Amazonas y sus habitantes; Fragmento del Libro Rasgos Amazónicos de Francisco Salas Suarez
Enviado por Francisco Salas Suarez
Arturo Arango Bernal, un viejo amigo y colega del periodismo, fue un personaje importante en la vida política, social y económica del Amazonas. En 1968, siendo Comisario especial, en compañía del comandante Trochéz procedió a prohibir el cultivo de la caña de azúcar en la Granja Caldas (antes Hacienda La Victoria), debido a la destilación ilegal de la cachaza y a que se le daba en pago a los trabajadores.
Con Arango Bernal, en muchas ocasiones, compartí ideas y puntos de vista acerca del fortalecimiento de nuestra identidad. Una mañana, me sorprendió con un escrito relacionado con el tema de mi investigación. Lamentablemente a los pocos días, mi amigo dejó de existir, pero nos dejó como regalo el siguiente testimonio: "Cuando gobernaba el doctor Carlos Lleras Restrepo, adalid de la integración comunitaria, contando con la calificada asesoría de alguna dependencia de la ONU, se adelantaron en nuestro país importantes estudios sociológicos con el objetivo de conocer profundamente nuestras comunidades, sus problemas, aspiraciones y propuestas.
Dentro de este contexto, Leticia recibió la visita de un joven profesional suizo, experto en la materia. Además de su idoneidad, era un idealista, apóstol abnegado, dueño de grandes cualidades que iban mas allá de su capacidad científica. Tenía don de gentes, espíritu investigativo, comprensión y dedicación a su cometido. Considero que aunque de manera tardía, le debemos gratitud y admiración.
Ese muchacho, a su edad, sobresalía por sus conocimientos, el idealismo, la honestidad propia de su juventud y de su raza. Se entregó a estudiar la comunidad Leticiana, aplicando la técnica debida en diálogos extensos que mantuvo con las cabezas de las organizaciones sociales existentes, por incipientes o elementales que fueran. Contactó lo más representativo de los gremios, comerciantes, colonos, navegantes, pescadores, artesanos, empleados de toda índole, autoridades civiles, eclesiásticas y militares, obteniendo la mejor y más documentada información que era posible. La analizó, la clasificó y la sometió a debates hasta su culminación.
Desde un comienzo estuve atento a este trabajo. Lo consideraba muy importante para la comunidad leticiana. Conocerla desde los ángulos propuestos por el investigador, constituía una gran riqueza no solamente intelectual sino práctica. Sus resultados estaban llamados a marcar pautas y orientarnos, hace 30 años, hacia un porvenir muy promisorio.
Que nos dijo este estudio?. Realmente sus conclusiones eran poco alentadoras. Afirmaba que la comunidad leticiana adolecía de tradición y homogeneidad, no tenía conciencia de una identidad propia, era un pueblo en gestación y por qué no decirlo, era una "colcha de retazos". Afluían a ella dos grandes colonias foráneas: La peruana y la brasileña. Los colombianos nos engolosinábamos con nuestro ancestro paisa, opita, nariñense, costeño, boyacense, etc. y no renunciábamos a rivalidades de esa naturaleza. Por fortuna, el morbo de la politiquería, que tanto daño ha hecho, era débil en aquel tiempo, así haya crecido posteriormente. Los funcionarios públicos sin excepción, importados, estaban de paso. No tenían estímulos distintos a su paga, como para interesarse en una patria chica que no era la suya. Los comerciantes tenían almas nómadas con rarísimas excepciones. La colonización era paupérrima y su espíritu era el de "abrir una finquita mientras vendo y me voy". Los educadores, excepto los que dependieran de los capuchinos,( cuya entrega aún, no ha sido justamente reconocida ), estaban también de paso y muy pocos se sentían identificados con los grupos a su cargo.Toda esa negatividad era explicable: Las tumbas de sus antepasados, ancestros, costumbres, culturas, aspiraciones, amores e ideales estaban en Iquitos, en la ribera brasileña del Amazonas, o en Medellín, Cartagena, Pasto, que sé yo.
Pero vendrían generaciones leticianas por caminos irregulares lo cual ilustro con el siguiente ejemplo: El "Sancho Jimeno" era una unidad de navegación de la Armada Nacional que llegaba periódicamente a Leticia trayendo combustible. Nueve meses después de su arribo se presentaba una gran cosecha de "armaditos" (embarazos), algunas madres llevaban a bautizar a los recién nacidos, casi siempre de padres desconocidos, a tal punto que alguien, en un apuro, sugirió a una de ellas declarar como padre de su preocupación al Sancho Jimeno. El referido estudio se realizó hace aproximadamente 30 años.
A esta hora quiero sembrar algunas inquietudes. No estoy en condiciones de sacar conclusiones actualizadas partiendo del trabajo del joven suizo. ¿Pero, qué hay de nuestra integración comunitaria?, ¿Tenemos conciencia de nuestra propia identidad?, ¿Nos mueven ideales auténticamente amazonenses?, ¿Aún estamos de paso?, ¿Seguimos siendo nómadas?, ¿Nuestras metas todavía están en Iquitos, Manaus, Medellín, Pasto, La Costa, por ejemplo?, ¿Tenemos crisis de identidad?, ¿O estamos bien ubicados?, ¿ Aún somos un pueblo en gestación?, ¿Qué estamos haciendo para que una auténtica comunidad amazonense avance hacia el siglo XXI?.
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