Nace en Lima el 4 de noviembre de 1816 en la antigua calle de Afligidos, actual Jirón Caylloma N'125.
Sus primeros estudios fueron cursados en el colegio Seminario de Arequipa desde los 8 a los 16 años. Luego sigue los pasos de su padre dedicándose al comercio, entrando a trabajar a la casa Lebris y Violler.
En la ciudad blanca residió junto a su familia en la casa ubicada hoy en la esquina de las calles Puente Bolognesi y Villalba hasta el año 1847, pasando luego a vivir a la casa ubicada en la calle Sucre Nº 209.
El bautismo castrense de Francisco Bolognesi ocurrió en julio de 1844,cuando las fuerzas vivanquistas y castillistas (por las que peleaba), se enfrentan en la batalla de Carmen Alto o Acequia Alta, acción que decidió su destino, donde mostró coraje, por lo cual Castilla le ofreció un puesto cerca de él, lo cual fue rechazado por Bolognesi, pues pensaba que su futuro debía seguir en el comercio, trasladándose presumiblemente a la ciudad de Cusco.
En 1853 vuelve a la ciudad de Arequipa donde ve todos los preparativos de una posible guerra con Bolivia, lo que lo alentó a enrolarse en el ejercito siendo nombrado segundo jefe de un regimiento de caballería. La guerra con Bolivia no se concretó, dando paso a una de las revoluciones más importantes del Perú contra el presidente Echeñique. En esta acción se vuelven a encontrar Bolognesi con Castilla, siendo nombrado el primero Teniente coronel y puesto como ayudante del estado mayor general de la provincia de Arequipa y luego como segundo jefe del Batallón 2º Libres de Arequipa.
Parte junto a Ramón Castilla sobre Cusco como comisario general del ejército libertador en junio de 1854, avanzando luego sobre Andahuaylas, Chincheros, Ayacucho y Huancayo, para luego partir a las puertas de Lima, participando en la batalla final de La Palma.
Al finalizar la Revolución, Bolognesi se mantiene en el cargo de comisario. Fue destinado luego a la supervigilancia del hospital militar, donde se desempeño con eficiencia y laboriosidad.
Algún tiempo de paz reinó en el Perú hasta que en 1856 se levanta contra el gobierno la ciudad de Arequipa al mando del general Manuel Ignacio de Vivanco, adhiriéndose al norte del Perú.
Bolognesi, fue enviado como segundo del general Manuel Layseca en la sección de Infantería. Desembarca en Pacasmayo, ocupan San Pedro de Lloc y avanzan hacia Trujillo, donde derrotan a las fuerzas rebeldes del norte y comenzando el camino hacia el sur, donde Francisco Bolognesi marchaba a cargo de 8 piezas de artillería. El 5 de mayo de 1858, Arequipa luego de una heroica resistencia es derrotada, con una brillante actuación del teniente coronel Bolognesi, lo que lo hizo merecedor de los galones de coronel el mismo día de la victoria.
La tranquilidad duró poco. En octubre del mismo año se moviliza al mando del Batallón Volante de artillería en la fragata Amazonas rumbo a Guayaquil en ayuda del país vecino que caía en la anarquía en la llamada Campaña en el Ecuador.
De vuelta al Perú, fue enviado por el presidente Castilla a Europa para adquirir armamento, principalmente de artillería. Volvió al Perú el 18 de enero de 1862.
Al comenzar el año de 1863 los países americanos veían con preocupación a la Armada española sobre las costas del Pacífico. Con la vista puesta en un inminente enfrentamiento, Bolognesi fue enviado nuevamente a Europa en busca de armamento, donde vigilaría cuidadosamente la construcción de las piezas de artillería requeridas. Cumplida su misión, vuelve a finales de Mayo de 1866,por lo cual su nombre no está escrito en la historia de la acción del 2 de Mayo.
No todo era simple para el coronel, ya que a su regreso estaba como presidente don Mariano Ignacio Prado, con el cual no existía una buena relación, siendo enviado incluso en 1867 preso en el Potao.
Con la caída de Prado, Bolognesi vuelve al ejercito, siendo destinado al Batallón de Artillería de Arequipa en calidad de jefe. El 4 de marzo de 1868 es nombrado primer jefe del Regimiento de artillería de la plaza del Callao, dejando también a su mando la comandancia general de las Baterías del Callao y del Regimiento 2 de Mayo.
Fue enviado por tercera vez a Europa en busca de material bélico, volviendo en julio de 1870, no siendo reincorporado a destino militar conocido, pasando en junio de 1872 a la condición de cesante bajo la presidencia de don Manuel Pardo.
Tiempo después en 1876 es nuevamente reincorporado al ejercito.
Al ser declarada la guerra al Perú por parte de Chile, Bolognesi, ya con 62 años de edad, no dudó en aceptar el llamado que le hacía su patria, siendo nombrado ayudante mayor de la Primera Sección en la Campaña de Tarapacá, permaneciendo acantonado en Iquique, donde fue ascendido a la Jefatura de la 3º Sección. Partió junto al resto de las tropas rumbo a Negreiros para reunirse con los soldados que se replegaban desde Pisagua, llegando a Dolores, participando en la batalla del mismo nombre, conformando el ala izquierda de ataque, para luego dirigirse a Tiliviche. Las tropas sin brújula, se perdieron en la oscuridad de la noche, encontrándose con el camino a Tarapacá.
El 27 de noviembre de 1879, Francisco Bolognesi se encontraba en estado febril cuando comenzó la batalla de Tarapacá, lo que no fue impedimento para que peleara con heroísmo al mando de la 3º División, enviando al Batallón Arequipa sobre las tropas chilenas, arrancándoles el estandarte al regimiento chileno 2' de Línea.
Bolognesi fue parte importante del victorioso 27 de noviembre de 1879 para el ejercito peruano, vencedor de Tarapacá, el cual después de la victoria toma rumbo a Arica, donde llegaron el 18 de diciembre.
El coronel peruano quedó a cargo de la 3º división de ocho que conformaban Arica, organizados por el contralmirante Lizardo Montero, el cual el 3 de abril de 1880 traslada su estado mayor a la ciudad de Tacna y deja al coronel Francisco Bolognesi al mando de la jefatura militar de la plaza de Arica.
El 28 de mayo, sabiendo de la derrota de su ejercito en Tacna, convocó a un consejo de guerra en el cual decidió él junto con 28 jefes, defender la plaza hasta quemar el último cartucho.
Al amanecer del 7 de junio, las tropas de asalto chilenas comenzaban el avance con tropas muy superiores a las que defendían el morro. La resistencia fue heroica. Francisco Bolognesi rindió su vida por el Perú, cayendo herido y rematado por un culatazo en el cráneo hecho por un soldado chileno.
El 4 de julio de 1880, entraban al Callao los restos de este gran Héroe, siendo situados en el cementerio general de Lima.
BOLOGNESI Y LA BATALLA DE ARICA
El 7 de Junio de 1880 en Arica se gestó una de las páginas más dignas de la historia peruana. Luego de conocida la derrota en el Alto de la Alianza y de la captura de Tacna (26 de Mayo de 1880), quedaban sólo dos posibilidades para los soldados peruanos en Arica: retirarse hacia el este (abandonar el puerto más estratégico del sur y dejar definitivamente el sur a Chile) o bien quedarse a pelear hasta el final. Los soldados peruanos, con el coronel Francisco Bolognesi a la cabeza, optaron por quedarse y ante el pedido de rendición del enemigo decidieron luchar "hasta quemar el último cartucho".
LA RESPUESTA QUE MARCÓ NUESTRA HISTORIA
BATALLA DE ARICA: 7 JUNIO DE 1880 FUERZAS: Chile: 5,300 hombres, caballería y apoyo naval del Cochrane, la Covadonga, el Loa y el Magallanes Perú: 1,600 hombres sitiados, sin caballería, con apoyo naval del monitor Manco Cápac y de la lancha torpedera Alianza.
Al comenzar la guerra, el puerto de Arica tenía una población de más o menos 3,000 habitantes. Allí estuvo durante algún tiempo el Presidente Prado por cuyas órdenes se comenzó a llevar a cabo la defensa de la plaza, pero el ejército, sus unidades más numerosas y el Estado Mayor, se dirigieron a Tacna y evacuaron Arica de cuyo comando se hizo cargo el Coronel Francisco Bolognesi. Las fortificaciones de Arica no habían sido completadas y la guarnición estaba compuesta por 1,600 hombres, en su mayoría civiles armados que provenían de Tacna y Tarapacá. Su armamento era heterogéneo. En el puerto se encontraba anclado el monitor Manco Cápac, que actuaría como batería flotante. El Morro de Arica es un cerro que se eleva hasta 150 metros sobre el nivel del mar. Bolognesi, al tomar posesión de la jefatura de la plaza de Arica, demostró una actividad y un entusiasmo extraordinario, con los que asombró a quienes, por sus encanecidos cabellos veían en él sólo a un anciano. Trató de dar organización de la defensa peruana, sin desanimarse por la escasez del tiempo y la falta absoluta de materiales. Formó partidas de caballería para vigilancia y mejoró el alimento de la tropa. En relación a la defensa, Bolognesi dirigió la colocación de las minas, se pusieron parapetos – algunos del espesor de un saco lleno – y se trasladaron unos pocos cañones al Morro. Así, frágiles trincheras de arena surgieron en todos los lados en que el Morro era accesible. Sin embargo, poco se pudo hacer por la falta de obreros, herramientas, tiempo y dinero. LA PROPUESTA DE REDICIÓN Y LA RESPUESTA DE BOLOGNESI Bolognesi despachó el 4 de junio una carta a sus superiores, en la que dice desconocer el paradero de las fuerzas peruanas y pide refuerzos. "Tengo al frente 4,000 enemigos poco más o menos a los cuales cerraré el paso a costa de la vida de todos los defensores de Arica aunque el número de los invasores se duplique", dice Bolognesi. "Todas las medidas de defensa están tomadas, espero ataque pasado mañana, resistiré. Háganos propios (envíe refuerzos) cuantos sea posible. Dios guarde a U.S. Francisco Bolognesi". A pesar del pedido desesperado, las fuerzas peruanas, al mando del Coronel Leiva estaban lejos, se habían retirado a Arequipa. El 5 de junio a las 7 de la mañana, el comando chileno envió como parlamentario, al mayor Juan de la Cruz Salvo, quien fue recibido por Bolognesi en su casa, al pie del Morro, donde en la actualidad se encuentra el Consulado peruano en Arica. El mayor le expresó a Bolognesi que el jefe del ejército de Chile quería evitar un inútil derramamiento de sangre, puesto que el grueso del ejército peruano-boliviano había ya sido vencido en Tacna. De la Cruz Salvo le dijo que tenía el encargo de pedir la rendición de la plaza, "cuyos recursos en hombres, víveres y municiones conocemos". "Tengo deberes sagrados y los cumpliré hasta quemar el último cartucho", dijo Bolognesi al parlamentario chileno, sin embargo, le advirtió que esta respuesta era personal y que debía consultar con los otros oficiales. La consulta se dio. Uno por uno contestaron por orden de graduación. Ni una voz discrepante se alzó. Los defensores de Arica dijeron: "Cuando menos sea nuestra fuerza, más animoso debe ser nuestro corazón".
EL ASALTO DEL 7 DE JUNIO Al amanecer del 7 de junio de 1880 se inició el asalto chileno por la retaguardia, en el fuerte de la Ciudadela. Empezó una feroz matanza de prisioneros, de los 400 soldados peruanos, sólo sobrevivieron diez. La resistencia final tuvo lugar en el Morro mismo. Allí estaban Bolognesi, More, Alfonso Ugarte, Sáenz Peña, Armando Blondel, con los restos de los batallones Tarapacá, Iquique, Artesano y Granaderos de Tacna. Eran unos pocos hombres contra muchos asaltantes. Todo concluyó a las 8 de la mañana. El general chileno, Manuel Baquedano en su informe escribió: "Perdidos sus últimos atrincheramientos, los peruanos hicieron volar los fuertes del Norte. La lucha había sido porfiada y sangrienta hasta lo increíble. A las 9 a.m. la plaza era completamente nuestra y la bandera de Chile se ostentaba en los fuertes y en los edificios públicos (…) el enemigo perdió a sus mejores jefes". Según Sáenz Peña, "sólo More y Bolognesi continuaron haciendo fuego con sus revólveres" hasta que un soldado chileno le disparó a Bolognesi y lo tendió muerto instantáneamente de un balazo en el cráneo. El monitor Manco Cápac fue hundido por su comandante José Sánchez Lagomarsino. La lancha torpedera Alianza, al mando del teniente 1° Juan Fernández Dávila, trató de escapar hacia el norte, pero fue perseguida y cañoneada, sus tripulantes la vararon y destruyeron cerca de Ilo. Chile perdió 474 hombres, mientras que casi 1,000 peruanos perdieron la vida, el resto cayó prisionero, muchos de éstos fueron fusilados en la plazoleta de la iglesia de Arica, en cuyo piso, durante muchos años, permanecieron las huellas ensangrentadas. Hubo saqueo e incendios, ataque a consulados y muchos otros desmanes. Los excesos de la soldadesca -afirmase por los chilenos- provinieron de la indignación por la creencia de que hubo empleo de las minas aún en lugres teóricamente ajenos a ellas. La matanza de heridos y prisioneros se generalizó. El Morro de Arica y la ciudad quedaron empapados en sangre peruana.
Imágenes.
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Figura del Coronel Francisco Bolognesi
2.-Imagen de la Batalla de Arica.
3.- "Tengo deberes sagrados que cumpliry los cumpliré hasta quemar el último cartucho"
Mapa
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Recursos en Internet:
www.laguerradelpacífico.cl
www.adonde.com/historia
www.ejercito.mil.pe/historia
Enciclopedias Virtuales:
Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta 2003.
Autor:
Rodrigo Guillermo Francia