- Su consideración de la angustia posee un carácter ontológico y no psicológico, perteneciendo al orden del ser; por lo tanto, antecede a todo estado de ánimo.
- Ella procede de la visión del mundo tal como es, donde la existencia está obligada a estar e intentando ser.
- Se diferencia del miedo, ya que éste "consiste en la conciencia de haber perdido, ante lo que asusta, posibilidades de ser y actuar que acaso teníamos". La angustia mira al pasado, pero diferente del miedo; pero más mira al futuro donde se situará no ante la posibilidad o la imposibilidad, sino ante el ser o no la realización plena para ser "el mismo".
- Antes de cualquier posibilidad, como se ha dicho, está la de la muerte, donde in der Welt sein es Sein zum Tode, y considerando la angustia, ser a muerte.
- La esencia de la angustia revela la de la muerte; y es la existencia más cierta, la más propia (nadie puede asumir mi muerte), la más irreferente (es a se), la más irrebasable (insuperable). Por lo tanto, puede considerarse que la angustia radical y primaria (ontológica) está escondida en la existencia.
Hay que considerar que en Heidegger la existencia auténtica (angustia) no puede ser esperanza; solo si se vive comunalmente con un pueblo y su generación, donde así, la sucesión de la existencia se torna auténtico y pleno. De allí que propone el mit-sein (ser con) y el mit-dasein (coexistir) llegándose a ver un existir humano.
Durante la Segunda Guerra Mundial, explícitamente durante 1945, Heidegger experimentaba las terribles consecuencias del fanático nacionalsocialismo, el cual no podía ocultar toda la crudeza de los campos de concentración ni de todas las demás formas de matanza acaecidas. En su corazón le pesaba todo el bosquejo filosófico que había desarrollado para justificar el señorío del "espíritu alemán" que aseguraba una esperanza histórica. Creía en él, por más que halla visto falsas interpretaciones que estaban alejadas del verdadero nacionalsocialismo, pero la invariable dureza del nazismo, lo llevo a apartarse del mismo.
Un amigo muy personal de él, el teólogo Rudolf Bultmann, le sugirió que, como San Agustín, escribiera un libro de las Retractaciones donde tendría que considerar la revisión de su pasado, incluso viendo, que "no le era fácil decir: Peccavi".
Ante todo esto, su pensamiento padece un viraje desde aquella primera obra (Sein und Zite) de un marcado primer Heidegger, donde veía en el hombre posibilidades de acceso al sentido del ser incluso llegando a desvelarlo, donde poseía un mayor margen de utilización de las cosas, donde el mundo dependía del Dasein del mismo. En el segundo Heidegger "la revelación del ser no puede ser obra de un ente, aunque se trate de un ente privilegiado como es el Dasein, sino que puede producirse únicamente a través de la iniciativa del ser mismo". "El hombre no puede desvelar el sentido del ser". El hombre solo debe limitarse al pastoreo del ser y no su dominación.
Así la angustia toma el matiz de ser el pasaje de los entes al ser, de lo óntico a lo ontológico, en el sentido de conocimiento y experiencia a la vez que cognoscitiva, también concreta del ser, que está más allá de la pluralidad de entes. Esta primera respuesta a la crisis existencial de la guerra la plasmó en un dístico de Hölderlin, donde vé el camino hacia la existencia autentica:
Porque donde esta el peligro
allí nace lo que salva
Ante ese peligro de la caída del hombre en un Dasein superficial, que es una existencia inauténtica; la angustia apela a la existencia auténtica. Esta respuesta de Heidegger a su situación contemporánea, refleja un intento de volver al hombre; pero luego, el filosofo, iba a introducir un concepto más profundo que a su vez expresa una mayor aceptación de la contextualidad de la postguerra y abre un camino hacia la esperanza. Este es el termino Serenidad.
De la Beklemmung a la Gelassenheit
Gelassenheit es el titulo de un discurso que él publico en 1959 respondiendo a un homenaje que se había ofrecido en 1955. este termino posee dos connotaciones: como "serenidad", donde indica un estado anímico, y como "desasimiento", manifestando un desapego de las cosas del mundo.
Heidegger comienza su discurso manifestando el estado critico de su contemporaneidad, en donde ve que hay una huida ante el pensar. "Esta huida ante el pensar es la razón de la falta de pensamiento; incluso, el hombre negara tal afirmación manifestando que, mas que nunca, en este tiempo moderno, el progreso del pensamiento es denotado en el gran avance tecno-científico.
Ciertamente que Heidegger no se opone al progreso de la humanidad, pero sí a este tipo de pensamiento, donde el hombre se halla refugiado; el cual es un pensar planificador, organizador, investigador, calculador, que "corre de una suerte a la siguiente, sin detenerse nunca ni pararse a meditar", es dinamisidad, aceleración que inautentiza la existencia humana. Pero también ve que hay un pensar que busca el sentido de todas las cosas por el hecho de ser. Este es la reflexión meditativa, que manifiesta que el hombre es un ser pensante", o sea, meditante.
Al plantear esta dualidad del pensar, que como se verá, no indica un antagonismo, sino una complementariedad, Heidegger va más a fondo y en proporción analógica trata el tema del arraigo y del desarraigo, los cuales también son sinónimos de la existencia auténtica e inauténtica.
El ve que "el arraigo del hombre esta amenazado en su ser mas intimo". Esto no se produce por causas exteriores, ni por negligencia o mera superficialidad, sino que lo siente el la época de su existencia. Esta designa a la era atómica, era técnica, la cual asegura que dará la felicidad a toda la humanidad. Ella es "el sometimiento de las cosas a una exigente provocación, no para que de manera mas profunda nos revelen su ser", "sino para que nos entreguen su fuerza.
La técnica moderna no conoce, provoca". Entonces el hombre, mas que preguntarse de donde obtendrá la energía del mundo para sobrevivir, deberá preguntarse por el cómo dominarla, ya que el avance técnico toma matices descomunales, viéndose que "lo inquietante es que el ser humano no este preparado para esta transformación universal".
Pero, ante todo esto, Heidegger quiere proponer una solución, ya que él no se opone al mundo técnico, sino a la perdida del hombre en las cosas que ofrece la misma técnica, y la huida del arraigo en el ser de las mismas cosas, en el ser de todas las cosas.
Propone subordinar el pensamiento calculador al pensamiento meditativo, el cual "ante la realidad de las cosas naturales y de los artefactos, conduce a un psicológico y ontológico temple del ánimo en el que se funden la serenidad y el desasimiento".
Gelassenheit conlleva el si y no al mundo de la técnica, viéndose así Gelassenheit zu den Dingen ("serenidad para con las cosas"). Con esta actitud el hombre vivirá sencilla y apaciblemente en relación con la técnica, ya que a su vez que ella entra en nuestra vida, la mantenemos alejada, donde no es algo absoluto para nosotros.
Pero también "en la actitud que designa la palabra, se prepara en efecto, la apertura del espíritu al misterio (die Offenheit für das Geheimnis) y, al mismo tiempo, se devela el secreto de la esencia de la técnica", ya que "el sentido del mundo técnico se oculta"; por ello es misterio, teniendo un carácter primordial el desvelarse y el ocultarse.
"La Serenidad para con las cosas y la apertura al misterio nos abren la perspectiva hacia un nuevo arraigo". Así, él considera que esta formula inseparable fundamenta nuestra existencia, dándonos serenidad en relación con este mundo, considerando todas sus implicancias, ya mencionadas.
Por lo tanto, el protagonismo del hombre se vuelve a ser presente donde "somos nosotros los que así pensamos cuando, aquí y ahora, nos sabemos los hombres que deben encontrar y preparar el camino de la era atómica, a través y fuera de ella". Pero también debemos tener esperanza en el Dasein del hombre, el cual está sustentado por lo que oculta misteriosamente el misterio.
Como se pudo apreciar, la exposición no da lugar a un esbozo de matices puramente metafísicos, como podría hacerse si sé tratase con detenimiento al primer Heidegger del Sein und Zite; si no, mas bien, sé vió una mirada más comprensiva de la realidad desde un segundo Heidegger que, además, mira a la esperanza de un progreso armónico basado en su gran formula, "serenidad para con las cosas y apertura al misterio", con la cuál no se opone al avance de la humanidad sino que le da profundidad, estabilidad, sentido; entre otras palabras, arraigamiento.
- Martin Heidegger. Serenidad. Ediciones del Yerbal. Barcelona. 1994.
- Pedro Laín Entralgo. Esperanza en Tiempo de Crisis. Galaxia Gutenberg – Club de Lectores. Barcelona. 1993.
- Martin Heidegger. El Ser y el Tiempo. Fondo de Cultura Económica. México. 1962.
- Giovanni Reale y Darío Antiseri. Historia del Pensamiento Filosófico y Científico. Tomo III. Ed. Herder. Barcelona. 1995.
- Philippe Capelle. Fenomenología y Religión en Martín Heidegger. Conferencia dictada en la Pontificia Universidad Católica Argentina, el 25 de Agosto del 2004. Buenos Aires.
Presentado por:
Pablo Balario
Pontificia Universidad Católica Argentina
"Santa María de los Buenos Aires"
Facultad de Teología
Carrera: Bachillerato + Profesorado en Teología
Materia: Historia de la Filosofía Contemporánea
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