- Génesis del Ejército Cristero
- Reclutamiento de los Cristeros
- ¿Quiénes conformaban el Ejército Cristero?
- Los Jefes Cristeros
- Sustento de los Cristeros
- Las Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco (BB)
- La vida Religiosa en el Campo de Batalla
- Pío XI
- A manera de Conclusión
- Bibliografía
El EJÉRCITO CRISTERO
Los Cristeros, fue un movimiento armado que, desde 1926 hasta 1929, combatió la política laica del presidente Plutarco Elías Calles y por su sucesor, Emilio Portes Gil, en cuyo mandato se puso fin al conflicto religioso. La denominada "Guerra Cristera", estalló en agosto de 1926, principalmente en los estados de Jalisco, Nayarit, Guanajuato, Michoacán y Zacatecas. Su origen fueron las medidas adoptadas por el gobierno de Calles, encaminadas a disminuir las actividades educativas de la Iglesia y, sobre todo, a eliminar por completo el culto religioso.
El ejército cristero estuvo compuesto básicamente por peones y aparceros rurales, dirigidos por antiguos militares revolucionarios, ex partidarios algunos de ellos de Pancho Villa, Emiliano Zapata y participaron también algunos sacerdotes.
De esta manera, en la Historia de México hay muchos momentos que son inolvidables porque hacen merma en las conciencias o porque son de gloria. Así, el siguiente trabajo busca abordar un tema fundamental para la historia de nuestra Iglesia y patria: "Quién fue El Ejercito Cristero".
"Los gobernantes de la República, abusando de su poder
y de la admirable paciencia del pueblo,
podrán amenazar al clero
y pueblo mexicano con peores males;
pero ¿cómo podrán vencer a hombres dispuestos a sufrirlo todo
antes que consentir en cualquier arreglo que pudiera ser dañoso
a la causa de la libertad católica?"
Pío XI 18 de enero de 1926, carta a los Obispos de México.
El gran alzamiento de enero del 1927 fue más civil que militar. Y por aquellos días apareció un referéndum que, a partir de aquel momento, no había mas remedio que la guerra. No pocas veces, la Cristiana comienza por las provocaciones, por detenciones de sacerdotes, por el armamento agrarista, la llegada del ejército y la inspección de las armas. Desde la suspensión del culto se había hecho penitencia, peregrinaciones, novenas pero no se disminuyo la oleada antirreligiosa.
Los combatientes se dispersaban a pie, armados de piedras y garrotes. Después de las explosiones aisladas de 1926, vino la reanudación lenta y general en la primavera de 1927, que la represión se extendió hasta los años de 1928-29. Sin planes, sin organización, sin jefes, los cristeros se levantaron, y con una entereza comenzaron por desarmar al enemigo para procurarse fusiles.
Sin un uniforme, sin equipo estandarizado, reconocible en los comienzos por su brazalete negro, signo de duelo y luego por su brazalete blanco y rojo, de los colores de Cristo, pasaron de la partida al escuadrón, del escuadrón al regimiento, del regimiento a la brigada, y cuando se llegara a las divisiones de varios millares de hombres, la carencia de municiones limitaría la guerra a operaciones de guerrilla. La base seguiría siendo siempre la unidad local, el pueblo o los pueblos sostenían los combatientes, a los que se volvían después del combate y la dispersión, para permanecer en ellos hasta la próxima concentración.
Cuando inicio el movimiento se juntaban en pequeños grupos para ocupar los ayuntamientos de los pueblos y para abrir una que otra de las iglesias, tomadas por el gobierno. Estos combatientes y el pueblo que los sostenía se reclutaban en todos los grupos rurales y urbanos, por debajo de determinada cifra de ingresos. La gente del campo suministraba a la vez los soldados y sus aliados civiles; la gente de las ciudades trabajaba en la organización, en la propaganda y en el aprovisionamiento.
Ciudades y campos se hallaban comunicados constantemente. Se ha dicho que en la guerra como un arte técnico, es necesario que halla normas, conocimientos, mentalidad de guerrero, maniobras de disciplina, exactitud de horarios; pero en tres años, los cristeros pasaron del ejército desorganizado, al ejercito constituido que, por poco que tuviera para disparar, derrotaba en igualdad a las fuerzas federales mejor preparadas.
El partido gubernamental no era lo bastante fuerte para controlar el campo, por lo cual, después de la huida, el ejercito federal tuvo que hacer la guerra a los cristeros. Debilitado, desmoralizado por la guerra de guerrillas para lo cual no se hallaba preparado, ejercito de invasión al que se oponía una población entera que sostenía a unos combatientes apoyados en su propio territorio, fue el ejercito quien propago la violencia. Pero aunque este ejercito federal hubiera sido mejor y misericordioso, no habría podido vencer. Los Cristeros enardecidos formaban el movimiento armado, solidarios hasta la muerte a su causa, obedientes a los jefes que les daban, fiel a su promesa de vencer o morir para que reinara Cristo.
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