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La inquisición y la expulsión de los moriscos

Enviado por María Ester Santul


Partes: 1, 2

    1. La Inquisición en España
    2. La conversión forzada
    3. La imagen del Morisco
    4. La expulsión
    5. Conclusión
    6. Bibliografía

    Introducción

    El presente trabajo parte de considerar ciertas reflexiones, tales como: ¿Qué relación hay entre la inquisición y la expulsión de los moriscos? ¿Por qué la inquisición se convirtió en una herramienta coercitiva? ¿Qué dice el discurso hegemónico respecto de los musulmanes? ¿Por qué fueron perseguidos? ¿Fueron tratados de la misma manera en todas las regiones? ¿Qué consecuencias acarreó esta expulsión?

    Estos interrogantes constituirán la base de este trabajo, cuyo objetivo primordial es demostrar que la construcción de la identidad nacional de la España del siglo XVII se realizó mediante la exclusión y rechazo del otro, por tal motivo la persecución de esta cultura no fue sólo por la religión sino que el fin de la España morisca obedeció a una política de carácter absolutista exigida por la unidad religiosa de la Monarquía, que pretendía acabar con la diversidad de una minoría que había mostrado una recalcitrante resistencia a la asimilación. Partiendo de esta conjetura, se examinará la relación entre los moriscos y los instrumentos que utiliza el Estado absolutista español para construir su identidad a partir de un análisis socio- histórico que ayudará a comprender mejor la situación del morisco en la época que nos concierne.

    La Inquisición en España

    Según Isidro G. Bango Torviso[1]los especialistas suelen denominar Inquisición medieval a la existente en Europa desde su primera manifestación en el siglo XIII hasta la que promovieron los Reyes Católicos, conocida ya como Inquisición moderna. La primera, como dice el historiador Kamen, no se puede denominar propiamente como inquisición, sino como un período de inquisidores, en el que solamente "había comisiones temporales y estrictamente locales, no había una estructura organizadora que dictara funciones ni había reglas precisas" (Kamen, 1994). Se creó especialmente para combatir la herejía, empleando métodos legalmente heterodoxos muy criticados: la pena de muerte, el empleo de la tortura y el mantenimiento en secreto de la identidad de los testigos. La llamada Inquisición moderna se conformó como una auténtica institución cuya finalidad fundamental era acabar con la herejía, y, a diferencia de la medieval, permanecía en su organización mientras que se sucedían los inquisidores.

    La notoriedad de la Inquisición española[2]se explica por su relación con el aparato político, es decir, por la estatalización de la represión religiosa, por su prolongada duración, y por coincidir además con unos tiempos en los que España fue la primera potencia mundial o desempeñó, en todo caso, un papel de notable influencia y poder.

    La Inquisición es una institución dirigida a someter bajo una sola legislación a todos los cristianos de un reino. No se emplea contra los musulmanes, pero no se permite que existan, de ahí el decreto de conversión forzosa 1502. Como sostiene H. Kamen con este decreto desaparecen los mudéjares (musulmanes) pero la sociedad cristiana no se fía de su sinceridad y cree que continúan con su fe en secreto. Este mito provocará un fuerte sentimiento de discriminación frente a ellos, que se mantendrá durante mucho tiempo con la distinción entre cristianos viejos y cristianos nuevos (los moriscos y los judíos convertidos). Esta discriminación se traducirá en la exclusión, por ley, de ciertos oficios. Si la inquisición se dirige contra los moriscos no es en su condición de musulmanes sino en su condición de cristianos sospechosos de herejía. Los moriscos de las Alpujarras trataron de encontrar los puntos de coincidencia entre la religión musulmana y el cristianismo, pero eso se consideraba una herejía.

    Toby Green[3]analiza su evolución como "una historia de poder y de abuso de poder" y sostiene que la Inquisición creó un rencor social que llevó a su destrucción al tornarse contra ella en el siglo XVIII y también que contribuyó al declive de los imperios hispánicos al crear sociedades intolerantes, en la medida que bajo su presión España y Portugal perdieron el carácter cosmopolita que les otorgó su diversidad religiosa y les permitió actuar ventajosamente en un mundo colonial formado por distintos pueblos y realidades.

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