Resumen
A partir del caso de los Hnos. Bribiesca (hijos de Marta Sahagún de Fox) se analiza: Por qué una auditoría no audita y una entidad de fiscalización no fiscaliza. Una reflexión crítica de los supuestos y concepciones que han sustentado a la auditoría tradicional. Impulsando la necesidad de generar un nuevo pensamiento en la auditoría y específicamente en la fiscalización.
Prólogo
En los medios de comunicación resulta frecuente encontrar en los editoriales, análisis y columnas, la pregunta sobre ¿cómo mejorar la fiscalización de los recursos públicos en los municipios, los estados y la federación?, pero también organismos internacionales a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y en colaboración con instituciones de prestigio, tal como la Universidad Nacional Autónoma de México, llevan a cabo estudios sobre ¿cómo mejorar la fiscalización en los programas sociales?
La pregunta es fundamental para conocer si los recursos públicos se destinan a los objetivos planteados. Así cuando el especialista contratado por las Naciones Unidas, John Ackerman, formula la misma cuestión a los estudiantes del Diplomado en Contraloría Social (organizado por el CIESAS y la Universidad Veracruzana) segunda generación 2006, evidencia que la interrogante no solamente se encuentra en los medios, también en la academia e instituciones. Así, el cómo se ha convertido en pregunta fundamental, que se reitera cuando Transparencia Mexicana, afirma "No hay ciudadanía plena sin información pública.
No existe fiscalización efectiva sin la garantía de contar con la información necesaria para entender cómo funcionan los programas sociales y también cuándo y cómo se separan de lo que marca la ley"(1). Por tal motivo el punto de partida del presente ensayo se dirige a establecer que el mejoramiento de la fiscalización en los diversos programas y recursos públicos, implica en primera instancia, el qué de la fiscalización. Derivado que se ha soslayado, omitido, o dado por supuesto que la auditoría pública se encuentra fuera del problema.
Generalmente la fiscalización se concibe como una técnica, y la técnica es una simple manera de hacer, más si pretendemos mejorar la fiscalización, entonces, se debe responder: por qué las agencias de control no han restaurado la confianza en la rendición de cuentas y su transparencia. Las explicaciones sobre sus fallas se encuentran en: las deficiencias o limitaciones del diseño institucional; las restricciones presupuestales; la falta de capacitación y del servicio profesional de carrera en los auditores; y, la ausencia de un programa consistente en auditorías de desempeño. Pero resulta imperceptible el análisis y reflexión sobre la propia fiscalización, es decir, que la auditoría pública sea el origen de las deficiencias y amenaza real de la falta de transparencia, rendición de cuentas y democracia.
La importancia de la transparencia en la rendición de cuentas es un hecho reconocido. Sin embargo, resulta prácticamente inexistente el material bibliográfico que presente la problemática de la opacidad en la rendición de cuentas financiera por parte de las agencias de control.
Generado por el distanciamiento de los auditores sobre el tema, no por decisión individual sino por una formación académica que ha considerado a la auditoría como una asignatura más, produciendo contadores o administradores que al ejercer el papel de auditor público obtienen magros resultados. Por tal motivo continuamente legisladores, políticos y funcionarios, expresan su desencanto, como Francisco Barrio, titular de la SECODAM (ahora Secretaría de la Función Pública) muestra un dato duro "Si ustedes ven el tipo de reportes que existen de las auditorías de los últimos años, las observaciones son bastante superficiales, se refieren, en 90% de los casos, meramente a cuestiones de forma: que si faltó la copia rosa, que si faltó el sellito de no sé qué.
Como que el auditor está acostumbrado a no meterse mucho a lo hondo, entonces, tenemos pocos y acostumbrados a trabajar en la superficie "(2). Lo que indica que la práctica no corresponde con su teoría. Pero en el fondo se encuentra una disciplina que ha impuesto sus principios, objetivos y normas como un punto de vista verdadero y único, aceptado por institutos y colegios de contadores que ha sustentado la visión de la fiscalización en los marcos jurídicos, guía de enseñanza en las universidades, modelo de aplicación en el sector gubernamental, e incluso, se demanda la intervención de despachos externos en la realización de auditorías como sinónimo de confiabilidad y credibilidad.
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