Enseñar historia, competencias y valores
Enviado por Carlos Barros
Desde la Declaración de Bolonia de 1999, las universidades europeas estamos empeñadas en la creación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), donde, por sugerencia de la OCDE, es preceptivo aplicar el new paradigm in education, basado en la "educación en competencias", con el fin declarado de implementar una relación más efectiva de la universidad con la empresa y el mercado laboral.
Quiero unirme hoy, desde la ciudad de Bolonia, a los que critican el nuevo paradigma que viene, oficialmente, el cual tiene ciertamente aspectos positivos y aspectos negativos[1]de "obligado cumplimiento" tanto en la Enseñanza Superior (donde ha de estar implantado en 2010) como en la Enseñanza Media. Aspectos que criticamos del nuevo paradigma anglosajón:
1) la apropiación tecnocrática del constructivismo, avanzada tendencia didáctica y pedagógica vinculada a las ciencias sociales;
2) cierto olvido de la función cultural y científica de la universidad, a favor de la mercantilización de los estudios[2]
3) hacer interesadamente tabla rasa o manipular el sentido de las reformas progresistas –de origen marxista y/o constructivista- de la escuela en el siglo XX, en América y Europa. Todo ello agravado por el método burocrático seguido en su elaboración y puesta en práctica, porque el Plan Bolonia es una decisión administrativa, no consultada previamente con las comunidades docentes, salvo el caso de algunas comisiones temáticas financiadas, con posterioridad a 1999, desde Bruselas. Concretamente, la Comisión de Historia que con la participación de profesores e historiadores de España y otros países mostró, así y todo, atisbos de apertura y realismo[3]a la hora de recoger la especificidad de la historia y su enseñanza, y la diversidad de las tradiciones didácticas en Europa. Llegando a hacer en sus conclusiones tímidas referencias a la educación en valores y la crítica de los contenidos de la enseñanza. Renunciando, en cualquier caso, a plantearse una propuesta más claramente equilibrada y consensuada, que rectificara la dimensión neoliberal de las directrices neoliberales de la OCDE y la Comisión Europea, especialmente negativas para los estudios humanísticos, históricos y sociales.
En la universidad española, estamos poniendo en práctica por descontado la Declaración de Bolonia, pero de forma diferente a como está previsto en las directrices europeas[4]El rector de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha escrito un artículo breve pero sustancioso en El País del 9 de junio del 2008[5]que representa el punto de vista de una parte apreciable de las universidades públicas españolas (y seguramente de otros países europeos).
Carlos Berzosa, rector de la UCM, titulaba su artículo: "Sí a Bolonia, pero no así"; donde se dice: ""no hay que hacer inevitablemente lo que esos documentos [de la convergencia del EEES; en concreto, las propuestas pedagógicas de las competencias] sino que debemos ser los universitarios quienes elaboremos los planes de estudio., así como decidir los métodos docentes a aplicar".
Me trae esto a la memoria la forma medieval de "obedecer pero no cumplir". Rectificación por la vía de la práctica que es, si acaso, en este momento más necesaria que nunca, visto el desastre que la mercantilización sin control está provocando en las finanzas y la economía mundial. No pasará lo mismo con la universidad, desde luego, y menos en España. Otro caso es la enseñanza media, no laboral, que estando al margen del Plan Bolonia, está todavía más pero obligada burocráticamente al fundamentalismo del new paradigm de las competencias (sin considerar valores ni contenidos).
Con el agravante de no disponer del contrapeso de la capacidad mediatizadora y de influencia de los gestores y profesores universitarios, distinta según los gobiernos. Las anteriores reformas impuestas "desde arriba", incluso aquellas que eran positivas, se han encontrado con la resistencia directa y generalizada de los profesores de enseñanza secundaria, nos tememos que vaya a pasar ahora lo mismo si no se articulan vías de comunicación y rectificación multilateral (como en la universidad), quedando la rectificación por la vía de la práctica a la responsabilidad individual del profesor en su clase.
En la red internacional Historia a Debate (HaD), organizada en Internet a partir del año 1999[6]tenemos a discusión una propuesta de nuevo paradigma educativo para la historia, más realista, de iniciativa latina, que coincide con el nuevo paradigma anglosajón en unas cosas y diverge nidiamente en otras. Tratamos de conciliar la teoría de las competencias y del profesor-facilitador que se nos quiere imponer, con la práctica y la experiencia docente.
Buscamos concertar -de forma autocrítica- las mejores tradiciones de la escuela americana y europea en el siglo pasado, con la necesidad de encontrar respuestas para los nuevos problemas de la docencia de la historia en el siglo XXI, tanto en la enseñanza obligatoria como superior. Al tiempo que evitar que los errores y excesos de una metodología del aprendizaje centrada primariamente en potenciar habilidades, postergando la función transmisora del profesor, favorezcan la vuelta de la escuela autoritaria y elitista demandada por la parte más conservadora, y atrasada, de la sociedad y sus representantes políticos.
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