) para satisfacer sus necesidades de la manera más completa posible.

    Como resultado de la anterior investigación sobre necesidad y sobre la cantidad de bienes disponibles puede darse una triple posibilidad:

    a) La necesidad es mayor que la cantidad disponible

    b) La necesidad es menor que la cantidad.

    c) La necesidad y la cantidad disponible son iguales.

    Pues bien, podemos observar que, respecto de la gran mayoría de los bienes se registran siempre la primera de las posibilidades, de modo que forzosamente debe quedar insatisfecha una parte de las necesidades cubiertas por los bienes correspondientes. No me refiero aquí a objetos lujosos, ya que respecto de ellos la anterior afirmación es en sí misma evidente. Entran también en este capítulo los vestidos más ordinarios, las viviendas y edificaciones más comunes, los alimentos más usuales. De ordinario, ni siquiera disponemos de tierra, piedras y ni aun de los más insignificantes desechos en tales cantidades que podamos utilizarlos despreocupadamente.

    Cuando, respecto de un determinado período de tiempo, adviertan los hombres que se produce esa circunstancia, es decir, que la necesidad de un bien es mayor que la cantidad disponible, comprenden también al mismo tiempo que no puede disminuirse una parte importante de las cualidades útiles de la cantidad disponible, o no puede ser sustraída a la disposición de los hombres, sin que quede insatisfecha una concreta necesidad humana que hasta ahora había sido cubierta, o que quede satisfecha menos perfectamente que si no se diera tal caso.

    La más inmediata consecuencia que se deriva de este conocimiento en orden a la actividad humana tendente a la más perfecta satisfacción posible de sus necesidades es que los hombres se esfuerzan por:

    1. Mantener aquella cantidad parcial de los bienes de que disponen en la relación cuantitativa anteriormente existente.

    2. Conservar las propiedades útiles de dichos bienes.

    Otras de las consecuencias derivadas del conocimiento de la mencionada relación entre necesidad y cantidad disponible es que; por un lado, los hombres adquieren conciencia de que, sean cuales fueran las circunstancias, una parte de las necesidades de los bienes de que hablamos queda insatisfecha y, por otra, que toda utilización inadecuada de cantidades parcialmente de estos bienes tiene como consecuencia inevitable que también quedará insatisfecha una parte de aquellas necesidades que podrían haber sido cubiertas con una utilización racional de la masa total de bienes disponibles.

    Así pues, respecto de la relación cuantitativa de los bienes, los hombres pretenden con su actividad previsora, encaminan a la satisfacción de sus necesidades, los siguientes fines:

    3. Hacer una elección entre las necesidades más importantes, que satisfacen con las cantidades de bienes de que disponen, y aquellas otras que tienen que resignarse a dejar insatisfechas.

    4. Alcanzar con una cantidad parcial dada dentro de la relación cuantitativa de bienes, y mediante un empleo racional, el mayor éxito posible, o bien un éxito determinado con la menor cantidad posible. Dicho con otras palabras, utilizar las cantidades de bienes de consumo directo y sobre todo las cantidades de medios de producción de que disponen de una manera objetiva y racional, para satisfacer sus necesidades del mejor modo posible.

    A la actividad humana encaminada a la consecución de los mencionados fines la denominamos, considerada en su conjunto, economía. A los bienes que se hallan en la relación cuantitativa antes descrita, y que constituyen su objetivo exclusivo, los llamamos bienes económicos, en contraposición a aquellos otros de los que los hombres no tienen ninguna necesidad para su actividad económica y ellos debido a razones que, como veremos más adelante, se explica de lleno en virtud de la relación cuantitativa tomando en su sentido más estricto, como acabamos de indicar a propósito de los bienes económicos.

    Pero antes de pasar a la exposición de esta relación y de los fenómenos vitales que hallan en ella su último fundamento, queremos reflexionar sobre un fenómeno de la vida social que tiene una incalculable importancia para el bienestar de los hombres y cuyas causas últimas se derivan asimismo de la relación cuantitativa que acabamos de mencionar.

    Hasta ahora hemos presentado en términos muy generales los fenómenos vitales que resultan del hecho de que respecto de un grupo de bienes la necesidad de los hombres es mayor que la cantidad disponible de los mismos, sin prestar especial atención a la articulación social de estos hombres. Así pues, lo que se ha venido diciendo tienen aplicación tanto para el individuo aislado como para una sociedad en su conjunto, sea cual fuere su organización. Pero la convivencia de los hombres, que persiguen sus intereses también como miembros de la sociedad, fomenta y pone de relieve, respecto de todos aquellos bienes que se encuentran en la repetidamente mencionada relación cuantitativa, un fenómeno especial, que debe ser estudiada en este lugar.

    Si se aplica, en efecto, la antedicha relación cuantitativa a una determinada sociedad, es decir, si una sociedad concreta no dispone de las cantidades de un bien requerido para satisfacer una necesidad específica, entonces, tal como antes se acaba de decir, es imposible que satisfagan completamente sus necesidades todos los individuos que componen aquella sociedad. Nada hay entonces tan seguro como que no se podrán, satisfacer, o sólo de un modo incompleto, las necesidades de una parte de los miembros de la colectividad. El egoísmo humano encuentra aquí un impulso para hacer valer sus derechos y cada individuo se esforzará -allí donde la cantidad disponible no alcanza para todos- por cubrir sus propias necesidades de la manera más completa que le sea posible, excluyendo a los demás.

    Cada individuo concreto coronará con muy diversa fortuna este intento. Sea cual fuese la distribución de los bienes que se encuentran en la antes mencionada relación cuantitativa, lo cierto es que siempre resultará que la necesidad de una parte de los miembros de la sociedad no podrá ser cubierta o lo será de forma incompleta. Estos últimos mantendrán, por tanto, respecto de aquella cantidad parcial de la masa total de bienes disponibles, una actitud opuesta a la de los actuales poseedores. Y esto equivale a decir que los individuos concretos que poseen estos bienes se enfrentan con la necesidad de que la sociedad les proteja contra todos los posibles actos de violencia de los otros individuos. Llegamos aquí al origen económico de nuestro actual ordenamiento jurídico y en primer término de la llamada "protección de bienes y hacienda", fundamento de la propiedad.

    Así pues, la economía humana y la propiedad tienen un mismo y común origen económico, ya que ambos se fundamentan, en definitiva, en el hecho de que la cantidad disponible de algunos bienes es inferior a la necesidad humana. Por consiguiente, la propiedad, al igual que la economía humana, no es una inversión caprichosa, sino más bien la única solución práctica posible del problema con que nos enfrenta la naturaleza misma de las cosas, es decir, la antes mencionada defectuosa relación entre, necesidad y masa de bienes disponibles en el ámbito de los bienes económicos.

    Por esto mismo es también imposible eliminar la institución de la propiedad sin eliminar al mismo tiempo las causas que llevan forzosamente a ella, es decir, sin multiplicar al mismo tiempo las cantidades disponibles de todos los bienes económicos hasta tal punto que pueda quedar totalmente cubierta la necesidad de todos los miembros de la sociedad o sin disminuir hasta tal extremo de las necesidades de los hombres que los bienes de que de hecho disponen bastante para cubrir aquellas necesidades. Si no se consiguen un equilibrio de este tipo entre necesidad y mesa disponible, un nuevo orden social podrá conseguir, sin duda, que sean otras personas -en vez de las actuales- las que pueden utilizar las cantidades disponibles de bienes económicos para la satisfacción de sus necesidades, pero nada ni nadie podrá impedir que siga habiendo personas cuyas necesidades de bienes económicos no son cubiertas, o lo son incompletamente, y frente a cuyas siempre posibles acciones violentas tendrán que ser defendidos los nuevos propietarios. La propiedad, en el sentido mencionado, es, pues, inseparable de la economía en su forma social y todos los planes de reforma social sólo pueden tender, si quieren ser razonables, a una distribución adecuada de los bienes económicos, no a la supresión de la institución de la propiedad.

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