- La crítica a la estrategia de colaboración
- La crítica de la determinación de lo público por lo privado
Para determinar la auditoría pública debemos tomar como punto de partida el tiempo actual. Sin embargo, ¿cuál es la actualidad de la auditoría pública?
La búsqueda o investigación de la posible respuesta, no puede ser producto de una confesión íntima, que pone al descubierto las dudas y exigencias de quien se abandona a ella, tampoco una exposición dogmática (entendiendo por dogmatismo, los artículos o investigaciones que no intentan proponer una búsqueda de la demostración; en tanto la auditoría pública debe soportarse sobre un método, condición fundamental que permitiría sostener su verdad, y porque un saber reputado como verdadero exige ser demostrado como tal), que podrá ser todo lo original o nuevo que se quiera, pero que, justamente por tratarse de un punto de vista se reduce a una expresión individual. Pero, ¿cuándo el individuo que escribe sobre la auditoría pública trasciende el comentario personal, la exploración panorámica del tema, o la exhaustiva presentación del caso?
En la base de toda investigación científica y filosófica, pero también en toda actividad teórica o práctica, se encuentra un intento de renovación y una afirmación de libertad. En este sentido, la actividad investigadora se opone al mito, a la tradición, al prejuicio y en general a cualquier actitud que tienda a inmovilizar al hombre en la posesión y goce pasivo de un patrimonio de creencias ya establecido. Recurrir a la investigación significa liberarse de presupuestos (aún cuando la normatividad y su concepción se encuentren sacralizadas) y trabas de todo género que tienden a limitar no sólo la investigación, sino sobre todo a la razón; dado que esta supone una actitud independiente de investigación. El origen de la auditoría como una práctica independiente, surge precisamente de su carácter racional, pero el significado históricamente originario ha sucumbido bajo la concepción de uniformidad, sostenida con la afirmación de, "lo generalmente aceptado" lo que ha derivado en una cultura que ha erradicado el disenso y la diversidad. Y la contradicción surge cuando se aprueba que dentro del proceso de mejora en la práctica de la auditoría pública se reclame "que los poderes públicos apuesten por la investigación, creando un cultivo para que florezca la ciencia y dejando espacio a la creatividad intelectual"[1] y el campo de la auditoría con sus asociaciones, instituciones, organizaciones y universidades se encuentre ajeno a la determinación de la cientificidad.
Sí debemos reclamar, reclamemos a la auditoría su visión omnisapiente y su falta de humildad. Porque no ha reconocido su condicionamiento y limitación, base de toda indagación racional. La génesis de la auditoría tiene su antecedente y determinante en la auditoría privada, y ésta durante décadas nunca enfrentó dudas ni cuestionamientos hasta que devino el parteaguas de Enron, la globalidad, la crisis, y la creciente participación ciudadana que han puesto a la auditoría, y sobre todo, a la pública en el "ojo del huracán"; no obstante que el pensamiento general de la auditoría nos afirme que la tormenta no ha afectado sus fundamentos, y que el océano vuelve otra vez a la tranquilidad.
Hasta nuestros días, la auditoría ha sido el faro que ha guiado la aprobación y justificación del manejo de los fondos públicos o privados, no obstante que en casos particulares la falta de claridad ha conducido a empresas y entidades a encallar, o la situación general de crisis haya puesto a la economía, a las finanzas de gobiernos al borde del naufragio, o paradójicamente, se intenta recuperar la confianza en la auditoría cuando no se debate en la auditoría, si el faro se encuentra perdido en su orientación. Y la falta de debate entre auditores, asociaciones, académicos, organizaciones, y ciudadanos, podría constituir la condición para su rectificación o reorientación.
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