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Volcanes del Ecuador


Partes: 1, 2

    1. Objetivos
    2. Volcanes
    3. Conclusiones
    4. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    Con justa razón se llama á las Cordilleras de los Andes, de la zona ecuatorial "las montañas más grandiosas del Globo"  Al mismo Himalaya, que en verdad posee las cúspides más altas, pero no en mucho, la misma extensión longitudinal, y al que le falta el adorno pintoresco de los volcanes, quizá le corresponde entre las altas montañas de nuestro Planeta tan sólo el segundo lugar.

     La parte más importante de las montañas de los Andes de Sud-América queda al norte y al sur de la línea equinoccial, allí en donde se levanta la doble serie de volcanes de Quito  (Actual Ecuador)"

    El Ecuador es tierra de volcanes. La región interandina de nuestro país está atravezada por varias cadenas montañosas en las que se destaca al menos una decena de volcanes, varios de ellos activos y a corta distancia unos de otros.

    Las erupciones de estos colosos no son eventos nuevos, la historia de nuestro país tiene registros de estos fenómenos desde hace siglos. Es por eso que la población está acostumbrada y ha aprendido a convivir con los volcanes. Un ejemplo de ello es Quito, capital del Ecuador, una ciudad de un millón y medio de habitantes que se encuentra emplazada en las faldas del Pichincha, un volcán de actividad constante. Hace algunos años este volcán emitió grandes cantidades de ceniza que cayó en la ciudad. Lo mismo sucedió hace algunas semanas con la ceniza de otro volcán ubicado a más de 95 kilómetros de distancia de Quito, el Reventador.

    El viento acarreó el polvo desde la región amazónica hasta el valle de Quito.

    La lluvia de ceniza cubrió un área de 20 kilómetros cuadrados, afectando a Quito y a sus zonas circundantes por algunas horas. De inmediato la población supo qué hacer. Se organizaron comités de limpieza y seguridad. Autoridades municipales y de gobierno comenzaron a trabajar de inmediato en la solución de los inconvenientes causados por el millón de toneladas de ceniza que cayó sobre la ciudad.

    Para quienes visitaron Quito en esos días el fenómeno dio más motivos de curiosidad que de preocupación. Una vez que las medidas de seguridad y protección fueron tomadas, el inusual espectáculo de una ciudad envuelta en una nube de ceniza no dejó de llamar la atención de propios y extraños. Poco después, las lluvias contribuyeron a normalizar el ambiente y luego de tres días de la erupción la normalidad volvió a la capital.

    Estos fenómenos de la naturaleza han generado nuevas oportunidades para el turismo. Por ejemplo, quienes visiten la región andina pueden optar por ir a la ciudad de Baños, en el centro del país, y llegar de forma organizada y segura hasta alguno de los varios puntos de observación del volcán Tungurahua, del que periódicamente se elevan columnas de gases, ceniza y vapor. Durante las noches despejadas es todo un espectáculo observar el descenso de flujos incandescentes por sus laderas.

    La actividad volcánica del país cuenta con monitoreo y seguimiento permanente. La prevención es una preocupación constante de la población y de las autoridades. La evidencia es el saldo directo de la reciente erupción de El Reventador: no ha habido pérdida de vidas humanas.

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