- El mejor verso del mundo
- El reloj
- De la bala de mi fusilamiento
- Yo no los había visto nunca
- Las habitaciones del insomnio
- El escudo
- Muerto para siempre
- Algún idiota que sea como yo
- La pasión de la calle Güemes
- Algo sobre derrumbes
- Alpedismo
- Definible
- Salame yogui
- Te acorralaré hasta matarte
- Música insónica
- Pepe en Asgard
- Demasiado muerto
- Un hombre siniestro pasa
- En una escalera del subte
- Los clavos crucifican las familias
- Etcétera
- El pájaro magnífico del beso
- Babieca
- Cuando los veo a los dos juntos
- El juguete del delirio
- El mal de todos
- Muerte – agonía
- Impacto
- La Tierra no tiene perdón de Dios
- Yo vivo solo
- Surf and ski
- Tan tu marido
- Diario del infierno
- Que el fuego se queme
- El deformado
- Toda la noche besados
- Las flores de ella
- El rosal
- Introvertidos como una tortuga
- Cien mil años de sueño
- Una niebla para mí solo
- Nariz siria
- Chiquita de boca
- La duda infinita es estática alrededor de mí hecho punto
- Mi adorada azul
(CUENTOS)
¿Quién resistirá cuando el arte ataque?
¿CUÁNTO FALTABA?
Entonces me preguntó que cuánto faltaba y yo le dije que dos años y me dijo que bueno, que gracias porque era feo quedarse con esa ansiedad indefinida de no saber cuándo. Entonces no volvimos a hablar, y yo no vine a escribir esto para verlo después.
Hoy es después y atravesé un largo olvido y ahora estoy ante mi precaución de hace… ¿cuánto tiempo hace? ¿Cuánto faltaba? ¿Para esto? ¿Para esto faltaba?
¿Cuánto faltaba para qué?
El mejor verso del mundo
Libro: "Cuentos absurdos o de por qué todos ustedes son idiotas".
Cuento del mejor verso del mundo o de por qué la felicidad es estar convencido de uno mismo y no tener la más mínima idea.
Yo no tenía la menor sospecha que me habría de enterar después, al desatarse la lluvia, que había estado nublado. Que había estado todo el día por llover. Como que me enterara de que podría haberme muerto, por ejemplo, porque un hecho de mi costumbre ya no contase con las mismas circunstancias, y al llegar yo la casualidad lo volviera a las características que eran mi normalidad. Supongamos una canilla de agua que tiene electricidad por un cable de la azotea roto en una tormenta producida después que yo me fui y que al llegar yo a lavarme, para sorpresa de los que podrían estar viendo esta película, no me electrocuto por un fortuito corte de luz.
Enterarme de eso sería medir la ineficacia de la vida, como, y al fin y al cabo esto es lo que importa, enterarme con la lluvia que estuvo nublado el cielo.
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