- Preámbulo
- Breve mirada contextual a la polisemia conceptual
- La deconstrucción de la interculturalidad a partir de sus propias polifonías
- Bibliografía
Preámbulo
De una manera totalmente contundente, creo que el momento presente, configura una presencia trascendental, además de una pertinencia momentánea, que me obliga a desbrozar ciertas estructuraciones/estructurantes, que a lo largo de estos últimos cinco años, se han venido conformando en nuestro país, a propósito del decurso implantando o implementado por la actual magistratura gubernamental.
En ese marco, hace no muy poco tiempo, tuve la oportunidad de revisar algunos textos (sinceramente creo, en estos postrimeros tiempos, han corrido ríos y ríos de tinta sobre el tema) que narraban los artilugios y demarcaciones conceptuales sobre la interculturalidad y sus implicancias. Pues bien, uno de esos artículos –como no podía ser de otra manera- formalizaba una emanación textual, con fuertes tendencias connotativas, hacia el "proceso de cambio", y consecuentemente, hacia el proyecto masista. Es que quizá, el concepto de interculturalidad, se ha puesto de moda, precisamente por la textura política que le impregnado el movimiento político mencionado, además de todas las variantes -o variables– incluidas (llámese, indigenismo, caudillismo, pluralismo, originalismo, etcétera, etcétera.).
Esbozando ese sendero, percibo como algo absolutamente pertinente, desmenuzar todas aquellas vertientes conceptuales contenidos en esas lecturas, que desde mi punto de vista, compendian el conjunto de postulados (ideológicos, filosóficos, culturales, sociales y políticos), que las autoridades gubernamentales pretenden materializar en la sociedad, a partir de la puesta en vigencia de la nueva Constitución Política del Estado, aprobada recientemente.
En esa línea, le germinación de la nueva Carta Magna boliviana, no se encuentra establecida o formalizada como un proyecto reformador, sino como la gestación de un nuevo paradigma, un nuevo modelo socioeconómico, virtualmente canonizado[1]el cual para su alumbramiento, necesita con harta imperiosidad, sepultar todos aquellos fundamentos, lineamientos y rudimentos de otras analogías constitucionales, que se han logrado concertar, a lo largo de la historia
Es mi deseo dejar en claro, que los discernimientos expuestos, tienen como principal propósito encuadrar, contextualizar y clarificar el terreno teórico/metodológico, donde se desenvuelve el concepto interculturalidad, para luego focalizar sus trascendencias, entrecruzamientos, bipolaridades y contradicciones, que asumo, se cristalizan de un modo concluyente, en este periodo contemporáneo.
Entonces, la contextualización o encuadramiento de interculturalidad, va a desmitificar el significado que muchos asumen, -conceptualmente hablando- sobre ese término, y, consiguientemente, va aperturar un nuevo trayecto, que posibilite una polisemia de interpretaciones, y también, una enorme variedad de itinerarios investigativos.
Breve mirada contextual a la polisemia conceptual
El vocablo interculturalidad trae consigo, una amalgama densa de interpretaciones o significaciones que de alguna manera, intentan explicar las rupturas sociopolíticas y los desencuentros socioculturales, que en estos tiempos, se han ido desarrollando, con suficiente notoriedad, debido especialmente, a las caracterizaciones singulares que posee el actual gobierno[2]
Dichas caracterizaciones se explican mejor, cuando se intenta justificar el despliegue de los fenómenos políticos vividos –recientemente-, los cuales sugieren la germinación de nuevas ideologías políticas, de nuevos movimientos generacionales, que estarían conformados -en contraposición a lo que ocurría antes- por grupos sociales provenientes de las clases populares, las clases oprimidas, que de acuerdo a los discursos sostenidos – y que están de moda- conformaban los grupos excluidos, las clases relegadas, los cuales eran regidos o si se quiere dominados por una clase privilegiada, minoritaria, que pactaba continuamente, con los lideres de la opresión post-colonialista extranjera, perpetrando y haciendo suyo los modelos socioeconómicos impuestos:
La caracterización de la sociedad boliviana es clara durante este periodo, una minoría privilegiada con el poder económico y político y las grandes mayorías excluidas y cada vez más empobrecidas. El agravante del neoliberalismo, es que a través de la promoción de sus valores democráticos, ha intentado hacernos cómplices de nuestra propia miseria. La democracia de este periodo no sirve más que para legitimar los actos de los poderosos que de ninguna manera tienen que ver con las necesidades del pueblo (…) el neoliberalismo es la era del mercado, del poder de las transnacionales y de sus servidores locales en los gobiernos de turno, que no son más que los "ricos de la aldea". Del mercado no recibimos tecnología de punta, sino autos usados y ropa "americana", ¡que intercambio más desigual! Las transnacionales se llevan los recursos naturales a precio de gallina muerta. Para los "poderosos" locales, la ambición es inmediata: las tierras de los indígenas y los privilegios del poder político (KOEN DE MUNTER et al, 2009:211).
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