La inmigración: Víctimas y victimarios en el 11-M
Enviado por Jéssica Retis
- Las cinco ideas falsas sobre la migración
- Construcción de la imagen simbólica
- Los comportamientos mediáticos
- El perdón y el premio
A finales de junio pasado, los periódicos españoles informaban de una encuesta pública que indagaba las actitudes ante la inmigración reciente: El 89 por ciento de los consultados considera que hay «demasiados» o bastantes inmigrantes (ABC). Los españoles creen que hay muchos inmigrantes, pero que son necesarios (El País), El 53,3 por ciento dice que en España viven ya «demasiados» inmigrantes (El Mundo). El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sondea periódicamente el estado de la opinión pública de este país. Y la inmigración siempre aparece entre las preocupaciones nacionales (el quinto lugar, después del paro, el terrorismo etarra, los problemas de la vivienda y la inseguridad ciudadana). Un año antes, en mayo de 2003, ante esta misma pregunta, el 47,8 por ciento contestó que le parecían demasiados y el 40,1 por ciento que son bastantes pero no demasiados. Es decir, que la preocupación va en aumento.
Una de las ideas más difundidas es que España pasó de ser un país emisor de emigrantes a receptor de población extranjera. En realidad, el saldo entre los que salen y los que vienen ha sido superado hace solo algunos años; sin embargo, el temor ante la invasión de los inmigrantes es una idea que viene apareciendo desde mucho antes en el discurso mediático y parece haber calado profundamente en la opinión generalizada (de hecho, la primera Ley de Extranjería en 1985 correspondió más a las necesidades en materia de inmigración de la Unión Europea, a la que España se sumó en el año siguiente). Desde entonces, las informaciones tienden a ser presentadas, fuera de su contexto, en un alcance más bien local y sin profundizar la complejidad de un fenómeno; se tiende a presentar el lado negativo de la inmigración, se ignoran las informaciones sobre las culturas de los países de origen, las relaciones de dependencia entre emisores y receptores de inmigrantes y se supeditan las informaciones a cuestiones personales e inmediatas del inmigrante. (Granados, 2002).
Las cinco ideas falsas sobre la migración
En mayo de 2002, Sami Naïr rebatía contundentemente en un artículo titulado Cinco ideas falsas sobre la inmigración en España (El País), estos conceptos erróneos que la opinión pública parece creer como tautologías; y son:
- España está amenazada por una invasión migratoria,
- La inmigración entra en competencia con la mano de obra nacional y ejerce una presión a la baja sobre los salarios,
- Los inmigrantes se benefician indebidamente de las leyes sociales favorables,
- La riqueza de España provoca un efecto llamada en los países pobres,
- La inmigración amenaza con alterar la identidad de España.
Los sociólogos de las migraciones reconocen que el fenómeno migratorio se ha producido de manera muy acelerada e intensa, en comparación con otros países europeos (Arango, 2002); además, que su volatilidad impide realizar predicciones a futuro y demanda una revisión periódica de los datos estadísticos, de su inserción en el mercado laboral, de sus condiciones administrativas, etc. (Colectivo Ioé, 2002). El proceso empezó paulatinamente de la mano de la transición democrática. En los años ochenta se incrementó la presencia de extranjeros, pero básicamente de europeos comunitarios, más de la mitad. La modernización del país y la notable mejora de la economía nacional atrajeron la llegada de inmigrantes, de los que en Europa se denominan extracomunitarios: marroquíes principalmente, pero también otros africanos, se consolidaron como primera mayoría en los noventa. A finales de esta década es claramente notorio el incremento de los inmigrantes latinoamericanos, que se instauran como primera mayoría regional con el cambio de siglo (aunque también se ha notado un considerable incremento de europeos del este y asiáticos). Los han llamado "los preferidos del siglo XXI" (Izquierdo, López y Martínez 2002) para dar cuenta no solo de las preferencias de la opinión pública por los iberoamericanos (véase Tabla 1), sino también de la voluntad política y de las preferencias empresariales.
Página siguiente |