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La Filosofía Helenística

Enviado por Víctor Dupont


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. La felicidad: objeto y problema
  3. Diferencias y similitudes entre estoicos, epicúreos y escépticos
  4. A modo de conclusión

INTRODUCCIÓN

Primero, las fechas: desde el 338 a. C., hasta el 60 d. C, se desarrollaron las escuelas de la denominada filosofía helenística.

La pregunta ¿cómo es feliz el hombre? resulta, en cada caso, punto de partida y horizonte, brújula y única guía de los pensadores de esta etapa de la filosofía griega.

Hagamos una breve contextualización.

En el umbral de la filosofía – con el nacimiento del logos, la razón (en el siglo VI a. C., en la ciudad de Jonia) – los primeros pensadores de la tierra griega – en rigor, naturalistas, meteorólogos, cosmólogos – se lanzaron a descubrir las leyes del cosmos. Observaron el curso de los astros, las salidas y las puestas del sol y concluyeron en la hipótesis de que el universo se explicaba por la existencia de una materia primordial, el arché: materia originaria de la cual derivaría el estado presente del cosmos y, a su vez, materia de la cual estaría hecho el universo.

Se trata del período cosmológico de la filosofía griega y puede resumirse en la pregunta: ¿Qué es el cosmos?

Luego, con el advenimiento de los sofistas (siglo V. a. C.) y el apogeo de la democracia ateniense, el logos se hizo concreto y se puso al servicio del ciudadano, único protagonista de la polis. El ciudadano resultaba el eje de la política y en los sofistas encuentra a los maestros necesarios para pulir su cultura general y su capacidad retórica y argumentativa. En las ágoras, la razón bajó de las alturas del cosmos y encarnó en los hombres – siempre y cuando fueran ciudadanos de origen ateniense-.

Se trata del período antropológico de la filosofía. El calificativo se refiere al pasaje del hombre al eje de interés especulativo. El hombre debía definirse desde su estatus cósmico y político, filosófico y universal.

Un párrafo aparte merecen la vida y obra de los tres grandes de la filosofía griega: Sócrates, Platón y Aristóteles. Si bien los encontramos dentro del período antropológico, sus reflexiones escapan a toda clasificación. Sócrates descubrió el concepto, arma fundamental de la razón para conocer la esencia de las cosas tras la aparente mutabilidad de los fenómenos (la esencia se podría entender como todo aquello que hace ser a lo que es, lo que es y no otra cosa).

Platón, su discípulo, hizo extensivo el uso del concepto (Sócrates se limitaba a utilizarlo sólo para definir ideas morales) hacia todos los terrenos del conocimiento: lo epistemológico y lo metafísico. Con lo cual, dividió el mundo entre lo sensible y lo inteligible. Lo sensible es el mundo de los fenómenos, que captamos mediante los sentidos; y lo inteligible, las ideas eternas y verdaderas que sólo podemos conocer mediante la razón. Esas ideas son la única fuente válida de conocimiento, por ser eternas e inmutables (a diferencias de las cosas sensibles, fugaces y perecederas).

Aristóteles, con una mentalidad más naturalista (hijo de médico), aplicó las ideas de Platón a lo que él llamó las sustancias. Las sustancias, a diferencia de las ideas, se encuentran en el interior de las cosas y no más allá de ellas. No hay dos mundos, sino uno sólo: el mundo de las cosas reales, de las sustancias. Por ejemplo, esta mesa, aquel árbol, aquella mujer. El mundo de las ideas de Platón es, en la perspectiva aristotélica, una duplicación innecesaria del mundo real.

El próximo paso en la filosofía griega está signado por concretas circunstancias históricas: en concreto, la conquista de Atenas por parte de Filipo de Macedonia. Las ciudades griegas se habían destruido con la guerra civil del Peloponeso, cuyo enfrentamiento entre Atenas y Esparta concluyó con la victoria y la instauración de la corrupta oligarquía espartana y el indeclinable deterioro de la democracia ateniense. Si bien Atenas retomó su impulso democrático, tras la contienda nada volvió a ser igual.

Grecia perdió su autonomía en manos de Macedonia, en el año 338 a. C, con la conquista de Filipo. Más tarde, luego de la muerte del mismo, en el 323 a. C., su hijo Alejandro Magno extendió su imperio por todo el mundo conocido y universalizó, así, la cultura griega. Esta es la etapa helénica propiamente dicha.

Se suceden nuevos centros intelectuales y un fuerte impulso del desarrollo científico.

No obstante, los conceptos de ciudad-Estado, independencia territorial y libertad política y ciudadana acabaron. Con el resultado del desamparo del individuo, la crisis e inestabilidad espiritual y económica.

Conceptos fundamentales como "polis", "isonomía", "ciudadanía", tan discutidos y difundidos por los sofistas y Platón y Aristóteles, ya no corrían más para la actual situación histórica. Se necesitaba otra plataforma intelectual para dar respuesta a las nuevas inquietudes.

Partes: 1, 2
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