Mi querida imagen
Comenzando la enseñanza secundaria – hace ya bastante tiempo -, durante una visita de estudio a un compañero de aula, este me permitió observar por el visor de la cámara de su padre que trabajaba como fotógrafo para un órgano de prensa nacional, fue mi primer encuentro con un mundo fascinante, el de la fotografía. Al regresar a mi casa y contarle la experiencia a mi madre, muy tranquila me dijo: la cámara es solo un aparato, lo más importante es poder ver la fotografía, no la entendí muy bien – lo confieso -, pensé que se refería al hecho de observar una obra ya impresa. En ese momento había decidido firmemente comenzar a guardar cuanto centavo pudiera, la economía doméstica era limitada y no podía estar pidiendo para comprarme una de aquellas camaritas de treinta y cinco pesos – especie de réplica en miniatura de un T-55 -[1], que eran las idóneas para principiantes, las vendían en el estudio "El Arte" en la popular calle habanera de Galiano, esta decisión se la comuniqué también a mi "hada madrina" y consejera infalible.
No pasaron muchos días para encontrarme un libro sobre técnica fotográfica encima de la cama, en la dedicatoria mi madre me decía: puedes comenzar leyendo cómo se hace una foto. Esa fue "mi perdición", enfermé de "foto manía" y comencé a mirarlo todo en cuadros hasta hoy, no hay "Operación Milagros" que me pueda quitar ese defecto. A partir de entonces fueron llegando un libro tras de otro y los escaparates vidriados de "El Arte" se convirtió en mi casa.
Con los ahorros que pude lograr hacer en un periodo de escuela al campo, me compré mi primera "cámara", era una CMENA – 8 de fabricación soviética – suficiente para que un adolescente comenzara -, que vista desde hoy pudiera dar risa, pero lo cierto es que aún la conservo como un querido recuerdo, con ella tuve mis primeros sinsabores y satisfacciones en el mundo de las imágenes.
Foto – sin título –del álbum "400 fotos", Ansel Adams.[2]
Las obras de fotógrafos de la talla de Ansel Adams, Henri Cartier- Bresson, Man Ray, Robert Frank, Sebastião Salgado y el cubano Alberto Korda entre muchos otros, se convirtieron en referentes constantes para mí.
Foto – sin título – perteneciente a la colección "Génesis", Sebastião Salgado, 2013.[3]
Fotografías como "Inmolación de monje budista", "Fuego en la calle Marlborough", "El beso en el Hotel de Ville", "La niña afgana" o "Muerte de un miliciano" comenzaron a ser el sueño de un adolescente que quería lograr – algún día – una como cualquiera de aquellas.
Inmolación de monje budista, Malcolm Wilde Browne, Saigón, 1963.[4]
Pasó el tiempo y algunas cámaras por mis manos, junto a Roberto Rodríguez Decall aprendí cuanto pude en "La peña fotográfica de La Habana Vieja", luego algunos de sus alumnos fundamos el "Circulo fotográfico de la Habana Vieja", llegará el día que alguien hablará con justeza de la importancia de estas dos agrupaciones para el desarrollo de la fotografía cubana. No sería capaz de decir cuántas fotos he realizado, como es natural, algunas más logradas que otras, a ninguna se le puede considerar como una gran obra, todas siguen estando muy lejos de las que han realizado mis referidos paradigmas, pero cada una tiene su historia particular, aún así sigo con la misma ilusión de adolescente y disfruto a plenitud cuando siento el chasquido que produce el disparo fotográfico. He hecho este preámbulo solo con el objetivo de que el lector pueda comprender mejor la historia de una foto que les quiero contar hoy.
El domingo veinte de septiembre el Papa Francisco, dentro del marco de su visita a Cuba y a La Habana, transitaría por la calzada de Reina rumbo a la Catedral, siendo un jesuita y estando en su camino la iglesia de "El Sagrado Corazón de Jesús", lugar donde radica la Compañía de Jesús en la capital, era probable que se detuviera en el sitio – aunque fuera de manera breve -. Ya se venía notando en la avenida determinados trabajos de "remozamiento" – por lo menos cambiaba de color -, en la propia iglesia se hacía perceptible un movimiento fuera de lo habitual, muy evidente para los que vivimos y nos movemos en el entorno. Nada había trascendido sobre la posibilidad de que visitara el sitio, esto no aparecía en el programa que algunos medios publicaron días antes de su llegada a Cuba, pero todos conocemos que gusta de romper el protocolo con frecuencia, así que era una posibilidad.
El día señalado, desde horas tempranas, la población fue ocupando los portales de la céntrica vía habanera, en las zonas aledañas a la iglesia desde aproximadamente dos horas antes, casi ni se podía mover una persona, hasta allí llegué, cámara en mano, abriéndome paso entre la multitud con mucho trabajo, dispuesto a tomar alguna imagen de Francisco, el primer Papa que nos hablaba a los cubanos, desde su condición de Santidad, en lengua española autóctona y desde nuestra propia cultura latinoamericana, aunque sus planteamientos sean universales.
Poco a poco dejó de circular el tráfico, se comenzó a notar otro ambiente en el área que ya mostraba un complejo despliegue de blancas guayaberas, sobre todo en la entrada del templo, progresivamente fueron llegando hombres de trajes negro, teléfonos con manos libres, audífonos en los oídos y miradas inquietas, era evidente la proximidad de Francisco. De repente sentimos a la multitud vitorear como en una ola deportiva en cualquier estadio y apareció ante mí el papamóvil, en él venía la blanca e imponente figura del Papa Francisco acompañado por el Cardenal Jaime Ortega Alamino. No tuve tiempo de levantar la cámara y encuadrar una composición, un mar de brazos se alzaron y un cartón enorme, en la primera fila, como telón de teatro, tapó la visión de todos los que nos encontrábamos detrás, el portador del artefacto ni se inmutó ante el reclamo – ni la lluvia de cubanos improperios – de los afectados a sus espaldas.
Su Santidad aparecía en más de una fotografía, ninguna valía la pena técnicamente.
Como un impulso innato levanté la cámara por encima de mi cabeza todo lo que pude y disparé en ráfaga a la velocidad que me permitió la tecnología, no podía ver el visualizador, cuando bajaron el cartón, ya no estaba el Papa en la escena. Frustrado, busqué en las imágenes que había logrado captar, ninguna valía la pena, a pesar de que apareciera Su Santidad en más de una.
Levanté la cámara y sin poder ver, logré captar algunas imágenes.
No me amilané, acto seguido pensé: si entró al templo, tiene que salir nuevamente, así que será en ese momento o no lo conseguiré jamás y me preparé como un cazador que asecha a una posible presa. La visita fue vertiginosa, al aparecer parte del séquito papal en el portón nuevamente, me dispuse a esperar a que surgiera de la profundidad del templo la figura de Francisco. En cuanto asomó el pontífice, apreté el obturador de la cámara, de esta forma "pensé" que había logrado una primera imagen de calidad, pero no fue así.
Pensé que había logrado una buena primera imagen.
Me colocaba convenientemente para realizar la acción una vez más, cuando apareció la fatídica caja de televisor Panda convertida en una suerte de gigantografía primitiva delante de todos por segunda vez, pero en un movimiento del portador y entre los brazos levantados de las personas que saludaban, me apareció la figura de Francisco en el visor, fue muy fugaz, pero no me tembló el dedo, el crujido del disparo me avisó de que había conseguido otra foto y que esta "podía ser mejor" que la anterior, luego de ese instante, Bergoglio desapareció definitivamente de mi vista, ya se movía por la calzada hacia su destino final.
El área comenzó a despejarse lentamente entre muestras de alegrías, de júbilos y de profundos disgustos, sobre todo de los que estábamos detrás del hombre de la pancarta, no pocos continuaron profiriéndole innumerables insultos, pero el individuo se mostraba indiferente, soltó el cartón – puede ser que de manera deliberada – junto a una columna y comenzó a caminar Reina abajo muy sereno. La curiosidad pudo más que todo, me aproximé a un grupo que desplegaba al monstruo corrugado, en él pude leer junto a un afiche pegado del Papa: "Francisco bendice a mi nieto", no pronuncié una palabra, contemplé la gran obra escultórica del atrio del templo durante unos instantes y partí pensando en los motivos que pudieron llevar a esa persona a hacer tal petición, solo él sabe la necesidad espiritual que lo movió a hacer tal cosa.
Ya en casa, bajé las fotografías de la cámara, busqué – entre ellas – aquella que se me apareció ante mis ojos solo una fracción de segundo, pasé tiempo analizándola, no resultaba ser una foto excepcional desde ningún punto de vista técnico, la premura de la toma no fue buena para que la tecnología operara al mínimo detalle. Lo cierto es que tuve ante mí a una figura que impresiona, un hombre de talla suprema, un símbolo de nuestro tiempo y pude perpetuar ese momento del modo que me fue posible, esto no sucede con frecuencia, estoy convencido que la experiencia será única en mi vida.
Mi querida imagen del Papa Francisco.
Haber podido lograr esta foto bajo las circunstancias narradas anteriormente, la convierte en motivo de plena satisfacción personal, hoy recuerdo a mi madre cuando me dijo: lo más importante es poder ver la fotografía, ya entendí que no se refería a la acción de observar una foto, sino, en tener la capacidad para verla venir, adelantarse al hecho, predecir lo que pudiera ocurrir y actuar en consecuencia en solo un instante. Esa modesta imagen y mis recuerdos, serán para siempre el único testimonio del momento histórico vivido, no importa si no es una foto para mostrar en una galería, es y será siempre mí querida imagen del Papa Francisco.
Autor:
Lázaro Numa Aguila.
[1] T-55: Modelo de tanque sovi?tico surgido como mejoramiento de su predecesor el T-54, el primer prototipo fue construido en 1955.
[2] (https://www.google.com.cu/search?q=ansel+adams&biw=1024&bih=629&site=webhp&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0CAYQ_AUoAWoVChMI79a2u8ahyAIVRlw-Ch08wgEj&dpr=1)
[3] (https://www.google.com.cu/search?q=sebasti%C3%A3o+salgado+genesis&biw=1024&bih=629&site=webhp&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0CAYQ_AUoAWoVChMItorglfSfyAIVQjg-Ch1cvgs7)
[4] Inmolaci?n de monje budista: (https://www.google.com.cu/search?q=inmolacion+de+monje+budista+%2B+autor&biw=1024&bih=629&site=webhp&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0CAYQ_AUoAWoVChMIxYWx1_CfyAIVjDI-Ch0bGQd-&dpr=1#imgrc=Z9r3JHU0EPL0OM%3A)
Fotos: Ansel Adams, Sebasti?o Salgado, Malcolm Wilde Browne, L?zaro Numa Aguila.