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Psicoterapia grupal programada. Psicocine (página 2)


Partes: 1, 2

Entre los roles creados por el grupo hay, sin embargo, algunos que requieren habilidad técnica y un conocimiento de la dinámica psicológica grupal. Esto es cierto por cuanto se trata de un grupo psicoterapéutico que, a causa de su alto grado de democracia, tiene poco o ningún precedente de las experiencias vitales de sus miembros. Merced a su código de "libre expresión" (guiada), la estructura del grupo es un territorio desconocido para los miembros pacientes, mientras se supone que es conocido, no evocador de ansiedad para el líder terapeuta que puede estructurar y señalar caminos y, entre otros aspectos, tomarán forma de provisión de medios para facilitar el desplazamiento hacia la meta del grupo, ofreciéndose tanta "libre expresión" como sea posible; asimismo, señala tendencias a la acción y a los sentimientos vividos y reprimidos.

Las ventajas de estas actividades son las siguientes:

1. Confrontación de la actividad individual sobre el trasfondo de las diversas actividades del grupo.

2. Los programas tienden a equilibrar la participación de la minoría débil.

3. El rol del terapeuta, de reducir la ansiedad, no se ve especialmente alterado por los programas.

4. Los programas de actividad ayudan a exteriorizar las defensas.

5. Los rituales programáticos permiten diferenciar la cultura de la microcomunidad del grupo terapéutico de la cultura cotidiana.

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PORTAVOZ:

Emerge donde confluyen la horizontal con la vertical y apunta al punto de urgencia del grupo.

Dadas las características ambientales donde se desarrolla la tarea (vale decir, una institución estatal), esta técnica se desarrolló dentro de los cánones de los grupos terapéuticos "continuos". Se reemplazaba al miembro que abandonaba el grupo (ya sea por ser dado de alta o por tener inconvenientes de adaptación a la dinámica grupal), por un nuevo miembro.

La primera experiencia (1970), se despliega a lo largo de 72 meses ininterrumpidos, con una frecuencia de tres sesiones semanales de dos horas de duración (con un coordinador y un observador), y dos sesiones psicocinematográficas de igual periodicidad.

Las ausencias son infrecuentes y, cuando suceden, nunca las toman a la ligera los miembros presentes o ausentes. Puedo afirmar que, por lo general, cada paciente se esfuerza por no perder ninguna reunión. La mayoría de las ausencias se debió a causas prácticamente inevitables, como enfermedad orgánica intercurrente que imposibilita la participación de aquellos integrantes que, en el transcurso de su internación, hubieran recibido en determinados momentos una marcada prescripción farmacológica. Otra causa atendible: las ausencias por permiso de salida.

El número de horas promedio de contacto grupal oscila entre un paciente que se retira luego de 80 horas y otro que participó durante 950 horas.

La atmósfera reinante que caracteriza a esas sesiones comprende imágenes, escenas de acción, desarrollo de roles, momentos de climax y de anticlimax de difícil semejanza con las situaciones que se dan en las entrevistas que, regularmente, se llevan a cabo en consultorio privado o en el hospital.

Mi función, como coordinador es la de ayudar a los miembros muy perturbados a mantener tanto la ansiedad personal como las emociones del grupo dentro de proporciones controlables, cuidando que el grupo no funcione meramente como oportunidad o escenario para la autoafirmación defensiva, el exhibicionismo o el "análisis" sadomasoquista.

Respecto de la tarea operativa de Psicocine, consignaré los siguientes elementos: tres tiempos y siete instrumentos.

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Tiempos:

1. Prefilm: caldeamiento, dramatizaciones, comentarios, temática.

2. Rodaje: representación, comentarios evaluación (el rodaje funciona como una microcomunidad creativo-terapéutica).

3. Posfilm: caldeamiento, dramatización, comentarios, temática, análisis sociológico.

Instrumentos:

• Protagonista o paciente.

• Lugar-situacion.

• Interaccionantes.

• Director y/o terapeuta.

• Interactuantes.

• Observadores no participantes.

• Técnicos interactuantes.

Analicemos brevemente cada instrumento.

Protagonista o paciente. Es el eje y el objetivo del Psicocine, provee la temática para dramatizar la que sirve para la formación de un libreto y posterior pre-guión. Además, jugará los roles correspondientes. Por lo tanto, se transforma en autor y actor. Esta técnica tiende más a parecerse al sociodrama pues, por lo general, el protagonista es un grupo entero.

Lugar-situación. Es el sitio donde se dramatiza, el cual es cambiante: puede ser un ámbito cerrado o escenarios naturales, preferentemente espacios amplios donde pueda verse un gran despliegue de la situación. Por lo general, el paciente sabe que lo que se va a jugar es un "como si". De esa manera, bajan las resistencias cuando se aborda la tarea creativa terapéutica.

Interaccionantes. Estos deben poseer una buena formación psiquátrico-psicológica y entrenamiento pues colaboran directamente con el director y terapeuta al facilitar a los protagonistas, o pacientes, la exteriorización de conflictos intrapsíquicos. Vale decir, su dramática relacional interna genera un determinado clima emocional que ambienta la situación a representar. Otras veces, los interaccionantes desempeñan roles o suplen los que determinados pacientes no pueden ejecutar. Director y/o terapeuta. Es el coordinador del grupo de dramatizaciones y de afluencias de ideas, además de poder ser, o no, el realizador del film. Mi experiencia me ha permitido comprobar que la fusión de todas las coordinaciones en un solo líder posibilita lograr un grupo armónico, y establece una operatividad mayor durante la realización. Además, permite instrumentar de manera eficaz todos los emergentes verbales y corporales de los pacientes intervinientes, dirigidos a producir "cambio" y a favorecer la toma de conciencia por parte de aquéllos.

Interactuantes. Pacientes que actúan como público y que, en cierta forma, representan la sociedad. Ejercen una considerable influencia sobre los protagonistas en las sesiones de dramatización. Observadores no participantes. Registran, como resultado de la observación directa, la comunicación verbal o no verbal que tiene lugar durante la sesión. Son dos: uno dirigido a lo verbal y otro, dirigido a lo corporal, porque este grupo tiene una cantidad de integrantes superior a lo habitual (entre 15 y 20). Al mismo tiempo intercambian conceptos con el terapeuta sobre lo sucedido en la sesión grupal. Suelen provocar diferentes grados de ansiedad puesto que sirven de pantalla de proyección de las relaciones objetales y de las tendencias inconscientes.

Técnicos interactuantes. Son todos aquellos técnicos que, en el quehacer cinematográfico, hayan recibido formación e información psiquiatrico-psicológico-sociológica, elementos imprescindibles para su integración en este tipo de técnica cuya finalidad es la persona concreto en crisis.

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En todas las reuniones de dramatización funcionan tres factores muy importantes:

1. La acción que se despliega en el lugar – situación improvisada entre los protagonistas-pacientes y los interaccionantes – situación que, a su vez, influye en todos los interactuantes.

2. La acción desplegada por los interactuantes constituye un agente terapéutico para todo otro

interactuante, según se vean influidos por esta acción pues los demás interactuantes influyen, con sus reacciones, sobre el actor-paciente y los interaccionantes durante el proceso dramático.

3. El rol de director ejerce su influencia sobre los protagonistas-pacientes que se encuentran en el lugar-situación y en los interactuantes.

Asimismo sirve de nexo entre los comentarios y análisis establecidos entre ambos.

Quiero recordar que, cuando Nietzsche dice: "Dios ha muerto" en una de sus obras más significativas (Así hablaba Zaratustra) no se refiere a un aspecto de creencia o teología sino al hecho de que lo que se ha muerto es el pensamiento socrático-platónico-aristotélico cuyo fundamento radica en Parménides y domina hasta el presente el pensamiento occidental y cristiano, el cual se considera serio y científico y señala que sólo se puede pensar en quietud. La gente suele ignorar el origen del pensamiento de Heráclito que habla del pensar en movimiento, del devenir, fuente de todas las dialécticas y que, también, es serio y científico. El Psicocine adopta la cosmovisión heraclitiana, por lo cual su hermenéutica es la dialéctica del devenir.

 

 

Autor:

Prof. Dr. Miguel Angel Materazzi

Partes: 1, 2
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