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Leyendas mercantiles y sabotaje a las corporaciones

Enviado por Miguel Santagada

Partes: 1, 2

    1. ¿Temor a los poderosos o interés por debilitarlos?
    2. Los rumores
    3. Imposible contrarrestarlas

    A pesar del obvio anacronismo, el proverbio atribuido a Galileo, digamos que existen dos tipos de mentes poéticas: uno apto para inventar fábulas y otro dispuesto a creerlas, parece haber sido concebido para explicar el fenómeno que los especialistas denominan leyendas mercantiles.

    En esta denominación se encuentran integrados tres aspectos básicos: se trata de relatos cuya veracidad no puede ser confirmada ni desmentida,  que circulan por ámbitos distintos de los medios convencionales y por los que se denuncian deslealtades o fraudes cometidos en la elaboración o en la distribución de productos de consumo masivo. El proverbio de Galileo resulta adecuado, pues, porque la difusión de estas historias permite entrever que muchas personas están dispuestas a dar crédito a las denuncias anticorporativas, independientemente del sustento empírico que tengan los relatos. A la vez, extrañamente, las consecuencias peligrosas que se advierten en las leyendas mercantiles no parecen funcionar como impedimento para que se dejen de consumir los productos denunciados.  Nuestra hipótesis pretende que esta "creencia inconsecuente" se deriva de la función lúdica  que cumplen estos relatos, los cuales no serían tomados por los agentes sociales como informaciones, sino como una herramienta de ajuste de las representaciones sociales dominantes.

    Al igual que con otras formas de rumores, no es posible identificar la fuente de estas leyendas. Algunos autores han aventurado que el origen de las anécdotas anticorporativas se encontraría en el rechazo de algunos sectores sociales a la imposición global de hábitos consumistas y en general a su influencia en las costumbres locales. Estas respuestas, descritas alguna vez como "efecto Goliat", estarían vinculadas con los terrores o las ansiedades que suscitan las tecnologías del capitalismo industrial, en general desconocidas para la mayor parte de los consumidores.  Dado que numerosos detalles de la producción industrial son inaccesibles a los consumidores, en los relatos quedarían plasmadas las sospechas ya establecidas acerca de la contaminación o manipulación desleal de los productos. La disposición a aceptar estos relatos también debería algo a la creencia de que el contralor estatal no es suficiente (por corrupto o por ineficaz) para limitar el desmedido afán de lucro de las corporaciones.

    No se sabe quién las inventa, pero sí es posible, a partir de su estructura retórica, advertir que estas narraciones no pretenden describir el mundo, sino burlarse o criticar los estilos dominantes de representarlo. Por eso es que en la construcción de las leyendas mercantiles se recurre a procedimientos frecuentes en la prensa sensacionalista y en el discurso publicitario. A falta de pruebas, las denuncias vienen acompañadas por descripciones alarmantes, que se fundan en pretendidos reportes científicos acerca de los efectos para la salud que ciertos ingredientes o procedimientos industriales pueden producir. Esta adjudicación de responsabilidades criminales va casi siempre unida a la fórmula que solicita complicidad de los interlocutores para que, gracias a la rápida difusión de la denuncia, el máximo de personas (vulnerables) puedan evitar las calamidades que se advierten.  Junto con las sospechas que suscitan la producción industrial y el propósito lucrativo de los capitalistas, la retórica de las leyendas mercantiles lleva, aparentemente, a muchos consumidores a convalidar las denuncias sin que se aporten las evidencias correspondientes. Por cierto, la convalidación se reduciría  a la retransmisión de la anécdota, y no a la adopción de las medidas de consumo correspondientes.

    ¿Temor a los poderosos o interés por debilitarlos?

    Las leyendas mercantiles toman como objeto de sus denuncias compañías que producen bienes de consumo doméstico, preferentemente alimentos, bebidas, artículos de tocador y uso íntimo, etcétera; aunque también circulan, son menos frecuentes las denuncias acerca de otros artículos de consumo, tales como computadoras, teléfonos celulares, hornos de micro ondas, etcétera. Corporaciones como Procter & Gamble, Coca Cola, McDonald’s, y otras de posición dominante en el mercado norteamericano han sido mencionadas por una variedad de relatos en los que se pretende poner al descubierto el uso intencional o descuidado de ingredientes nocivos en la fabricación de los productos, casi siempre sindicados como factores que desencadenan enfermedades incurables.

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